XXXIX. Segundas oportunidades.

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Su hijo estaba... anormalmente callado en los últimos días y eso lo tenía muy preocupado, no era por ofenderlo, pero su pequeño algunas veces era muy parlanchín. Le gustaba escucharlo y reír con sus ocurrencias, pero hace un tiempo ya no lo escuchaba con tanta frecuencia.

"Seguramente le pasa algo malo, tengo que preguntárselo pronto."

De momento no era posible, Giotto estaba en la casa de Yamamoto Asari. Tan sumido en sus pensamientos estaba que no escuchó el sonido de las llaves abriendo la puerta, ni de los pasos que ingresaban en la casa. Sólo se pudo dar cuenta de un par de brazos que rodearon su cintura y lo aprisionaban.

-Hola, Tsunayoshi.

-¿H-Hibari-san?

El castaño se sonrojó y trató de ocultar su rostro viendo para otro lado, seguro que estaba hecho un desastre y un manojo de nervios. Se acababa de levantar y seguía con piyama, estaba despeinado y todavía un poco adormilado. Sí, una imagen desastrosa.

Bueno, al menos para él. Hibari lo miraba enternecido, el cabello estaba despeinado, sí, pero le hacía ver adorable; sus ojitos que apenas despertaban le daban aire inocente y su piyama azulada le hacía ver mucho más pequeño de lo que realmente era.

-Yo... Pase, Hibari-san. ¿Puede esperar en la sala? Me bañaré rápido para que podamos desayunar.

-Claro, te espero -respondió risueño el azabache.

Tsuna se turbó un poco al verlo sonreír tan abiertamente, el corazón le dio un vuelco y comenzó a latir agitado en su pecho. Bajó la mirada sonrojado y salió despavorido con rumbo al baño, dejando muy satisfecho al azabache. Al cabo de un rato, Tsuna bajó y cuando terminó de cocinar llevó la bandeja a donde Hibari lo estaba esperando.

-A-aquí está... -Hibari le sonrió.

"Verlo sonreír es malo para mi corazón"

-Tsunayoshi, ¿te pasa algo? -inquirió algo preocupado.

-¿Eh? ¡Ah, no es nada! -al ver el reproche en los ojos del azabache suspiró-. Es Giotto, hace unos días que le pasa algo, pero no me ha dicho nada. No sé... que hacer. Él nunca me ocultó nada, nunca hubo secretos.

El dolor en el rostro del castaño hizo que Hibari se sintiera mal, pero esto no lo demostró. Se alegró un poquito al saber que Tsuna confiaba en él y que poco a poco estaba más dispuesto a abrir su corazón y decidió que era el momento de hacer lo mismo. Acercó su silla a la del menor y lo rodeó con sus brazos nuevamente, quedando sus rostros muy cerca.

-Tranquilo, hablaremos de eso luego. ¿Ya te he dicho que eres lindo, Tsuna?

Tsuna casi se desmaya al escuchar el diminutivo de los labios de Hibari, más cuando este le dejó un suave beso en la mejilla justo al borde de los labios.

-Dame-Tsuna, ¿dónde está Gio...? -Reborn enmudeció y se puso rojo de cólera-. ¡¿Qué le piensas hacer a mi hijo, pervertido?!

-Te morderé hasta la muerte.

El castaño volvió a suspirar, lo hacía mucho últimamente, pero al ver a Hibari no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. Hace unos momentos descubrió una faceta de su novio que no conocía, un dulce y tierna. Pero ahora con Reborn enfrente, volvía a ser igual de serio que antes. Sin olvidar que... le había dicho Tsuna.

Y eso lo hizo inmensamente feliz.

...

La escuela lo emocionaba, no era malo en los estudios, pero ahora simple y sencillo la aborrecía. Alaude hace mucho que no iba a clases, todos los días que esperó hasta tarde con tal de verlo entrar, refunfuñar y escuchar su simple saludo lo entristecían. ¡Y lo peor de todo es que no le había dicho nada a su Oto-chan!

Los demás niños entraban como bólidos, todos menos uno. Uno que era rubio, que tenía ojos azules y que conocía muy bien. ¿Tal vez era un espejismo como esos que aparecían en el desierto? Se restregó los ojos y ahí lo siguió viendo, parado y con la misma expresión de siempre.

-Hola -tan simple y seco como siempre.

-Alaude... ¡Alaude! ¡Alaude!

Giotto corrió alrededor de él se colgó de su cuello dándole un peso infantil al otro chico que no se inmutó al tenerlo colgado. Sonrió muy, pero muy ligero y le revolvió los cabellos.

...

A Kyoko poco le importaba estar embarazada y tener mareos, estaba muy ocupada planeando la boda de su hermano y su mejor amiga desde hace tres semanas. Una más y el mes se acababa, llegando el día importante. Acarició su vientre y sintió una mano tímida sobre este. Era un rubio muy conocido para ella.

-¿Bel? ¿Qué te trae por aquí?

-Nada -mintió- Sólo iba de paso.

-A mí no me engañas, ¿qué pasa?

No alcanzaba a ver los ojos de Belphegor pero si sus mejillas ligeramente sonrojadas e imperceptibles a la vista. La chica sonrió más y apartó los mechones de su frente.

-Es por Fran -que el rubio se apartara bruscamente le indicó que estaba en lo cierto-. ¡Lo adiviné! ¿Qué tiene Fran?

Bel se cruzó de brazos diciendo con el gesto que no estaba dispuesto a hablar de eso, entonces el chiquillo de cabellos verdes llegó para llevárselo a rastras.

-Bel-sempai, Xanxus-nii quiere que estemos ahí en una hora. No se quede con la cara de idiota.

-¡¿Qué dijiste?!

-Nada, ¿nos vamos?

Bel gruñó pero salió primero, dejando a Kyoko y a Fran solos.

-Fran, ¿hiciste lo que te dije?

-Sí, Bel-sempai dijo que sí quería ir al cine conmigo -respondió con una sonrisa triunfal-. Gracias, Kyoko-nee.

Fran sabía de lo ocurrido entre Bel y Kyoko, de su antigua relación. Pero no le importaba, Kyoko era una gran amiga y lo estaba ayudando mucho, le debía muchas ranas. Sí, las ranas de Mammon de seguro le gustarían.

...

-Giotto, no quiero ir a tu casa.

-¡Nunca quieres ir! Oto-chan cocina muy rico, ¿sabes?

-¡Yo no dije que no quisiera ir por la comida!

-¿Entonces por la comida si vas? -preguntó extrañado, ya no estaba entendiendo nada.

-No.

-Qué lástima, tal vez Daemon-kun si quiera ir...

Alaude lo miró mal antes de tomarlo del brazo y seguir el trayecto a casa del rubio. Varias veces vio entrar al padre de su amigo, era castaño y de apariencia frágil. Y por lo que su primo Fon le contó, eran novios. ¿Entonces su nii-san estaría ahí?

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¡Hola!

Es un gusto volver a publicar, no miento :)

Bueno, esto es todo por el momento... ¡Nos vemos!

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Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora