XXIII. Kozato Enma.

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Era distraído y bastante torpe en todos los aspectos, sean atléticos o laborales, Kozato Enma siempre era visto como un "Dame".

Pero no era el único visto de ese modo.

Hace algunos días lo habían enviado a una escuela nueva, la Escuela Media de Namimori, con nuevos compañeros, maestros y ... matones.

—Dame-Enma, quiero el dinero de tú almuerzo —exigió una voz muy irritada.

—N-no tengo, hoy no me dieron.

El chico era del 3-B, de cabellos desordenados y negros, era un idiota. Se jactaba de ser el mejor y no había quién lo parara, exceptuando a un chico, un chico de mirada dulce.

—Mochida-san, ¿por qué quiere el dinero de Enma-kun? Si no tiene, puedo regalarle mi almuerzo —sonrió— pero no me gusta que robe dinero.

El matón se sonrojo hasta las orejas y bajó la vista como niño cogido en falta, un niño que había comido un dulce que no era suyo. El joven, que tenía castaños cabellos se acercó a Enma y le tendió la mano para que se levantara de esa comprometedora posición en la que estaba.

—No Sawada-kun, no estaba robando dinero de nadie, Enma dijo que me regalaba todo su dinero.

"Ni tú te la crees" –dijo en Enma para sus adentros.

—Ya veo... pero no le creo.

El pequeño lo miró de forma enojada y tomó el brazo del pelirrojo con delicadeza, para después guiarme a una banca de la cafetería.

—Hola Enma-kun, ¿te hiciste daño?

Enma se sentía nervioso, ¿quién era ese muchacho que despedía un aura tan dulce y lucía tan tierno? No pudo evitar avergonzarse, pero se controló.

—No Sawada-san, no me pasó nada.

—Moo, no uses el "san" —reprochó— Tsuna-kun está bien.

—De acuerdo T-Tsuna-kun.

—Así está mejor.

Los días pasaban con rapidez y su amistad con Tsuna-kun aumentaba. Se dio cuenta que teníamos muchas cosas en común, por ejemplo, que eran "Dames". Aunque no lo pareciera, Tsuna no era bueno en muchas cosas y tenía matones como Enma. Pero tenía algo a su favor y él no sabía: Mochida Kensuke gustaba de él y por eso todo su grupo de delincuentes lo respetaban y en un todo, cortejaban.

Tsuna vivía con su Padre Adoptivo, pero siempre le decía que él era su único padre, el mejor de todos.

...

Kyoko salió de la casa de Tsuna con la esperanza de tomar aire fresco en un parque cercano lleno de Sakuras. El clima estaba templado y el cielo nublado.

Tocó su vientre que ya se notaba y lo acarició con amor y alegría.

—Tú padre es buena persona, pequeño. Sólo... es un poco ingenuo.

Se sentó en una banca y continuó charlando con su bebé, que aún no nacía.

—Tsuna-kun está hablando con él ahora —se puso de pie— debería ir a buscarlos.

—¡Kyoko!

Escuchó su nombre a lo lejos, pero creía que era una equivocación. Siguió con su paso hasta que lo volvió a escuchar:

—¡Oye, Kyoko!

¿De dónde conocía esa voz? Era tan profunda, tan familiar que se quedó estática en su lugar durante unos segundos hasta que se dignó a voltear. Sus ojos brillaron al hacer contacto con los de esa persona.

—Hola, Kyoko-chan. ¡Cuánto tiempo!

—Si ha pasado mucho.

—Pero sigues tan hermosa cómo siempre —rio satisfecho al ver el sonrojo de la chica—. Veo que Osamu y tú —hizo una mueca— tendrán un bebé.

La mueca de esa persona pasó desapercibida para la pelinaranja, que ensanchó más su sonrisa.

—Sí, el pequeño ya tiene un espacio en mi corazón, es inevitable no encariñarse con él. Tsu-kun dice que es lo más bello que puede haber.

—¿Tsuna-chan?

—El mismo.

La imagen de Osamu y Tsuna hablando le vino a la mente a Kyoko y se acordó que debía apoyar a su amigo.

—Lo siento, pero debo irme. ¡Fue un placer!

—¡Nos vemos!

Kyoko se fue de su vista, cruzando en una esquina.

—El placer es mío, Kyoko-chan.

...


Alaude y Giotto se habían sentado cerca el uno del otro de manera inconsciente y rutinaria, hasta que recordaron que se sentían enfadados. Giotto sacó su almuerzo y comenzó a comer.

—¿Tú padre cocina?

—Sí, mi oto-chan es el mejor.

Una sonrisa surcó los labios de Giotto, satisfecho y orgulloso de todo lo que hacía su querido oto-chan.

—¿El de la última vez?

—Sí.

Ya no sabían que decir era como si no se conocieran, como completos extraños; Giotto de improvisto se fue acercando tímidamente a Alaude y posó sus labios sobre los de Alaude. El rubio cenizo sintió una presión en su mejía, una muy inusual para terminar con un sonido de beso.

—¿Por qué hiciste eso? —dijo Alaude volteando.

—Oto-chan dijo que las heridas sanan más rápido si la besas —sonrió— tu mejía tiene una herida muy grande. ¡Tienes que tener cuidado!

Haru sólo los veía con ternura...

"¡Giotto-chan es tan inocente!"

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OS AMA TSUHI1827 :3

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora