En cuanto a formas de morir, morir congelado no está tan mal.
Eso es lo que pienso mientras muero congelada. Sientes calor, no hay dolor en absoluto.
Hundida en la nieve de cintura para abajo, bajo un cielo sin nubes. Y allí está el maldito oso con sus espeluznantes ojazos marrones y vacíos, mirándote desde la mochila, diciendo"Estúpida de mierda, lo prometiste."
Entonces ahora entiendo el porqué el Silenciador me dejó vivir. Daba igual huir o enfrentarse al enemigo. Quedarse, huir, plantar cara, daba igual, el daño ya estaba hecho. El disparo en mi pierna había sido una condena a muerte.
Pasé la tormenta en el asiento de atrás de un Explorer. Gasté todos mis suministros de medicinas, comida e incluso agua. Dormía abrazada al maldito oso. Al oso que me recordaba minuto tras minuto que no cumpliría mi promesa. Debí disculparme mil veces. Pero no podía hacer nada. Pasó otro día más con la nieve cubriendo el coche casi por completo.
Me encontraba desorientada. Pero estoy segura de que este lugar no es el cielo. Aunque sí sé que hay un hombre junto a mí. También sé que está observándome. Cuando toda la niebla se disipa, puedo mirar a mi alrededor. Estoy tumbada en una cama de cuatro postes bajo tres capas de colchas.
Bajo la mano, y mis dedos dan con unas gruesas vendas que me envuelven la rodilla. También me gustaría tocarme la pantorrilla y los dedos de los pies, ya que no soy capaz de sentirlos, pero no llego tan abajo. Aparto el edredón y veo que estoy vestida con un camisón de algodón floreado.
Observo la habitación y encuentro a Oso observando el techo como si nada sucediera.
Las tablas del suelo tiemblan cuando alguien da un portazo en la planta de abajo. Clonc, clonc, clonc. Cada clonc está más cerca que el anterior.
Alguien sube las escaleras.
Muchas cosas pasan por mi cabeza. Pero ninguna son válidas. Así que decido hacerme la dormida. Cuando la puerta se abre, entreabro mis ojos lo más mínimo como para permitirme ver al chico que antes debía observarme. Camisa a cuadros roja, ancho cinturón marrón y vaqueros azules. Comprueba el gotero. Se da media vuelta y se sienta en la mecedora.
Le veo la cara y tiene cara de bueno. Si hubiera querido hacerme algo ya lo habría hecho. Pero recuerdo el pasado. El pasado me enseñó que a veces esas personas que parecen buenas se comportan como personas buenas. Hasta que llega el momento oportuno para traicionarte de la peor manera.
Recuerdo mi primera cita con Ben. Charlando en el Corvette junto a Ben. Recuerdo que me preguntó por qué confié en él cuando me propuso para ir a cenar en esa fiesta. Yo ni siquiera le conocía, o eso creía él. Le respondí que tenía cara de ser buena persona, aunque muchas personas dijeran todo lo contrario. Aún puedo ver su mirada seria para darme un buen consejo. No debes fiarte de nadie, Casiopea, menos de las personas que parecen buenas. Claro que por aquel entonces ignoré el comentario y le golpeé por haberme llamado por mi nombre.
Ahora, daría lo que fuera para que estuviera junto a mí y me ayudara a saber si el chico que se balancea en la mecedora es alguien de fiar o no.
-Sé que estás despierta-dice el dueño de la cara, sacándome de mis recuerdos.
Me quedo callada. Y él añade:
-Y sé que me estás observando, Cassie.
-¿Cómo sabes mi nombre?-Grazno.
-Tu permiso de conducir-responde.
No se levanta, se queda en la silla, con los codos en las rodillas y la cabeza gacha, lo que le da un aire más tímido que amenazador. Pero nunca puedes fiarte del todo de alguien. Y, definitivamente, no puedo fiarme de este chico. Al menos no por ahora.
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Ni un apocalipsis nos separará (Apocalipsis #1)
Fanfic-¿Sabes? Había pensado que aún no me apetece volver a mi casa. Me acerco un poco más a él y noto como toma una respiración profunda. Me encanta ver que le he puesto nervioso. Me acerco un poco más y atrapa su labio inferior con los dientes, mirando...