Marta lloraba, lloraba sin control, tenia un pañuelo, y regaba su maquillaje mientras se limpiaba la cara, yo también lloraba pero no de esa forma, dicen que cuando una persona se muere y sabemos que le hicimos daño de algún modo, nuestra conciencia siempre nos lo recuerda y nos sentimos culpables la mayor parte del tiempo, supongo que esta señora esta así por eso, porque sabe que en parte fue culpable y hoy que no esta le duele la culpa tanto como a mi.Marta trató de calmarse, Carla nos miraba disimuladamente de lejos, estaba preocupada, pero yo le hice una seña para que se tranquilizara, mientras tanto Marta tapaba su cara con un pañuelo, mientras tenia espasmos con el llanto. Viéndola así deduje que había una gran historia detrás de todo esto, y que quizás, solo quizás esta tal Marta si quiso a mi madre.
—Eramos muy unidas.—Comenzó—. Tanto que aparte de hermanas eramos mejores amigas... Vivíamos en una de las partes mas adineradas de la ciudad porque mis padres eran adinerados... Ellos a pesar de todo eran muy amables, así como tu madre... Así como Christina... Todos los vecinos nos adoraban y nosotros a ellos, cuando los Evans llegaron nuestros padres inmediatamente buscaron hacer amistad con ellos, pero algo pasó, algo que nunca quisieron decirme, un problema al parecer inmenso entre ellos, que los llevo a odiarse a muerte, nunca nos quisieron decir que pasaba, pero los Evans eran los enemigos número uno de mis padres y los únicos, luego de aquello las rivalidades entre las familias crecían, al igual que nosotros, eramos cinco hermanos con tu madre, tres hembras y dos varones, y los Evans tenían dos varones y una hembra... A Christina siempre le gustó el peligro, arriesgarse en todo, yo era mas sumisa, si mis padres me ordenaban que me quedara por horas en un sitio yo lo hacia, pero Christina no, ella era arriesgada y comenzó a tratar a la hermana de los Evans a escondidas de los adultos de las familias, yo siempre le decía que dejara de hacer eso, yo era como su Pepe Grillo pero ella era terca como Pinocho y por mas que le advertía ella simplemente sonreía y me mandaba a callar dulcemente. —Suspiró con una sonrisa melancólica—. Muchas fueron las veces que la cubrí para que hablara con Siena la hermana de tu padre, era una chica amigable no puedo negarlo, pero nuestra madre nos prohibió rotundamente hablar con esas personas, y todos hacíamos caso menos ella, tu madre era loca.—Dijo con una sonrisa amarga—. Era mi loca... Y yo la amaba... Al pasar del tiempo Christina y Siena se hicieron mejores amigas, y yo como buena hermana que la adoraba la cubría de todo siempre, mis otros hermanos también lo hacían... —Dijo mirando a la nada, como recordando—. Aún recuerdo cuando llegó toda sonrojada a mi habitación... Ella era muy blanca y estaba roja como un tomate y con una sonrisa bobalicona, parecía que estaba como poseída, me asusté. —Me reí un poco—. Recuerdo que me levanté de la cama y la tomé por los hombros mientras la sacudía pero ella seguía riendo como pendeja.—Sonrió —. Y entonces me dijo “Besé a Louis Evans” y yo ahogué un grito, un grito que fue mas de susto que de felicidad, si mi madre se enteraba la iba a desterrar del mundo era capaz de mandarla a otro planeta con tal de que no habláramos con ellos, es decir, ya era suficiente con cubrirla para que fuera mejor amiga de Siena ahora también había que cubrirla porque se había enamorado de Louis. Louis era muy lindo, y amigable, nunca me llegó a caer mal, ninguno de ellos me caían mal en realidad, pero mi madre era otra historia, ella los odiaba, y trataba de que nosotros lo hiciéramos también, pero Christina quería mucho a Siena y también a Louis.
»Siempre debía cubrir a tu madre para que se viera a escondidas con Louis, decía que mientras mas prohibido estuviera mas tentador se volvía todo... Mientras tanto yo era la que vivía con la incertidumbre de que no la descubrieran, al principio solo pensé que sería pasajero y se cansarían, pero al pasar de los años comprendí que se habían enamorado y que era amor de verdad, me sentaba horas a hablar con ella para que comprendiera que era un error estar con él, que mis padres ni los de él lo permitirían, pero ella era rebelde y además estaba enamorada. Un día Christina y mi madre tuvieron una discusión, no recuerdo porqué pero se que fue una estupidez, pero la estupidez se volvió un problema inmenso cuando Christina con toda su rabia expresó que amaba a Louis, entonces todo pasó muy rápido, mi madre colapso y le dio la primer paliza y la mas horrible a Christina, ella toda moreteada subió a su habitación a llorar, esa semana fue perturbadora en todos los sentidos, mi madre siempre la juzgaba, la regañaba, la maltrataba, y decidió mandarla a un convento o algo así, muchas fueron las veces que lloró en mi hombro sin saber que hacer, hasta que un día avisó que se iría de la casa, todos nos quedamos perplejos, como estatuas en nuestros asientos, mi madre solo habló para ofenderla, pero ella solo se despidió y salió por la puerta, las ultimas palabras que mi madre le dijo fueron: “Si sales por esa puerta, dejas de ser mi hija, y parte de esta familia” mi corazón se rompió en miles de pasados así que salí corriendo tras ella, llorando, suplicándole que no se fuera, pero ella solo se despidió con lágrimas en los ojos, mi madre tomó mi brazo con mucha fuerza y estampó su mano en mi mejilla con fuerza, me dijo que nunca mas me acercara a ella, la miró con desprecio, como si ella no fuera su hija, Christina sólo se alejó, con la mirada llena de dolor, y yo sentí que se había llevado la mitad de mi corazón... La mitad de mi alma.—Comenzó a llorar—. Los días que siguieron a ese fueron peores, mi padre casi nunca estaba en casa, la dulzura se había esfumado de mi madre así como un ave deja un nido, era una mujer amargada, ofensiva, y se que guardaba un profundo dolor dentro, porque Christina era su adoración y ahora no estaba y no sabia como lidiar con eso. Un día logré localizar a tu madre, no la estaba pasando muy bien, ella y tu padre tenían problemas económicos, pero lucharon con fuerza hasta salir adelante, y lo lograron, yo siempre estaba con ella a escondidas de mi madre, entonces presencié cuando nació Matt, era un bebé gordo y hermoso, siempre lo cargaba, y jugaba con él, en ocasiones lo cuidaba, y era feliz, ahí con mi hermana y mi lindo sobrinito era feliz, hasta que mi madre nos descubrió, y me hizo que eligiera entre mi hermana o ella, y la escogí a ella.—Dijo llorando—. Christina me comprendió cuando se lo conté pero igual a mi me dolió por muchos años, luego todos fuimos adultos profesionales, y mis padres iban envejeciendo y enfermando, mi padre antes de morir, me confesó que se sentía muy culpable por haberle hecho caso a mi madre en vez de haber detenido a Christina, que el odio entre las familias era estúpido, pero mi madre no pensaba así, hasta lo ultimo, que antes de morir también se arrepintió por tanto odio y dolor, lloró hasta quedar seca, su alma estaba débil, llena de culpa y de dolor, mas aún porque Christina murió antes que ella y la tristeza la consumió por completo... Hace dos años que he tratado de encontrarlos hasta que por fin di contigo hace algunos meses... Me trataste de lo peor, y luego de meditarlo se que en ese momento tenias razón pero debiste al menos escucharme, me hiciste sacar de mis casillas, y te pido disculpas por las cosas que dije de tu madre, supongo que aún quedaron secuelas de lo que nos inculcó mi madre, solo quiero que sepas que yo amé y amo a tu madre como nadie, y que si algún día tu decides perdonarme yo estaré para ti... Si algún día decides conocerme y conocernos yo abriré las puertas, porque me canse de seguir un mandato ridículo de mi madre.
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Una rosa con espinas
Любовные романыHay rosas increíblemente hermosas, tanto, que no podemos creer que lleguen a tener espinas, hay mujeres increíblemente hermosas, tanto, que no creemos que tengan errores, pero al querer la rosa, debes querer sus espinas, y al querer a la mujer debes...