XIV. Parque de diversiones.

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Giotto vestía una sudadera naranja con gorro, que tapaba toda su cabeza y sus manitas, se veía muy adorable. Y su padre no se quedaba atrás. Llevaba una chaqueta azul que le quedaba grande y una bufanda más clara.

Hibari iba atrás de ellos, tan guapo cómo siempre. Pero iba con un aura de mil demonios, es más, las personas no se acercaban de ninguna forma a ellos.

Hibari estaba cabreado, pero no con Tsunayoshi -pues era casi imposible enojarse con él- sino con el estúpido entrometido de Mochida Kensuke. ¿Padre, él? ¡Qué risa! Pero no tenía que preocuparse mucho, pues él DEBÍA tomar el lugar de él. Como padre y pareja.


...


Mukuro tenía un chichón en la cabeza. Y, ¿cómo pasó? Pues:

"MENSAJE NUEVO DE TSUNAYOSHI.

Hola, Hibari-san. Sobre lo que le conté... Ya todo está planeado, lo siento. Gio-chan se reunirá con nosotros después de una hora.

Nos vemos ahí."

-Kyo-san, ¿le pasa algo?

Y lo decía porque el pelinegro había estrellado el teléfono contra la pared, de puro coraje y rabia muy contenida.

-¿Insinúas que tengo que estar nervioso porque el herbívoro idiota (Mochida) se irá con Giotto-kun? ¡Te morderé hasta la muerte!

-Pero Kyo-san, yo no he dicho nada de eso...

-Kufufu ave-kun, vas a perder tu oportunidad de jugar a la casita -dijo, claramente provocando al azabache.

Hibari, que no estaba para estupideces ni para estúpidos, sacó sus tonfas y sin previo aviso le dejó ir un golpe mortal. Pero parecía que Dios cuidaba a los entrometidos, porque Mochida no se moría y Mukuro sólo obtuvo un chichón que lo hacía bastante cómico.


...


A lo lejos se escuchaban los repitiqueos de tacones, los de M.M. que eran ostentosos y enormes. Mochida iba a su lado mirando fijamente al niño y al padre, sacándole celos al azabache. Hibari realmente estaba utilizando un esfuerzo sobre humano para no matar al imbécil que tenía delante y que se comía al castaño con la mirada.

M.M. que también notaba esto, maldijo su suerte, maldijo al castaño, a Mochida, a todo lo que ella consideraba propio de una maldición. Entonces sus ojos se encontraron con los de Hibari...

Hibari la veía con odio, y ella con fingida inocencia, claro. M.M. sabía que todos culparían a su amante, no a ella. Sonrió ante el pensamiento.

-Tsunayoshi, nos veremos en una hora.

-No más, no menos -dijo M.M. con desgano.

Giotto los miró con enfado, que Hibari notó y lo miró con consuelo. Mochida iba a estar con él una hora, una hora agobiante como para un niño.

-Cielito, aún puedes negarte -le susurró para después darle un beso.

"Todo sea por la felicidad de oto-chan..."

-No oto-chan, estoy seguro.

-¡Vámonos ya! -increpó Mochida, notablemente desesperado.


...


Hibari y Tsuna caminaban en silencio sepulcral, nada los perturbaba. El azabache que se había mantenido callado, no pudo aguantar más:

-Tsunayoshi, ¿por qué aceptaron?

Tsuna se detuvo y con reproche en su voz, le respondió:

-Yo no tenía opción, él es el padre de Giotto y quiera o no, tiene derecho a verlo -lo miró a los ojos-. Giotto no se mostró en desacuerdo, pero creo que no estaba convencido.

"Te debo muchos helados, Giotto-kun"- se dijo Hibari cómo recordatorio.

Hibari por lo pronto, trataría de mantener tranquilo al castaño. Lo tomó del brazo y lo envolvió con el suyo.

-Vamos, Tsunayoshi. ¿Quieres ir a la rueda de la fortuna?

-Sí -dijo anonadado-. Vamos...


...


M.M. caminaba de la mano con Mochida. Giotto iba tras ellos caminando lo más rápido que podía. No se sentía bien ni protegido, no sentía que ese hombre fuera su padre y tampoco quería creerlo, simplemente no le pasaba por la cabeza.

-Oye, ¿vamos a comer? -inquirió M.M. a Mochida, ignorando a Giotto.

-Bien, vamos.

Giotto recordaba algo más cálido. Cuándo su oto-chan se ponía a su izquierda y el señor Hibari a la derecha, siempre le ponían atención y el señor Hibari le acariciaba su frente. Mochida por el contrario, sentía un poco de repulsión al ver a Giotto. Ni siquiera entendía porque había querido reunirse con él.

Giotto, que aún era un niño, sintió unas tremendas ganas de llorar y gritar, ganas de correr y ver la sonrisa de su oto-chan y los ojos serios del señor Hibari.

-Oye mocoso, apúrate -gritó M.M.

El rubio hizo una mueca de disgusto y caminó con fiereza. Mochida trató de agarrar la mano del pequeño, que rápido la apartó, como un gato huraño.

-Será mejor que te calmes -exigió Mochida con voz fría, mientras lastimaba las manos del castaño y lo obligaba a caminar.


...


Hibari miraba enternecido la escena que tenía delante. Tsunayoshi le daba de comer a los patitos del estanque, con una sonrisita tierna y dulce. Los rayos del sol iluminaban su pálida piel y hacía ver sus ojitos brillosos.

-Mire, Hibari-san, ¡son tan lindos! -señaló unos patitos.

Hibari sonrió al ver la escena infantil que armaba el castaño. Las demás personas los miraban con adoración, parecía una pareja amorosa.

-Lo son, Tsunayoshi. Pero tú también lo eres, ¿sabes? -se acercó y con su mano acarició su pequeña mejía.

Tsunayoshi se sintió extraño. Con un extraño impulso de seguir disfrutando de esa caricia. Pero se acabó muy rápido para su gusto.

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Holi!!!

:'3 HIBA-CHAN TAN LINDO!

OS AMA TSUHI1827

Bye! <3

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora