XLII. Una nueva vida juntos.

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—¿Mochida?

No había nada más que silencio en la habitación, se tapó el rostro y comenzó a llorar como hace tiempo no lo hacía, las sábanas del cuarto todavía tenían el olor de él y ella... en ella persistía más que solamente el olor.

—Ni siquiera... ni siquiera me dejó una nota...

"Eso te pasa por tonta y crédula, por entregártele, seguro cuando te vea te dirá que no significaste nada para él. Bien hecho M. M."


De camino a la universidad trató de reflexionarlo con más calma, ¿y qué si Mochida tenía un compromiso muy importante? ¿Y qué si tenía que trabajar y por eso se había ido? Le rogaba al cielo porque esa fuera la razón, casi se convencía de ello, sin saber que por esta razón le dolería más ser rechazada.

—¡Tú me gustas, Sawada-san! ¿Quieres ser mi novio?

—Es muy tierno, si me gustaría.

Maldito. Una y mil veces maldito. Pero... ¿quién? Sentía que odiaba a alguien, su corazón enamorado palpitaba del rencor y el despecho. Lo amaba demasiado como para odiarlo a él, había sido el primero y fue el único, no, no podía odiarlo si lo amaba tanto. Sawada Tsunayohsi, tan tierno, tan alegre, tan lindo, tan amigable. Tan diferente a ella.


—Mochida, ¿podemos hablar a solas? —preguntó viendo de reojo a los amigos del pelinegro.

—Ahora no puedo, tengo que ir a traer a mi novio de su clase.

Descarado imbécil. Un descarado imbécil que amaba con locura, ¿qué podía hacer ella? ¿Por qué no abría los ojos?

—Por favor, te lo suplico.

—Está bien, vamos, pero hazlo rápido.

Cuando llegaron a un patio trasero la voz se le fue, pero tenía que hacer algo, así que fingió una postura decidida y detuvo a Mochida de la silenciosa caminata.

—Mochida, lo que pasó ayer, bueno, verás...

—Ayer no pasó nada, ¿entiendes? —le respondió tajante—. Ya te dije que tengo un novio, simplemente olvídalo.

¿Cómo podría olvidarlo? Había sido hermoso estar entre sus brazos, tantas veces que había soñado con eso y esa noche todo se hizo realidad. Pero también había un detalle, nunca se imaginó que la única que sí sentía era ella.

—Pero yo...

—No hay ningún pero que valga, no pasó nada. No creo que estés embarazada, nos protegimos muy bien. Los que van a ese bar buscan diversión, tú fuiste, y creo que te divertiste mucho. ¿O me equivoco?

Así era, luego de un tiempo descubrió que a Mochida le gustaba ir allí, ella lo aborrecía. Pero si iba esa noche lo encontraría, lo vería y calmaría la necesidad de buscarlo siempre, había sido algo planeado, pero no había planeado nada de lo que pasó después.

—No te equivocas —susurró aguantándose las ganas de llorar—. Lo disfruté mucho... Tienes razón, fui una tonta, espero que... que te vaya bien.

Si le decía que esperaba fuera feliz con su novio estaría traicionando a su corazón, así que se abstuvo de decirlo. Se sintió una sucia egoísta, lo quería para ella, quería recibir el mismo cariño y atenciones que el castaño. Se dio la vuelta y no lloró una sola lágrima.

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora