Capítulo 29. Tal y como era.

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Después de más de una semana caminando, dejé de contar los días. Cada día estaba más cerca de llegar a Sammy, pero todavía estaba demasiado lejos. Avanzar intentando no ser atrapada por los Silenciadores era demasiado difícil. Por suerte conseguí más agua y comida a lo largo de camino, sino no lo habría logrado.

Lo que más me preocupaba era que hacer cuando hubiera llegado. Sabía lo que esas cosas le habían hecho a todas las personas en el campamento. Habían matado a mi padre y a cientos de personas más. ¿Cómo puedo estar segura de que no harán lo mismo conmigo?

No me puedo permitir preocuparme por lo que me pueda pasar. Necesito que Sam sepa que no le abandoné. Que luché por estar allí con él.

Sigo caminando cerca de una carretera, oculta por unos árboles. No sé cuanto tiempo más podré seguir caminando. Estoy demasiado cansada. El poco tiempo que me permitía tener para dormir se está convirtiendo en una tortura. Cada vez que cierro los ojos, me vienen recuerdos a la cabeza.

Mi primer beso con Ben.

Mi primera cita con Ben.

La primera vez que Ben sostuvo mi mano en el instituto.

La primera vez que Ben y yo estudiamos en mi cuarto.

La primera vez que vi decepción en los ojos de Ben.

La primera vez que lloré por Ben.

La última vez que vi a Ben.

Siempre era Ben. Desde que me había marchado de la granja de Evan no era capaz de sacarme a Ben de la cabeza.

En el momento en el que pensaba que no iba a ser capaz de dar una paso más, escuché el ruido de un motor y eso solo podía significar una cosa. Era uno de ellos.

Me oculté detrás de un árbol y en la distancia pude distinguir un vehículo amarillo. Pero no era un coche, era un autobús escolar. Como el que se llevó a Sam. Incluso desde la distancia puedo distinguir el traje de un soldado.

Son ellos. Sin ninguna duda.

Esta vez no puedo tener un minuto para cerrarme en mi mundo y valorar todas las opciones. Solamente tengo un segundo para valorar las opciones. Así que hago lo que decido en ese segundo.

Salgo del escondite de los árboles y me dejo caer en el medio de la carretera. Esperando que no piensen que soy un cadáver más y pasen por encima de mí sin molestarse en mirar. Esperando que no se detengan tan solo para matarme un segundo después.

Pero por una vez, todo sale de acuerdo a cómo logré planear en ese segundo.

El bus escolar se para apenas a unos centímetros de mí. Muy de película. Escucho las puertas del autobús abrirse mientras sigo con los ojos cerrados. Unas pisadas se dirigen a mí y unas manos grandes toman mi muñeca y me toman el pulso.

-Traerme algo de agua, probablemente esté algo deshidratada-chilla alguien con una voz masculina.

Tras un par de segundo de espera, el chico me levanta la cabeza y finjo que me he despertado. Al abrir los ojos veo a un soldado con una botella de agua en la mano.

Intento escaparme de su agarre, porque es lo que haría alguien ahora. Pero el chico me retiene.

-Tranquila, chica-me enseña el agua-, sólo quiero ayudarte.

Le dejo que me dé un poco de agua y me ayuda a sentarme en la carretera. Él no se ha sentado junto a mí, pero está en cuclillas y está frente a mí. Espero que no sea ahora cuando saca la pistola de su cinturón y me dispara en la sien.

Ni un apocalipsis nos separará (Apocalipsis #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora