Especial 1: Desde que llegaste.

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Estaba harto de sonrisas falsas y actitudes estúpidamente amables, todos eran una basura, la peor escoria...

—Tú eres adoptado... Pensaba decírtelo cuando fueras mayor. Nunca pensé que lo descubrirías.

Adoptado.

Sonrió de lado como quitándose un costal de piedras de la espalda, sus corajes se desvanecieron al menos por el momento. No era el hijo de un millonario, No era el heredero de una maldita empresa, simplemente era un niño pobre que cayó en las manos de un viejo con dinero.

—Gracias basura, al menos eso hiciste bien.

—Timoteo-sama —irrumpió una voz—. Se requiere su presencia en el salón principal.

El noveno miró de reojo a su hijo y luego a Squalo, el mejor estudiante del instituto. Confiaba en el chico en más de un sentido, tal vez simplemente debería confiar en él...

Delicado de apariencia, cabellos plateados cortos en ese entonces, ojos del mismo color que su pelo y piel ligeramente bronceada. Una mezcla irrefutable de carácter (Y vaya que tenía) y juventud, todo lo contrario a él, se veía frágil. Pero bueno, por algo era sólo la primera impresión.

—¡Oye, mira por dónde vas!  —se levantó del suelo sobando su cabeza después del "accidente"—. ¡No me ignores maldito engreído!

—Parece que a ti no te importa que sea el hijo del noveno Vongola, eres una basura —sonrió para sus adentros.

—¡Me importa una...! Hijo del noveno o no, tienes ojos, mira por dónde caminas. Bastardo idiota.

Miró divertido como el peliplata se marchaba maldiciendo sin ningún tipo de decoro. Así como ese fueron muchos los encuentros, casi todas las veces (si nones que todas) lo hacía por satisfacción propia, porque había encontrado a alguien diferente y no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácil. La frase implicaba varias cosas que se negaba a escuchar, adentrarse en ese juego que era estar interesado en alguien.

—¡VOI, me cansas! —el chico veía indignado y molesto una gran mancha de alcohol en su traje—. Ahora Dino va a creer que soy un maldito borracho.

Cerró sus ojos un poco molesto y se acabó su copa de una sola empinada, dejándola a un lado. Él trataba de limpiarse la mancha con una manta roja, murmurando maldiciones.

—¿Quién es esa basura?

—¿Cuál de todas las que su alteza considera basura? —le respondió con un bufido.

—Esa, la mencionaste antes —intercambiaron miradas silenciosas, el peliplata miró para otro lado.

—¡Y qué te importa!

Tomó su chaqueta y se fue, dejándolo molesto. Rayos, todo estaba saliendo bien. Estaba por decirle que la pantalla del hijo perfecto era una vil mentira, quería ver su reacción. Ni siquiera sabia la razón, quería acaparar más su atención de alguna forma. Pero no, el muy idiota se iba a ver a un tal Dino, ¿quién rayos era ese tipo?

Bueno, más tarde supo quién era porque lo vio hablando con su "amigo" muy amenos en el jardín del instituto, bajo unos árbol. El rubio le sonreía y él miraba a otro lado, evadiéndolo. La acción si que le gustaba, era muy hermosa, pero no si se la dejaba ver al tarado que tenía en frente.

—Squ, eres una ternura.

—¡No me digas así!

—¿Por qué? Se oye lindo —le decía dándole codazos divertidos.

Con él había confianza, bueno, si el peliplata nunca recibía esas muestras de afecto de su parte era porque no era fan de hacerlas. Si las hacía, ¿reiría igual que con el tarado? Tenía que ser una broma, nunca haría tales cosas ridículamente estúpidas.

—Te vi riendo muy alegre con la basura idiota en el jardín.

Una expresión desconcertada dio paso en su rostro, era la primera vez que lo veía así, le dio más rabia. Cuando entendió a que se refería sus mejillas tomaron un ligero tono rosado, imperceptible para cualquiera.

—Eso cuenta como acoso, ¿sabes? —le espetó muy molesto.

—Pues me vuelvo tu acosador y ya está, fin de la discusión.

Ante la mirada atónita del chico, le rozó la mejilla derecha con el dorso de la mano. Era suave, era fina, le encantaba. Abrió los ojos como platos, no hacía falta ver bien para notarlo.

—¿Q-qué te pasa? —le dio un golpe en la mano, lo veía inseguro.

—Me alegra saber que te puedo poner nervioso —volvió a posar su mano, esta vez delineando la extensión de su mejilla.

—¡VOI Suéltame! —dio una segunda manotada y salió corriendo.

El rubio por el que muchas veces suspiró, le hablaba, pero este ni caso le hacía por estar viendo de reojo a Xanxus, sus miradas se cruzaron un momento y eso fue suficiente para ponerse nervioso. ¿Desde cuándo se ponía nervioso con tanta facilidad? Si Dino notó su extraña actitud callada y menos gritona, no dijo nada al respecto, y así lo preferiría más que nunca.

—Creo que ya me has evadido suficiente tiempo, escoria.

—¡Yo no te evado, estás loco! —chilló exaltado, aún sabiendo que no era mentira.

—Sí, sí, lo que digas. Pero ahora tienes que escucharme, ¿vale?

El peliplata gruñó cruzándose de brazos, Xanxus lo tomó como un pase limitado para hablar.

—Una vez me dijiste que era increíble que un bastardo como yo fuera el hijo del viejo, enhorabuena, tenías razón.

—¿A qué te refieres?

—Da la casualidad que soy adoptado, ¿qué piensas de eso?

El chico se lo pensó un breve momento, antes de suavizar su mirada de manera inconsciente.

—No hay nada que pensar, eso no te hace diferente al Xanxus que me gusta.

Algo en sus adentros se revolvió como un grito de júbilo, y lo mejor de todo es que el peliplata no caía en su confesión y lo miraba extrañado.

—Con que el Xanxus que te gusta... Qué bien escondido te lo tenías, pensé que tendría que partirle la cara a la escoria rubia para que me prestaras atención.

—Yo no dije eso... —susurró, como queriendo que fuera verdad. 

—A mí no me molesta, esto pone la cosas muy interesantes —lo acorraló detrás de un pilar, con sus manos a cada lado de su rostro—. Desde que llegaste, mi vida es mucho más interesante.

Se acercó lentamente y besó los labios rosados del peliplata.

Sí, odiaba las muestras falsas de atención, pero Squalo nunca lo vio de esa manera. Por eso le gustaba.

...
Continuará)?

Bueno, eso solo si ustedes quieren que continúe :D
Bye!

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora