XXXII. Invitación de bodas.

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El ambiente era tenso e incómodo, y no es para menos. Reborn le mandaba miradas asesinas a su "yerno", Giotto lo contemplaba todo con curiosidad y Tsuna trataba de encogerse en su asiento.

—Hibari Kyoya. ¿Cuáles son las intenciones que tienes?

—Ser la pareja de tu hijo, Reborn.

Hibari tomó la mano del castaño y la besó, para vergüenza de Tsuna y enfado de Reborn.

—Oto-chan, ¿por qué el abuelito está enojado?

—E-es que tiene hambre... Ya sabes cómo se pone cuando no come...

Giotto no muy convencido asintió y siguió comiendo mientras observaba con diversión la disputa unilateral entre los dos azabaches. Unilateral porque Hibari parecía estarlo disfrutando y Reborn estaba que sacaba humo de la cabeza.

—Reborn, estás incomodando a Hibari-san —dijo alzando un poco la voz para después suspirar—. ¿No puedes guardar a León por este día y cenar cómo una persona normal?

El mencionado negó con la cabeza y se cruzó de brazos para seguir con sus miradas asesinas, que por muy feroces que fueran, no mataban ni a una mosca.

—Por mí, oto-san. Hazlo por mí.

Reborn le puso el seguro a León e hizo una expresión de irritación. Nunca diría que no si era por su cielo.

...

Lambo sabía, o por lo menos presentía que eso sucedería. Que Mochida se comportaría como el idiota que es y daría rienda suelta a la ira de Hibari, con comentarios provocadores. También tenía la corazonada que Mochida se refugiaría en la bebida como todas las veces que algo le salía mal.

—Te lo advertí, nii-san —dijo dándole un café bien cargado—. Te dije muchas veces que no fueras.

—¡Yo sólo quiero recuperar lo que me pertenece!

El niño negó con desaprobación y ayudó a su hermanastro a llegar al baño.

—Si lo quieres recuperar es que en algún momento lo perdiste. El ya está feliz y tú eras feliz al lado de M.M.

Mochida terminó de vomitar y bajó la cadena. Sintió que la vista se le hacía doble y que las piernas le flaqueaban, ya estaba bajo la influencia de las cantidades exageradas de alcohol que tomó hace unas horas.

Lambo sintió repulsión y algo de compasión por aquel hombre desamparado que no lograba entender lo que había perdido.

Su prometido, a su hijo.

Su familia, que ahora era feliz bajo el reguardo de otro.

—M.M., ella no es cómo él y nunca lo será.

Estas palabras descolocaron un poco a Lambo, ¿eso qué significaba?

—Ella estaba en una mesa, comiendo junto a mi y pensando en otra persona. No me fue sincera nunca, al contrario de Tsunayoshi.

Lambo agarró a su hermanito, pues se le estaba haciendo tarde, y ya con Lampo en brazos se dirigió a la puerta.

—Entonces, espero que entiendas la magnitud de lo que perdiste. ¿Por qué? Por idiota.

...

Tal vez la dulce espera, no era precisamente dulce. Y Kyoko da testimonio de eso.

Los mareos eran terribles y las incontables veces que había comido de los deliciosos manjares del castaño, se iban por el inodoro.

—Kyoko, ¡¿es normal que te desmayes tanto al extremo?!

—Si, onii-chan. Cuándo sea la luna de miel y Hana quede en mi estado, también vomitará...

Su comentario hizo sonrojar a su mejor amiga; a Ryohei no, porque no entendió.

—Ay Onii-chan —dijo riendo— ¿y si mejor vamos a entregar las invitaciones?

...

Enma ya llevaba una semana en el mismo hotel y eran incontables las veces que había sido envuelto en malos entendidos, si así se les puede llamar. Recibió escenas de celo de parte del rubio, que en lo personal le eran afables.

—¡El recepcionista te estaba viendo mucho!

—Dino-san, el recepcionista tenía que verme para darme el cambio...

—¡Son excusas!

Kozato sonrió y abrazó a su ahora novio.

Sí, en esos días Dino se le declaró, precisamente en esa cena. El pelirrojo era normalmente tímido, casi por naturaleza, pero con el rubio era un poco diferente. No tenía vergüenza de comportarse cómo él quería, el rubio siempre lo aceptaría.

Dino le devolvió el abrazo a su chico y le dio un beso en los labios antes de separarse.

—¿Nos vamos?

Enma, ahora sonrojado, asintió con la cabeza.

...

La situación de yerno y suegro se fue esfumando poco a poco, ya que ninguno de los dos querían incomodar al castaño y su hijo. Estos dos eran un rayo de sol.

—Oto-chan, ¿y ese pajarito?

Los tres adultos vieron en dirección a su cabeza para encontrar a un Hibird perfectamente acomodado. Y a penas se le veía, pues las hebras del niño eran rubias y suaves.

—Oh, es Hibird.

Reborn soltó una carcajada y casi se atraganta con el expresso que estaba tomando en esos momentos.

—¿Hibird? ¿Quién le puso nombre?

—Fui yo —dijo Tsuna con una sonrisa.

Hibari, que sí comprendió el intento de provocación, le respondió:

—Tsunayoshi dijo que era mejor y más fuerte que todos y por eso se basó en mi nombre... Aunque no te tomó en cuenta...

La estridente risa del "Hitman" se acalló.

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Esa mañana Tsuna se despertó temprano para preparar el desayuno y recoger las cartas que le eran enviadas casi de forma monótona.

Cartas de acosadores.

Recibos.

Publicidad.

Y una invitación a una boda.

Casi automático, estaba a punto de arrojarla en la cesta de la basura pero se detuvo en seco al ver lo que era.

Sasagawa Ryohei y Kurokawa Hana

les invitan a su boda.

Para: Sawada Tsunayoshi, Sawada Giotto y Reborn di Arcobaleno.

El grito de júbilo se escuchó por todas partes, despertando a su oto-san y asustando a su hijo.

Reborn, bastante práctico, tiró la puerta en lugar de abrirla y empezó a disparar ni bien salió de la casa.

—¡¿Qué demonios te pasa?!

Tsuna corrió a los brazos de su padre y se colgó de su cuello en forma de abrazo.

—¡Se casan! ¡Se casan!

—¿Quiénes se casan?

—¡Hana-chan y onii-san se casan! ¡Estamos invitados!

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CHAN CHAN CHAAAAN!

OKNO XD

Hola!

Siento tardar tanto pero estoy en época de exámenes ...

Sin más que decir

OS AMATSUHI1827

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora