XXXI. Elly.

2.4K 257 59
                                    


Hibari había sentido repulsión por una gran cantidad de personas a lo largo de vida, pero nunca sintió una repulsión más grande como la que le tenía a Mochida. Giotto se refugió detrás de Hibari con un poco de miedo.

El azabache de ojos grises tenía a Mochida agarrado del cuello y ejercía presión en este hasta escuchar un grito ahogado del otro y uno asustado de parte de Giotto. Soltó al hombre frente él y le dejo ir una patada en el abdomen, no sin antes tapar los ojos del más pequeño.

—Oto-sama —vaciló Giotto—. ¿Está bien?

—Sí, Giotto.

Lo abrazó para reconfortarlo y le dijo que todo estaría bien, también le ordenó que fuese a su clase, pues esta ya debía haber comenzado. El niño le hizo caso y se retiró.

Mientras Giotto corría de camino a su clase, Mochida se ponía de pie para tratar de seguir al rubio, pero un puñetazo en su nariz le hizo darse cuenta de la situación en la que estaba.

—¡Maldito Hibari Kyoya! ¡Eres un bastardo!

—Aquí entre nos, el único bastardo eres tú —escupió sin miramientos.

Mochida se puso de pie por segunda vez tratando de detener la sangre que le salía de la nariz y teniendo cuidado de no desmayarse por el dolor.


...


Tsuna estaba inquieto de alguna forma. No sólo porque su oto-san no paraba de planear unsin numero de ideas para matar accidentalmente a su... ¿novio?

Él estaba seguro que algo más estaba pasando no muy lejos de ahí y Reborn notó su malestar.

—¿Tanto te afectaría que matase a Hibari?

—¿Tú qué crees?

El mayor soltó un gruñido por lo rezongón que estaba Tsuna, pero tenía que entender que no se fiaba de Hibari aún siendo ex compañeros. Ciertamente Kyoya era eficiente, duro y podía proteger al castaño, pero eso no quitaba que posiblemente fuese un pervertido.

—Reborn, Hibari-san es una persona maravillosa —dijo con una boba y tierna sonrisa de enamorado—. Es bueno conmigo y con Giotto...

Reborn volvió a gruñir por lo bajo y esta vez tomó las manos de su hijo y lo miró fijo, antes que nada tenía que preguntarle algo.

—Él y tú... ¿ya lo hicieron?

Tsuna se sonrojó con violencia mientras miraba a su tutor y padre con vergüenza, lo que hizo que Reborn lo malinterpretara.

—¿Lo hizo con cuidado, o te forzó? ¡El muy imbécil de seguro te violó! ¡Asaltacunas! ¡Pederasta!

—Reborn, no lo hemos hecho...

—Hijo de ...

El hombre de traje y fedora calló lo que iba a decir para después golpear a Tsuna en su cabeza con mazo-león.

—Itte, oto-san —dijo sobándose la cabeza.

—<<Itte, oto-san>> —repitió Reborn con burla—. ¿Cómo se te ocurre asustarme de esa manera, Dame-Tsuna?

—Ni siquiera nos hemos besado —explicó el chico.

Reborn pensó que era razonable dejar vivir a Hibari, claro, dependiendo de lo que hablaría con él más tarde.


...


—¿Crees qué por engatusar a Giotto, Tsuna te tiene toda su confianza? ¡No me hagas reír! Yo estoy seguro que me extraña, extraña que lo bese y dormir entre mis brazos.

Hibari no había sido bendecido con mucha paciencia que digamos, y la poca que sí tenía se evaporó al escuchar las palabras del imbécil frente a él.

Sin dar lugar a respuestas sacó sus tonfas que yacían debajo de su chaqueta y siguió golpeándolo hasta que casi quedaba inconsciente. Quedó muy herido y estaba a punto golpearlo más fuerte... pero se detuvo. Recordó a Lambo y el estima que Tsuna le tenía al chico.

Sería muy injusto que Lambo se encargara de un cadáver para recibir un castigo de los padres de Mochida. Además, quería matarlo después, para que viera cómo llegaba con Tsuna al altar.

—No es más que porquería.

—Kufufu, Ave-kun. La clase de Giotto ya terminó.

Hibari lo miró con desprecio, pero desprecio sano por así decirlo.

—Hm.

—Hombre de pocas palabras —se burló—. ¿Qué se siente ir a conocer a tu futuro suegro?

El azabache detuvo su caminar y señaló a Mochida.

—¿Quieres terminar cómo él, herbívoro piña?

Mukuro le sacó la lengua y despareció tras la niebla.


...


Elena era una mujer hermosa y amable, siempre tenía una sonrisa en su rostro y trataba de alegrar a todos.

Pero un día y ante la presencia de sus hijos, ella se sumió en un sueño del que nunca despertaría.

Daemon estaba pequeño y sus hermanos un poco más grandes, pero todos estaban muy conmocionados. Mukuro incluso tuvo la convicción de creer que su madre no estaba muerta, que ella despertaría tarde o temprano y todos decidieron creerle.

Pero con el paso del tiempo las esperanzas se hicieron nulas y la llama de la convicción decreció poco a poco. Tanto fue así que un día de primavera, una mujer pelirroja entró a la casa y se sentó junto a ellos para cenar.

Chrome, Mukuro y Daemon estaban furiosos. ¿Con qué derecho pretendía esa mujer sentarse en la silla de mamá?

—Hola, pequeños —saludó un día la mujer—. ¿Qué hacen?

Mukuro la ignoró y Chrome se hizo la que no escuchaba, pero Daemon le contestó:

—¿Qué le importa vieja bruja?

Elly no tomó esto muy bien y se acercó al chico, amenazante.

—No olvides que dentro de poco seré tú madre y me debes respeto, perro rabioso —dijo furibunda.

Mukuro miró a la mujer con odio puro y le dejó ir un golpe.


...


Hana y Ryohei estaban dando un paso importante en su relación y con una gran esperanza que todo fuera como lo planearon, entregaron las invitaciones a la boda.

Kyoko los seguía con una sonrisa en su rostro mientras los ayudaba a repartir.


...


Ya era hora que Hibari apareciera por la puerta, pero estaba tardando.

—Seguro nos dejó plantados —dijo el "Hitman" sacando una pistola.

—Ya te dije que en los restaurantes están prohibidas las pistolas...

—Yo por mi hijo, mato —aseguró el azabache, ocultando su mirada bajo la fedora.

Tsuna suspiró por enésima vez ese día, pero de repente sintió unos labios en su mejía y vio con horror cómo su tutor se ponía de pie apuntándole a Hibari.

"De esta no salgo"

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora