ESPECIAL. Capítulo 22. La genética humana.

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Ya habían pasado algo más de dos semanas desde que me convertí en la novia de Ben Parish. Mentiría si dijera que todo había sencillo para mí, porque no lo fue. Ser la novia de Ben en nuestro instituto era algo grande.

A diferencia de en otros institutos, las animadoras eran bastante amables y me aceptaron muy bien dentro del "círculo" de los deportistas y sus novias. Aunque notaba que alguna de ellas no estaba muy contenta conmigo. Lo entendía, demasiadas chicas tenían un crush por mi novio. Pero debían aceptarlo, ahora él era mi novio.

La parte de las animadoras fue, sin lugar a dudas, la más sencilla. Recibir miradas constantes cuando iba caminando por el instituto se me hizo casi agotador. No me atrevía a caminar sola ante toda esa gente preparada para juzgarme con su mirada. Y no hablemos de cuando Ben tenía alguna muestra de cariño conmigo, eso se volvía una locura.

Por suerte para mí, estábamos a punto de terminar las clases. Sólo nos quedaba estudiar para el examen de Biología. Y aquí estaba, con Ben tumbada en mi cama mientras intentaba explicarle el último tema que nos quedaba. Pero sentía como si no estuviera prestándome atención.

-... y entonces Ian entró a mi cuarto y me acosté con él.

Nada.

Le golpeé en la cabeza con mis apuntes y por fin obtuve una reacción.

-¡Auch! ¿Qué demonios haces?

Me tumbé sobre mi espalda porque estaba realmente agotada.

-Llevo treinta minutos intentando explicarte la genética humana y no me estás haciendo ni caso.

Se tumbó y se apoyó sobre su codo, para recostar su cabeza sobre su mano y observarme con una sonrisa. Más concretamente con esa maldita sonrisa. No podía enfadarme con él si me sonreía de esa manera.

-¿Te he dicho hoy lo guapa que estás?

Resoplé y lo miré intentando mantenerme seria. Pero no podía. Se me escapó una sonrisa y me tapé la cara con las manos.

-Eres imposible, Ben.

Hizo que le mirara y me dio un rápido beso antes de tirarme contra él para que me apoyara en su hombro para quedarnos recostados un rato.

-Te encanto-dijo, besando mi frente.

-Bueno, ¿y qué era eso que te tenía tan desconcentrado?

Se quedó en silencio y le miré. Vi cómo tragaba con dificultad. Incluso se había tensado un poco ante mi pregunta. Me incorporé ligeramente y le miré, esta vez más seria.

-Benjamin Thomas Parish, ¿qué ocurre?

Suspiró y me miró con un puchero.

-Cassiopea Marie Sullivan, seré sincero. Me he quedado esos treinta minutos que tú intentabas explicarme la genética mirando tus preciosas piernas-dijo. Recorrió mis piernas desde unos centímetros por encima de la rodilla hasta que acabo en mi cadera.

Me reí, porque no podía hacer otra cosa. También me sonrojé por el comentario, pero incluso después de estar saliendo por dos semanas no podía evitarlo. Además, Ben y yo no habíamos pasado de los besos y toqueteos por encima de la ropa y sé que él estaba pasándolo mal.

-Me gusta mirar las preciosas piernas de mi chica-se justificó, antes de acercarse hasta mis labios y dejar un corto beso en ellos.

Nos quedamos así un rato más. Hasta que alguien llama a la puerta y nos incorporamos rápidamente. Mi padre no estaría contento de vernos así en mi cuarto. Bastante me costó que aceptara dejar entrar a Ben a mi cuarto.

Ni un apocalipsis nos separará (Apocalipsis #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora