Capítulo 42. Déjà vu.

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Quien iba decir que el deportista de instituto estaría sosteniendo un fusil en medio de la nieve con un tiro en el costado. Mi sangre comenzaba a mezclarse con la nieve en el suelo. Veo el helicóptero antes de escucharlo, mientras me concentro en mantener taponada mi herida.

Dumbo hizo un buen trabajo indicándole a Hacha dónde debía dispararme. Duele como el infierno, pero por alguna razón sé que disparó donde debía.

Me prometió que nos esperaría por dos días, pero sus ojos no me dijeron lo mismo. Hacha estaría allí antes o después para ayudarme a salir. A mí, no a ellos.

El piloto vuelve la cabeza mientras entro solo en el helicóptero.

-¿Dónde está tu unidad?

No tengo que responder, porque las balas empiezan a estrellarse contra el helicóptero y se eleva lo más deprisa posible.

Ahí está mi unidad.

Es entonces, cuando ya estamos en el aire, que soy consciente de que voy a perder el conocimiento. Estoy perdiendo demasiada sangre. Mucha sangre. Más de la que había visto en toda mi vida.

Está Cassie, como cuando estaba enfermo y la veía. Solo que ahora me sonríe, hasta que Sam aparece a su lado y ambos empiezan a llorar.

-Nos has abandonado-oigo la voz de Cassie cuando estoy a punto de cerrar los ojos.

Pero no puedo dormir aún.

-Voy a por vosotros, Casiopea.

Entonces, todo se vuelve negro.

Cassie Pov.

Ben no ha vuelto.

Escuché cómo el helicóptero volvió hace más de una hora y no hay ni rastro de él. Ni Ben ni nadie de su pelotón ha regresado. Saqué a Sam del armario para que no llegara tarde al desayuno. Sin embargo, no le encuentro cuando llego al lugar.

Intento no alarmarme. Pregunto a un par de personas, pero nadie sabe quién es y los que le conocen dicen que no le han visto.

Uno de los sargentos se coloca frente a mí, impidiendo que siga caminando de aquí para allá.

-Soldado, siéntese.

Eso es lo más amable que me han hablado los sargentos que nos vigilan y eso no fue del todo amable.

-Estaba buscando a un integrante de mi pelotón, señor.

-¿A qué pelotón perteneces?

-Al pelotón 53, señor.

Siempre hay que mantener el odioso vocabulario.

-¿Soldado Barbie?-Asiento. Es increíble que sepa mi nombre. Tengo un poco de envidia de la increíble memoria alienígena.-El otro integrante de tu pelotón ha sido reasignado, está con su nuevo pelotón. Ahora, siéntese, soldado.

Obedezco casi automáticamente.

Me toma un par de segundos darme cuenta de sus palabras.

¿El otro integrante? ¿Qué ha pasado con el resto? ¿Qué ha pasado con Ben?

A no ser... Que no haya más integrantes en mi pelotón.

-Señor-grito, captando la atención de demasiada gente-, ¿qué sucedió con el resto de mi pelotón que fue al exterior?

Me mira y, aunque no sea posible, veo en sus ojos un rastro de humanidad. Mira a su alrededor y, entonces, se acerca a mí.

-Todo el pelotón ha muerto-susurra, como si fuera algo que no debería saber.

Ni un apocalipsis nos separará (Apocalipsis #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora