XXII. Un nuevo impedimento.

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Lo extrañaba más de lo que hubiera pensado, pero era inevitable. ¿Por qué ya no llegaba? ¿Y por qué no le había dicho nada? Alaude no llegaba desde hace una semana y no tenía pena en admitir que estaba muy preocupado por él.

Pero al siguiente día, lo que más deseaba pasó... Alaude llegó y volvió a sentarse a su lado. El rubio iba a abrazarlo y reclamarle todo lo que lo hizo pasar, pero su aspecto era tan lastimero que le dolió el corazón.

—A-Alaude...

El rubio cenizo tenía una banda muy grande en su mejía, su brazo tenía otra muy grande y finalmente su rodilla tenía un pequeño raspón.

—Alaude, ¡¿Qué te pasó?!

—Nada —respondió indiferente.

Un puchero inundó la cara del menor.

—¿Estabas preocupado por mi? —dijo Alaude con un toque de orgullo.

—Sí —respondió con sinceridad—. Sí, estaba preocupado —hizo una mueca de enfado— ¿por qué te fuiste sin decirme nada? Pensé que éramos amigos.

—Pues te equivocaste —mintió con todo descaro mientras seguía caminando.

Giotto estaba seguro, algo le decía que su extraño amigo estaba mintiendo. Su oto-chan le decía que su "graciosa sensación" o "hiper intuición" nunca le fallaría. Lo abrazó por un lado y clavó sus dorados ojos con los suyos. Azul y dorado.

—Mentiroso.

—¿Tú qué sabes?

—Más de lo que crees. El señor Hibari dijo que la mentira era mala.

"El señor Hibari..." –pensó incrédulo Alaude.

—Hibari-san...

—Sí, el dijo que mentir es malo.

Giotto estaba pegado a Alaude como una lapa y no pensaba dejarlo hasta que aceptara que estaba mintiendo. Ninguno de los dos cedería, pero Haru entró haciendo que los chicos se sentaran en su lugar, y tratasen de no dirigirse la mirada en ningún momento.


...


Si había algo que lo molestaba, era la debilidad. Pero más le molestaba la fuerza aprovechándose de la debilidad de los demás. Tsuna, por supuesto, era un caso aparte. Él era su hijo, su pequeño orgullo.

Le había enseñado todo lo que sabía y lo había criado con todo lo que tenía y le faltaba conseguir. Por eso le carcomía pensar que un imbécil era el padre de su "nieto".

Siempre que veía la foto de Tsuna jugando con una pequeña pelota morada, le venían recuerdos felices y dolorosos. Pero todos significativos.

Pero Reborn es un humano, uno con temperamento terrible; y saber que Iemitsu trataba de ponerse en contacto con Tsuna, era el colmo. Él sabía que Mochida buscaba a Giotto y ahora Iemitsu buscaba a Tsuna. Que miserables son los traidores buscando perdón.

—Reborn-sama, Iemitsu está al teléfono —dijo la pelimorada.

—Cuélgale.

—¿Qué le dirás a Tsuna, Reborn? —preguntó un rubio de ojos almendrados.

—La verdad, Dino. Estúpido infeliz de Iemitsu.

—Tiene razón, Reborn-sama, la vida es muy irónica y parece estar en contra de Tsunayoshi-sama —razonó Romario.

El expresso que el azabache tomaba había quedado olímpicamente ignorado, en algún momento se acordaría.

—Chrome, puedes regresar a Kokuyo.

—No, Reborn-sama, ya no pertenezco ahí.

Las cejas del "Hitman" se arquearon con curiosidad y precisión, de repente se acordó de su bebida y comenzó beberla de nueva cuenta.

—¿Es por M.M.? No le hagas caso.

—Es por mí, por el boss y por Kyoko.

Era por ella, para no soportar a la pelirroja que le hacía la vida imposible; era por Tsuna, porque siempre se preocupaba por ella al punto de no dormir para llevarle alimentos a escondidas; y era por su amiga Kyoko, pues así estaba más pendiente de su estado.

Reborn entendió esto y simplemente le dijo que fuera por con Tsuna, para cuidarlo. La chica aceptó gustosa, pues lo que más le gustaba era ayudar.

—Ahora el problema es Iemitsu, Tsuna tiene demasiados problemas como para agregar más a la lista. Como su padre, debería encargarme del estúpido —sacó una pistola y le insertó munición— pero no puedo matarlo.

—¡Ya cálmate! —gritó Dino histérico.

—Tch, ¿qué propones?

—Busque al boss y cuéntele. Tsuna contará con usted y se enfrentará a su... a ese señor.

—Tienes razón, Chrome.


...


Las llaves sonaron muy cerca, para decepción de Lambo. El sólo esperaba que Mochida un día de esos se fuera con M.M. a un lugar lejano de él y de su Tsuna-nii, simplemente dejar de verlo todos los días que le quedaban.

Llevó a Lampo a su habitación, ahí dónde el mayor no podía entrar y lo dejó dormido en la cuna con la puerta asegurada. Mochida nunca le había hecho nada extremo, pero tampoco iba a arriesgarse. Bajó con cautela para encontrar a un Mochida ebrio y muy desconcertado.

—¡Quiero que Tsunayoshi vuelva a ser mío!

Lambo suspiró con pesadez y trató de ayudarlo pero Mochida no se dejó. Lo dejó en el sofá del salón y fue a traer a Lampo que seguía dormido. Tomó su mochila y metió varios cuadernos y lápices, además metió una alcancía que pesaba mucho. Sabía mejor que nadie que Mochida robaba el dinero para tomar y no lo reponía.

—¿Por qué se fue...?

Aprovechando que Mochida estaba delirando, salió con el pequeño Lampo.

Eran las nueve de la noche y se veía muy oscuro. Tenía miedo de andar así con Lampo, pero era mejor que exponerlo a las tonterías de Mochida.

Cerca de su casa había un edificio en construcción que tenía un escaparate muy mal iluminado, pero sabía que al llegar estaría seguro.

—Lambo-chan, ¿qué te ocurre? —preguntó un castaño.

—Tsuna-nii, gracias por esperarme, pero tenía que asegurarme que Mochida llegara a casa.

—Lo entiendo, vámonos —tomó al bebé.

A lo lejos estaba Mukuro, asegurando que todo estuviera bien.

—Mukuro, lleva a Lampo, yo llevaré a Lambo.

—Kufufu, está bien —tomó al bebé en sus brazos.

Caminaban en silencio por las calles desiertas de Namimori, en un silencio cómodo y seguro. Lambo apretó la mano del castaño contra la suya.

—Tsuna-nii, ¿por qué me cuidas tanto?

Tsuna sonrió con dulzura y devolvió el apretón de manos.

—Porque eres un niño muy lindo.

—¡Tsuna, no sabía que tenías esas mañas!

—Mukuro, sabes a los que me refiero. Lambo es muy obediente y no merece vivir con angustias.

—Tal vez tengas razón.

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HOLA!

:3 Les gustó?

Trataré de hacerlos más largos XD

OS AMA TSUHI1827

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora