Se conocían mejor que nadie, y se conocían tan bien que tenían miedo. No querían causar problemas al otro, pero no sabían los problemas que causaban por no querer causarlos. Callar, olvidar, tener miedo, era algo que cualquiera negaría en existencia al referirse a los hermanos Hibari. Era algo tonto, estúpido, ellos eran humanos a fin de cuentas, lo único diferente era que se sabían ocultar bien.
—Alaude... —el niño se había tirado a sus brazos importándole un rábano que lo estuvieran mirando, se le olvidó por completo que tenía sentimientos que ocultar.
Hibari sintió un alivio en su pecho y le devolvió el abrazo, no era cariñoso con casi nadie, pero los que sí merecían su cariño (o intento de cariño) se lo merecían bien.
—¡Nii-san! ¡Estás aquí, te encontré, volviste!
Los hermanos sintieron dos personas más dentro del abrazo, Tsuna y Giotto les acariciaban suavemente para tranquilizarlos.
—Gracias por confiar en mí, Alaude-chan.
—¡Eres el hermano de Oto-sama!
Reborn rio ocultando su rostro con su fedora, había entrado por atrás en el momento justo del reencuentro, eso sí era tener suerte. Alaude soltó sus primeras lágrimas de felicidad en ese momento, si Tsuna pudiese tomarlas y hacerlas una joya, las conservaría toda su vida.
...
Giotto halaba a Alaude de un lado para otro enseñándole toda clase de cosas, a Hibird, a Natsu, la cocina, el cuarto, el patio trasero... en fin, lo que se le venía a la cabeza, el otro niño no se quejaba. Hasta que llegó la hora de dormir acordaron los cuartos y al final durmieron juntos en la cama de Giotto.
—Ya se durmieron, parecen unos angelitos —Tsuna se sentó en el sillón a un lado de Hibari— creo que todo terminó bien.
—Es una lástima, no ha terminado.
El castaño iba a replicar, pero Hibari cayó todo lo que tuviera que decir con un beso muy largo y lleno de sentimientos. El castaño estaba rojo hasta las orejas, prueba de que ya no era "puro" es que tenía un hijo. Pero era torpe en ese aspecto, esa cercanía le daba miedo, pero era un miedo fantástico.
Hibari era muy dulce con él. Lo sintió bajar con sus manos hasta llegar a su cintura, desabotonando su camisa desde abajo hasta arriba, deleitándose con los gemiditos de su novio. Besó en forma de caricia su abdomen y poco a poco lo recostó en el sofá de la sala.
—No lo haremos hoy, pero si puedo besarte lo que yo quiera.
—¡H-Hibari-san!
Reborn vio cuando Hibari comenzó a besar los labios de su hijo, pero esta vez decidió no intervenir. Le dejó bien claro a Hibari que primero tenían que casarse y confiaba en él, también tenían derecho de explorarse un tanto, así que lo dejó pasar.
"Tsuna creció muy rápido y Giotto crecerá igual... mis pequeños..."
Con esto en su mente, los dejó tranquilos y se fue a su casa.
...
Hibari se divertía besando con dulzura el pecho descubierto de su chico, lo abrazó con fuerzas y se sorprendió al ver que Tsuna acercaba su rostro a su cuello, sonrió. El castaño miraba su cuello sonrojado y en un impulso de valentía se incorporó dejando un suave y dulce roce en el cuello del azabache.
—Eres muy tierno, ¿sabías?
—N-no diga eso...
El tiempo pasó entre suaves caricias poco atrevidas, pero caricias de todas formas. Cuando su pequeño juego se terminó, Hibari le volvió a colocar la camisa al castaño y la abotonó con cuidado, receloso. Ocultando con una suave tela la piel que sólo le pertenecía a él, sólo él podía desnudarlo para después vestirlo. Así eran las reglas que el mismo impuso.
—Vamos a dormir, tengo mucho sueño Hibari-san —bostezó, recostándose en su pecho.
—Entonces yo te llevo.
Lo cargó y lo llevó a la cama, el sueño ni siquiera permitió que Tsuna se sonrojara como normalmente lo hacía. Se acostaron juntos, Hibari cubriéndolo con sus brazos y Tsuna inundando con su aroma los sentidos del azabache. Lo que estaban haciendo era cosa de los dos, los dos lo disfrutaban y los dos se amaban.
...
M.M. y Mochida también compartían la cama, pero ninguno se decía nada. Mochida era la razón de su mentira, había mentido porque le quería, tenía celos de Tsuna y su relación. Pero ahora era ella quién sufría la inseguridad.
Y bien merecido me lo tengo -pensó.
El pelinegro quiso estrecharla entre sus brazos, pero la pelirroja no se dejó. Lo apartó de manera brusca y se levantó de la cama muy decidida. Odiaba lo que había hecho sólo por ser una mejor enamorada, una muy estúpida mujer enamorada.
—¿Qué haces?
—Me voy.
M.M. se quitó su piyama y se vistió decente para salir de ahí, aceptaría el consejo de la persona que una vez odio tanto y que ahora... eso parecía no importarle. Tomó sus cosas en una improvisada maleta e iba a partir.
—¿Puedes decirme por qué?
La pelirroja suspiró, que bien se sentía hacerlo.
—Porque quiero, porque eres un idiota y estoy segura que yo soy más idiota que tú por enamorarme de ti, pero ya ves, todo se paga. Yo ya pagué por el simple hecho de haber estado contigo —caminó a la puerta, pero se detuvo y se giró a Mochida—. ¡Ah, lo olvidaba! Eres un estúpido.
Dicho esto, le soltó una sonora bofetada.
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TRES PALABRAS:
YA TENEMOS GANADOR!
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Si yo te amo, entonces ámame.
FanfictionSawada Tsunayoshi solo tiene ojos para amar y adorar a su pequeño hijo, Giotto. Cree que no puede volver a enamorarse de nadie, pero un día se encontró con un azabache que formaría parte de su vida siendo más que un amigo. Después de disipar las du...