Capítulo 26. Todo eso es mentira.

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La primera noche de Hacha en el barracón: incómoda.

No había salido de esa ducha y yo ya sabía que no había hecho lo correcto. Sé exactamente lo que se me había pasado por la cabeza para justificar lo que iba a hacer.

Ella también lo hizo una vez.

Sin embargo, eso no era excusa.

Incluso aunque lo que ella hizo estuvo mal, siempre he estado seguro de que no fue su intención hacerme daño. Y yo, sabiendo que ella sigue allí fuera, en peligro, lo único en lo que he podido pensar para "estar en paz" es meterme en la ducha con la nueva.

No hay ni que decir que Sam ni siquiera me ha mirado a la cara cuando volví al cuarto con ellos. Es un niño y no creo que sepa exactamente lo que sucedió en esas duchas, pero no le hizo especial ilusión que fuera con ella.

Cuando estoy perdido en mis pensamientos, noto como el colchón se hunde y ahí veo a Hacha, sentada en mi catre con una pequeña sonrisa en sus labios.

-¿Por qué eres el líder del pelotón?-Frunzo el ceño, sin entender a qué viene su pregunta.-Quiero decir, sí, estás en forma, probablemente fuiste atleta antes de que todo esto sucediera, he comprobado de primera mano que estás en buena forma-dice, sonriéndome de manera pícara, a lo que sólo soy capaz de responderla con una débil sonrisa-.Sin embargo, sé que tienes una puntería pésima.

Se acomoda mejor en mi cama, sentándose y cruzando las piernas encima, mientras yo pienso algo coherente que responder.

-De pequeño jugaba al béisbol y en la secundaria al fútbol americano.

-¿Eras bueno?-Me encojo de hombros. No era del todo malo, pero tampoco me gusta fardar de ello.-Estoy segura que sí.

Nos quedamos un rato en silencio, sin nada más que decir, hasta que ella abrió la boca de nuevo.

-¿Sabes? Yo era la líder de mi pelotón.

-Supongo que no estás contenta viéndote degradada por entrar a nuestro pelotón.

Se encoge de hombros, como si no le importara.

-Que seas el líder no te convertirá en sargento cuando nos graduemos. Además, me gusta el líder de mi pelotón-dice, guiñándome un ojo.-Por cierto, me gusta al ajedrez, ¿juegas?-Niego.

No tengo ni idea de jugar al ajedrez. Soy malísimo en ello.

Les pregunta a los chichos si ellos jugarían con ella al ajedrez. Sin embargo, Picapiedra decide hacer un comentario fuera de lugar, y antes de que pueda evitarlo, está en el suelo, con Hacha encima de él sosteniéndole el cuello.

-Será mejor que os guardéis esos comentarios-comenta a todos los chicos, mientras se levanta, dejando a Picapiedra inmóvil en el suelo.

-¡Cómo mola!-Suelta Tacita emocionada, sentada desde su catre.

-¿Sabes que eso no está permitido?-Le digo, mientras le doy la mano a Picapiedra para ayudar a que se levante.

Hacha se acerca a mí, con esa mirada en sus ojos. La misma que me dio antes de ir a la ducha.

-¿Vas a chivarte?

Pasa su mano, por mi pecho, ignorando que todos están mirando. Picapiedra incluso está con la boca abierta, alucinando por la situación.

-Podemos hacer un trato. Tú no te chivas y nos damos otra relajante ducha.

Titubeo por un momento. Pero entonces recuerdo como me he sentido en mi cama. Sabiendo que no fue lo correcto de hacer. Así que, tampoco está bien cinco minutos después.

Ni un apocalipsis nos separará (Apocalipsis #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora