XLVI. Un extraño muy cercano.

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—¿Mi historia? ¿A qué te refieres?

—Sé mucho de ti, más de lo que crees. Creo que te entiendo más que Mochida.

—¿Q-qué? ¡No voy a contarte nada de mí!

No sabía quién era, nunca en su vida lo había visto. Sus ojos tenían un brillo violáceo y era muy alto, además de pálido.

—Qué pena, esa es una mala decisión. Depende de ti contarme o no, pero depende de mí si darte el dinero o no —Sacó un cheque y lo puso en la mesa, con más de la cantidad requerida—. ¿No crees que tus amigos estarían felices de ver su proyecto listo dentro de menos tiempo?

Ken, Birds, Fran, Mukuro y... Y Chrome. Tres años planeando construir un parque de diversiones. Con karaoke, un mini-bar, un teatro. Los haría felices con ese dinero, ¿qué importaba contarle su vida a ese tipo? Total, podía expiar un poco de culpa.

—Lo haré. ¿Algo más?

—Te lo diré al final, comienza por favor.

... 


Pocos días pasaron después de la mudanza, y de la llegada de Alaude. 

Al llegar algo en Alaude cambió, se sintió completamente seguro de pertenecer a algún lado, de tener un hogar y una familia. Creía que los obstáculos simplemente habían desaparecido. Lo que una vez se dejó en el olvido no podía reclamarse, la confianza se perdía y los lazos que una vez hubo ya no estaban. Hibari-nii, Tsuna-san y Giotto le abrieron un espacio en su corazón, un espacio que creía no merecer. Pero, ¡qué diablos! Era lo mejor que podía haberle pasado.

—Alaude, ¿cómo te sientes?

—Bien —dudó un poco, pero después agregó: —Como parte de una familia.

Tsuna sonrió y lo alzó en sus brazos para sentarlo en un pequeño balcón con flores amarillas y después se sentó con él.

—Dejarlo todo atrás no es fácil, pero es importante. Hay que alejarse de lo que nos hace daño, ¿no crees?

Internamente estaba seguro de que hablaba de Iemitsu, de Mochida y de los que le hicieron daño alguna vez. Se acercó para darle un pequeño abrazo que le costó llevar a cabo. Hacer ése tipo de cosas le removía el estómago, pero se aguantó sus ganas de soltarlo e hizo que durara más.

...


Terminó de hablar, no sin desconfianza, con el extraño frente a ella. Pero mandó todo al diablo y le contó todo, tal vez porque quería que alguien la escuchara sin juzgarla directamente. A veces quería que todo el mundo supiera que era una basura de persona para que no se acercaran a ella. De ahí su pésima actitud, la que usaba con todo el mundo.

—Tomaré el cheque —declaró al ver que su acompañante no tenía intenciones de hablar, era muy extraño— ¿Qué más quieres por él?

El tipo pareció reaccionar, levantándose de su puesto con rapidez y ordenando los papeles que firmó mientras la pelirroja hablaba. Sólo tenía una insana curiosidad. Él necesitaba satisfacer su curiosidad y ella el dinero, se complementaban sus necesidades perfectamente bien.

—Quiero que regreses al trabajo. Pasaré por ahí seguido para estar seguro que me has hecho caso— caminó hasta la salida y la volteó a ver—. Lo hecho, hecho está. Ahora remédialo. Nos veremos pronto, M.M.

De camino a Kokuyo no supo ni qué decir. Peor aún cuando llegó. Ahí estaba Birds con cara nerviosa, una Chrome silenciosa, Fran que estaba perdido en alguna parte de otro mundo sin prestarle atención a nadie y Mukuro que la veía con una mirada de muerte.

Suspiró. Por un momento cobró valor y recordó lo que el extraño le había dicho: "Enmiéndalo." Calló su orgullo por una vez en muchísimo tiempo y sacó de su cartera un sobre pulcro y blanco, lo miró con súplica y se lo entregó a Birds.

—Es un cheque —después agregó—. Por un millón de dólares.

Sintió los ojos de todos sobre ella y no pudo sostenerlas, soltó de una vez el cheque y antes irse y girar el pomo de la pequeña oficina, se pasó la mano por la cabeza, como dándose valor.

—Yo... Vendré a menudo. P-pero sólo a ayudar...

Terminó de girar el pomo y salió, con un peso menos en sus hombros. 

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora