ESPECIAL SAN VALENTÍN. Capítulo 5. Si estoy dormida, no quiero despertar.

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Y como prácticamente cada viernes, me veo arrastrada por Lizbeth a una fiesta en casa de un chico que ni siquiera conozco, pero al parecer ella sí. Ian, el dueño de la casa, por lo visto va con ella a matemáticas y la pidió venir a la fiesta y traer amigas. ¿Qué ocurre? Que acabo arrastrada para ir a aquella fiesta. No tuve opción de replicarle nada. Simplemente entró en mi cuarto y me avisó que íbamos a salir.

-No voy a aceptar un no por respuesta-se dirigió a mi armario y lo revolvió en busca de algo para mí. Ella ya venía vestida en un precioso vestido negro con una chaqueta de cuero y unos tacones tan altos que debe dar vértigo.

Me tira una falda negra con unos detalles rojos y blancos, un top blanco casi trasparente y una chaqueta vaquera. No es algo que yo no me pondría. Lizbeth sabía que si elegía un vestido o algo demasiado apretado no me lo pondría.

Una hora después ya estamos listas y estamos a punto de salir por la puerta cuando mi padre me llama. Le pido a Lizbeth que me espere en la puerta y voy hasta el salón. Veo a mi madre y a Sammy acurrucados en el sofá, viendo la película favorita de Sammy. Mi padre estaba leyendo el periódico, pero ahora me mira serio. Toca la charlita antes de salir.

-Casiopea.-Mal empezamos-. ¿Dónde vais a ir?

- Cariño, ya te dijo que irían a la casa de un amigo a una fiesta-dice mi madre mientras le acaricia la cabeza a mi hermano.

-Que sea la casa de un AMIGO es lo que me preocupa. No bebas nada que no veas de donde ha salido-Asiento-.No tomes drogas-Asiento-. Y distancia de un metro entre cualquier persona y tú.

Mamá se ríe y yo hago lo mismo. Voy hasta mi padre y le doy un beso. Hago lo mismo con mi madre y le doy un fuerte abrazo a Sammy.

-¿Hoy no me leerás un cuento?-Me dice casi adormilado. Apenas son las nueve y ya está casi dormido.

-No, campeón. Pero, ¿qué te parece si mañana te llevo a la feria que han puesto en el centro?-Asiente efusivamente varias veces y se lanza a mis brazos a abrazarme una última vez antes de marcharme.

-¿Acabó su discurso?-Me pregunta Lizbeth cuando vuelvo a la puerta.

-No.

-¡A la una en casa, Casiopea!

-Ahora sí-digo cerrando la puerta y subiendo al auto del hermano de Lizbeth, que amablemente se ofreció a llevarnos. Bueno, también hay que remarcar que el va al mismo sitio que nosotras.

-Creo que eres la única chica que no va en tacones a una de estas fiestas-dice y arranca el coche.

Por suerte aparcamos solo un par de manzanas de la casa. No suerte para mí. Suerte para Lizbeth. No creo que durase mucho caminando con esos tacones.

Llegamos a la casa y parece que la fiesta empezó hace bastante. ¿Por qué? Bueno, el jardín delantero ya está lleno de los típicos vasos rojos por el suelo. En las que serían unas preciosas flores de la dueña, hay una chica vomitando con sus amigas sujetándole el pelo. También hay un par de parejas besuqueándose junto a los coches. Y todavía no hemos entrado dentro...

El hermano de Lizbeth va por delante de nosotras y saluda a una de las chicas que está ayudando a la chica que está vomitando. Sigue el camino y antes de entrar se gira y nos mira.

-No voy a hacer de hermano protector-mira a Lizbeth- divertiros, beber, bailar y tontear con los chicos. Buscadme cuando queráis marcharos. 

Lizbeth lanza un chillido y entramos a la fiesta. Casi lo mismo de todas las fiestas. Un montón de gente acumulada en lo que parece ser una pista de baile improvisada, un calor infernal y el suelo tan pegajoso que temo perder una de mis botas. Lizbeth me hace señas para ir a la cocina a por bebida y la acompaño. No soy muy fan del alcohol, pero una cerveza nunca hace daño a nadie.

Ni un apocalipsis nos separará (Apocalipsis #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora