Hibari estaba esperando al castaño, un poco ansioso y con algo de ilusión. Ese día, su "plan" comenzaría.
A la hora del almuerzo, Hibari se acercó a la banca dónde el peliplata, la pelimorada y el castaño estaban comiendo, riendo y disfrutando. Tocó su hombro, haciendo que diera un pequeño salto del susto y que luego le sonriera con dulzura que sólo a su hijo y a él le salían tan bien.
—Ohayo, Hibari-san.
—Ohayo, Sawada. ¿Tienes un momento?
—Oye bastardo, deja que el décimo coma en paz —reclamó el peliplata.
—No hay problema, Gokudera-kun.
El castaño tomó su almuerzo y fue detrás del azabache, que lo guió a una parte más solitaria y tranquila, de la cual el castaño no tenía conocimiento. Los sakuras que se alzaban y dejaban caer sus pétalos a plena primavera, llenaban el ambiente. Pequeños pétalos rosas caían sobre la melena del castaño, dándole una vista tierna al azabache.
—¿Ocurre algo, Hibari-san? —preguntó el castaño, ladeando la cabeza.
—No es nada, Sawada.
Se acercó lentamente al rostro del castaño y con su mano apartó los pétalos de su cabello con una caricia disimulada. El castaño bajó su mirada avergonzado y con las mejías sonrosadas. Hibari sonrió satisfecho mientras seguía caminando rumbo a una banca lejana.
Ambos se sentaron a la sombra de un árbol mientras el castaño comía.
—Tsunayoshi... —pronunció el nombre del pequeño por primera vez— esta tarde, ¿aceptas venir a cenar conmigo?
Eso tomó por sorpresa al castaño que comenzó a atragantarse con lo que en ese momento comía, cuando se recuperó trató de negarse:
—Y-yo no creo que eso sea posible —dudó al decir lo siguiente—. Tengo un hijo y debo recojerlo después del trabajo.
Un silencio incómodo reinó alrededor de ellos mientras el castaño maldecía por haber dicho eso, más aún por ocultárselo a él. Hibari sonrió victorioso, pues sabía que la amabilidad del chico era grande y no se podía negar.
—Eso lo sé, Tsunayoshi. No hay problema, podemos recogerlo antes de ir al restaurante.
—Pero no tengo ninguna niñera.
—¿Quién dijo que lo dejaríamos, Tsunayoshi? Él vendrá con nosotros.
Esto sí que descolocó al castaño, que se sentía inseguro.
Después de lo que había pasado con Mochida... Sentía que muchos despreciaban a su hijo y le partía el corazón. Él temía que el azabache fuera cómo los demás y lo maltratara, no podía permitir eso. Se paró de golpe y trató de caminar lejos de Hibari, pero este lo detuvo.
—Tsunayoshi, no tengas miedo. No me temas a mí, tú hijo seguramente es tan educado y tierno cómo tú. Tal vez su cabello también tenga un olor a miel.
Tsuna se alegró al escuchar aquello, y sintió el impulso de abrazar al mayor, pero no lo hizo. En cambio, se volvió a sentar.
—Perdóneme, Hibari-san.
—¿Por qué razón, Tsunayoshi?
—Porque no se lo dije nunca, nunca le dije que tenía un hijo.
El castaño se sintió extraño al confesar aquello, pero algo dentro de él le decía que había traicionado a Hibari al no contárselo.
—Dime, ¿y puedes hacerlo ahora?
—Sí, Hibari-san. Todo a su momento.
El reloj marcó la hora de entrada y tuvieron que regresar.
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Si yo te amo, entonces ámame.
FanfictionSawada Tsunayoshi solo tiene ojos para amar y adorar a su pequeño hijo, Giotto. Cree que no puede volver a enamorarse de nadie, pero un día se encontró con un azabache que formaría parte de su vida siendo más que un amigo. Después de disipar las du...