XXIV. Un rival en el amor.

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Él no era alguien exigente que esperara de lo mejor en todo, menos en el amor o la atracción –no estando tan consciente de eso- y no lo sería nunca. Tsuna creía que todos eran lindos de alguna forma y merecían una oportunidad, por eso varios se aprovechaban y lo invitaban a un café o a cenar, sabiendo que Tsuna nunca diría que no.

"¿Cómo dejar de insistir con alguien que no te rechaza?" ¡Simplemente sería estúpido! Y esto era lo que muchos pensaban, y no tenían culpa. Tsuna era o muy inocente o muy ingenuo, que vendría siendo lo mismo.

—Lo siento Den-san, pero no busco una relación en este momento —le decía el castaño.

—¿Y vas a negarme una invitación a cenar? —decía un hombre de cabello rubio y ojos celestes— Qué malo eres...

Tsuna miraba los ojos del hombre, celestes y coquetos; pero los ojos plateados de cierto azabache que eran atrayentes y sinceros le gustaban mucho más. Se sonrojó al recordar a Hibari y lo que había sucedido en la mañana, pero cierto rubio pensó que había logrado sonrojar al pequeño padre.

—¿Y qué dices entonces? —preguntó convencido de un sí.

—No puedo, Den-san. Ya tengo una invitación a cenar hoy —sonrió soñador— te ruego me disculpes.

Den quitó su sonrisa de "Casanova" y en su lugar puso una mueca, ¿Quién era el que ocupaba la agenda su castaño? De eso ya dos semanas en los que Tsuna salía con otro.

Mochida no podía ser, el estaba con M.M. y antes de que sucediera, Gokudera Hayato y Chrome lo mataban. Aunque él no sabía que cierto azabache, ahora formaba parte de la banda del castaño.

Belphegor no podía ser, el estaba detrás de Kyoko. ¿Pero entonces quién?

—Tsuna, ¿con quién iras?

Las mejías del chico se tornaron en un lindo carmín –como se lamentaba que no fuera por él- e hiperventiló mientras agitaba sus bracitos y decía que no era nadie.

—Vamos Tsuna, dime.

—Con Hibari-san y debo reunirme con él ahora mismo.

"Esta es mi oportunidad para conocer a ese Hibari, seguramente no se compara conmigo. Yo soy rubio y él seguramente no." –pensó Den.

—Puedo llevarte con ese, ejem, Libari. Seguramente llegas más rápido.

—Es Hibari, no Libari —rió el castaño—. Acepto, pero hay que irnos ya.

—Claro, claro. ¿Dónde te dejo?

—En su casa, esta es la dirección...

Un momento, ¿su casa? ¡Tsuna nunca había ido a su casa nunca! Solo cenaban y lo dejaba en la puerta, pero nunca iba a su casa. Y si iba siempre, ¡¿qué hacían?!

Estaba seguro que Tsuna no intimidaba con nadie, así que no se preocuparía por ahora.

...

Desde hace un tiempo que su querida Hana se había distanciado de él y eso le preocupaba; ya tenían un tiempo juntos pero no podía darlo por alto.

—Kufufu yo pienso que se aburrió de ti.

—Mukuro-sama no le diga eso.

—Oya oya, sólo digo la pura y bendita verdad.

Ryohei no paraba de gritar sus preocupaciones; no creía que Hana fuera así y peor aún cuando le tenía una sorpresa preparada.

—Oni-chan, tal vez sólo espera que la sorprendas —Kyoko le sonrió—. Deberías hacerlo ya, sería muy dulce. Hana es sensible aunque no lo creas.

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora