XI. Recuerdos.

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M.M. siempre conseguía todo lo que quería, sin excepciones de por medio. Y cuando vio a Mochida, decidió que lo quería para ella, a pesar de saber la relación que tenía con la mosquita muerta del castaño.

Desde siempre lo había envidiado, era muy querido en la secundaria de Namimori. Todos decían lo mismo del chico: que era tierno, que su estatura lo hacía ver adorable, que su sonrisa era bellísima y que era el más deseado de toda Namimori.

Y lo que más rabia le había causado, era ver que Mochida había caído ante los encantos del castaño y habían profundizado una relación.

—Hola Mochida —dijo de forma insinuante—. ¿Estás sólo?

—Sí, pero estoy deseando ver a Tsunayoshi. Es realmente tierno, con sus mensajes —dijo con una sonrisa.

Entonces su cabeza se iluminó por un momento.

Hace un poco de tiempo, había escuchado que él castaño estaba embarazado de Mochida y que tenía seis meses ya. Mochida lo sabía y estaba alegre con la noticia, entonces un plan se formó en su mente, era la mejor oportunidad para manipular a un malandro como Mochida, que le había sido infiel al castaño más de una vez.

—Sabes, Tsunayoshi no es tan tierno como todos piensan. Él era mi mejor amigo, hasta que me robó a mi novio —dijo con mirada de víctima.

—No, ese no puede ser Tsunayoshi. El es muy sincero conmigo y ahora está esperando un hijo mío.

—No —dijo la pelirroja—. Ese hijo no es tuyo.

...

M.M. lo había conseguido, después de mucho tiempo, había convencido a Mochida de la infidelidad del pelinegro y había logrado, además, que lo odiara con todo lo que tenía. Mochida se había refugiado en los mimos de M.M. que se había vuelto su amante.

Por eso cuándo regresó pasó esto:

Cierto castaño caminaba con un bebé pequeño en sus brazos, deslumbrando a toda la gente que lo veía, pues ver al chico con un bebé lo hacía ver bellísimo. Caminó hasta el punto de encuentro que Mochida y él habían acordado en mucho tiempo.

Solo para ver una pelirroja y un pelinegro dándose besos juguetones y apasionados. El castaño, que iba en compañía de Chrome y Mukuro, se sorprendió al ver esto.

—¿Mochida?

Mukuro y Chrome se miraron preocupados por lo que sucedía, no querían ver al castaño así de triste.

Mochidaa miró al castaño con asco y M.M. con burla.

—¿Qué haces aquí, Sawada?

—Yo estoy aquí para verte, ¿lo recuerdas? ¡Lo planeamos tanto! —dijo nervioso.

—No entiendo cómo te atreves a venir ante mi presencia —se fue acercando—. Sería mejor que te murieras.

Mochida le dio una sonora cachetada al castaño, que protegió a su hijo de recibir un golpe también. Mochida alzó otra vez su mano dispuesto a golpearlo, pero una mano fuerte detuvo la suya con firmeza.

—Tsunayoshi-kun no te ha hecho nada, bastardo —le lanzó un golpe en la boca de su estómago— Y tú M.M., ¿qué hacías besándote con el prometido de Tsunayoshi-kun?

—Nada que te interese, Mukuro-chan —exclamó divertida, recibiendo una mirada de odio de los gemelos.

—Sí nos interesa —dijeron al tiempo.

Mientras los gemelos y Mukuro peleaban, Tsuna lloraba sin poderlo evitar, mientras Mochida lo ofendía con descaro.

Pero a pesar de todo, Mochida le prometió seguir con él, quería vengarse.

...

M.M. estaba acostada en su cama, esperando a Mochida de forma provocativa. Necesitaba distraer la mente de Mochida para que no pensara en el castaño más de lo que debería hacerlo.

—Cariño, apúrate.

Pero Mochida al entrar se sentó al filo de la cama, en una orilla lejana a la de M.M.

—¿Qué sucede, cariño mío?

—¿Quién era ese hombre? —pensó en voz alta—. ¿Quién era él, que hacía reír al castaño de la forma que yo nunca pude?

M.M. al escuchar esto se alarmó. Si tan sólo ese castañito de porcelana no existiera, sus planes con Mochida no se vieran interrumpidos.

Aún recordaba lo que Chrome le había dicho ese día:

"Por mi bien, llévate a Mochida-san. Un estúpido que no confíe en el boss no lo merece. Es más, el boss está en los planes de alguien mucho mejor que él".

—¿Ese niño era, Giotto?

—Lo era —resondió ella con fastidio.

—Yo quiero conocerlo, si él alega que es mi hijo, quiero hablarle.

Esto realmente descolocó a la peliroja que se puso furiosa. ¿Por qué precisamente ahora quería hacer el papel de padre? Mochida idiota...

...

Gokudera estaba en la casa de su adorado décimo, ayudándolo a calmarse.

—¿Por qué tenía que verlo hoy? Todo salía de maravilla.

Gokudera, lo miraba severo, cómo si lo estudiara. Hasta que decidió preguntar:

—Décimo, ¿usted gusta de Hibari-san?

Tsuna se puso rojo por semejante pregunta, pero igual sabía que a su mejor amigo no le podía mentir, así que mirando al suelo, respondió:

—É-él sí me gusta mucho. Y es bueno conmigo... esto es una tortura —dijo mirando al peliplata.

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Hola!

Mochida idiota!

-_-

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora