III. La promesa de la cadena.

3.7K 308 34
                                    

-¿Qué te ocurre, herbívoro?

-Hibari-san.

-Te hice una pregunta, herbívoro.

Limpió con el dorso de su mano las lágrimas que caían de sus grandes ojos, acarició un poco sus cabellos hasta que el chico se calmó.

-No me pasa nada.

-No te preocupes herbívoro, no me conoces casi nada, apenas me hablaste ayer. Creo que es fácil de comprender que no confíes en alguien como yo -dijo sentándose a su lado.

-No es eso, Hibari-san. No importa si le conozco o no, usted... Cuando estoy con usted me siento seguro -lo miró a los ojos-. Creo que usted es una gran persona, Hibari-san. Muchas gracias.

El castaño sonrió de forma dulce, sorprendiendo un poco al azabache que se sintió extraño, pero no incómodo.

-Está oscureciendo, ven conmigo -tomó su mano y lo ayudó a subirse a la motocicleta.

La motocicleta arrancó y el castaño no tuvo más remedio que aferrarse a la espalda del carnívoro para no caer en alguna curva.

Después de un rato llegaron a la casa del castaño, que invitó a pasar a Hibari.

-Póngase cómodo, Hibari-san. Vuelvo enseguida.

Al regresar, Hibari se había sentado en el sillón más grande y tenía los ojos cerrados. "Seguramente está muy cansado"-pensó el castaño. Se sentó al otro extremo del sillón, quedándose dormido él también.


A la mañana siguiente, el primero en despertar fue el castaño. Qué tenía en sus piernas la cabeza de Hibari. Se sonrojó un poco, pues no lo conocía bien como para hacer lo que hizo.

Acariciar sus cabellos.

Eran sedosos y muy finos. Eran lisos y peinados, no como los suyos que parecían desafiar la gravedad.

El pelinegro abrió los ojos -cosa que el castaño no notó- y fijó su vista en el pequeño castaño que jugaba con sus cabellos.

Pudo morderlo hasta la muerte por semejante atrevimiento, pero no lo hiso. Si no, que volvió a cerrar sus ojos para seguir recibiendo las pequeñas caricias que le brindaba el chico.

-Herbívoro, ¿qué estás haciendo? -dijo después de un rato.

El castaño se puso nervioso. Estaba rojo, tan rojo que competía con un tomate es esos momentos. Hibari al notar esto se sintió muy feliz, aunque no lo admitiría.

-Y-yo sólo estaba... Yo quería tocar el cabello de Hibari-san -dijo volteando para otro lado-. Es muy suave y huele muy bien.

"Hmm, omnívoro"

-Pues yo no lo creo -dijo sentándose y acercándose al castaño-. Tu cabello es mucho más suave y huele a miel. Aunque los dulces no me gusten, podría exceptuar la miel.

Hibari movió su mano por las hebras del castaño, haciendo que este se tranquilizara.

-Es muy tarde, herbívoro. Creo que es hora de que me vaya.

En efecto, era tardísimo.

-Claro, me disculpo.

Hibari se levantó, dispuesto a irse, pero el castaño lo detuvo.

-Hibari-san, fue un gusto conocerlo, es una lástima que no lo veré más -dijo con melancolía-. Me voy hoy mismo, en la tarde.

La curva en los labios de Hibari, desapareció.

-Yo no quería que se fuera sin saberlo. Tal vez usted pensaría que no me agrada.

-Sí, creo que lo pensaría -dijo enfadado.

-Pero quiero darle un regalo antes de irme.

El castaño corrió y volvió muy rápido, llevando en su mano un collar, una cadena.

-Es un regalo de Luce-san, sé que usted la conoce. Lo escuché hablando con Reborn.

Tomó la mano de Hibari y colocó la cadena.

-Me la dio a mí, pero yo se la doy a usted. ¿Nos volveremos a ver, verdad?

Hibari apretó la cadena y la mano del castaño.

-Dalo por hecho, herbívoro.

Hibari estaba muy distraído viendo la cadena que tenía en manos. Cadena que era Suya y De Nadie Más.

Le había prometido al castaño que lo buscaría, y así lo hizo. E incluso trabajaría con él, de ahora en adelante, no lo dejaría ir nunca.

"Ahora, puedo dejar de extrañarlo"

***************************************************

Hola!

AVISO:

LAS VOTACIONES SIGUEN IGUAL! EXCEPTUANDO DOS COSAS:

Byakuran x Mukuro... 4

Mukuro x Chrome... 4

Ambos están empatados XD

Hoy si es todo, nos vemos!

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora