XLV. Tu historia.

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De camino a su casa, todas las noches veía el bar. Se paraba en la entrada y su mano se acercaba al picaporte de la puerta, temblando. ¿Qué hacía ahí, esperar a ser utilizada de nuevo? Todas las semanas, todos los días era lo mismo. Hoy era tristemente diferente...

—¿Me estabas esperando? —apretó con fuerza las manos en su pecho, buscando fuerzas de donde ya no había—. ¿No vas a entrar?

Estaba borracho, desaliñado y con una estúpida sonrisa despreocupada en el rostro, cruzado de brazos.

—Ya me iba... —trató de irse pero Mochida tomó su mano con fuerza.

—Quédate aquí —ronroneó en su oído y le abrazó la cintura.

—Recuerda a Tsunayoshi, es tu novio —respondió secamente, separándose de su abrazo.

—¿Y qué no merezco diversión?

—No soy un juguete.

—¿Segura? Eres tú la que me incita a serle infiel a Sawada. Te quiero a ti.

Maldita Hipócrita. Ella tenía la culpa, era la segunda opción porque se sometió a serlo. ¿Por qué no simplemente corrió a los brazos de Mukuro para llorar? El no se reiría de ella como lo estaba haciendo Mochida. La respuesta era simple, no amaba a Mukuro.

Amaba a un idiota.

—Te deseo...

No te ama.

—Sólo a ti.

A lo que tu cuerpo le da.

—Tsunayoshi no es nada.

Es su novio.

—¿Que dices?

—No. ¡No! ¡No puedo hacerle eso a Tsunayoshi!

—¿Y qué eres de él? ¿Su Amiga? ¡Déjame que me ría!

No lo merecía, pero si era feliz con Mochida, lo dejaría.

Pero...

Dejarlo ser feliz a base de mentiras, él no sabía que había sido engañado con ella y con muchas otras. A estas alturas, no podía decirle la verdad.

Pero... Si podía alejarlo de él.

...

—¿Ahora qué quieres Birds? —hablaba por teléfono la pelirroja—. Ya le dije a Ken que deje la pena y llame a Chrome.

—No es eso —respondió la voz—. Hay alguien interesado en financiar el proyecto, y como eres la más normal después de Chrome, ¿podrías explicarle las cosas?

—Ya ves, no tengo de otra.

—¡Gracias! Sabía que no eras una bruja sin alma.

—Pensándolo mejor...

—¡No! —se oía por auricular—. No dije nada.

—Haré como si no, te hablo luego.

Y colgó.

...

Embarazado. Esperaba un hijo de Mochida, no podía hacer nada. El corazón le dolía más que su mano quemada por una caserola al estar distraída. Ella y el pelinegro habían comenzado... Algo, si así podía llamársele.

—Hola Emi —saludó el mencionado—. Ya lo hablamos, me voy con mi novio.

Sí, lo hablaron, pero no lo asimilan del todo. Aún así...

—Vete ya, y dile a Tsunayoshi que... Me odie a mí, que no deje de hacerlo, que... Me perdone.

—No se lo diré, esto queda entre nosotros. Aquí muere.

Suspiró y asintió, la basura no merecía perdón. Ella era basura.

...

Sentado, abrazando sus piernas desnudas y desviando la mirada. Hibari estaba igual que él, en el otro extremo de la tina. En algún momento sus besos amorosos se tornaron más íntimos, terminando en esa situación.

—Relájate, pienso cumplir mi promesa —el castaño se sonrojó y asintió suavemente.

—L-lo sé. Es sólo qué nunca había estado así con nadie, tanta felicidad... Siento que no la merezco.

Poco o nada le importó la desnudez de ambos, ni el electrizante roce de sus cuerpos cuando lo abrazó. Recostó su mejilla en el pecho del azabache y le devolvió el abrazo, rodeando su cuello.

—Te amo, Tsuna.

—Yo también, Kyoya.

Esa sonrisa aceleraba sus latidos hasta el máximo, se sentía afortunado de verla. Soltó una risita cuando los labios de su amor se deslizaron por su cuello en una suave caricia.

—Hace cosquillas —susurró sonrojado.

—A mí me encanta —le respondió el azabache sin pena.

El roce siguió sin incomodar a ninguno de los dos, sabían disfrutar el momento, un momento íntimo que no era entregarse. Era estar seguros, tocándose sin lujuria, acariciándose por amor. Hablarían con besos y se comprenderían con sonrisas.

—Esto es diferente, ¿eso es bueno?

—No todo lo íntimo tiene que ver con seducción —explicó el azabache con una sonrisa—. Para eso habrá mucho tiempo después.

...

—¿Tú eres M.M?

Una voz fría y monótona la hizo sobresaltarse. Esa voz le hacía tener escalofríos. Afirmó con la cabeza y el hombre se sentó a su lado.

—Yo voy a financiar el proyecto, ya sé de qué va. Pero a cambio quiero algo —sin rodeos, directo e inquietante.

Quedó estupefacta, ¿ese era él financiador? Sostuvo su mirada unos segundos sin saber muy bien cómo reaccionar.

—¿Qué cosa? —atinó a preguntar.

—Tu historia.

...

De repente su mundo se había ido a cuestas, unas cuestas mortales e hirientes. ¿Cómo podría ahora anhelar ser amiga de alguien que había traicionado? Muy en el fondo, muy, muy en el fondo, se decía en forma de consuelo que no estaba mal lo que había hecho.

Veía como Mochida iba y venía con chicas, ya se hablaba muy mal de él. Todo porque Tsunayoshi estaba lejos de ellos, embarazado e iluso.

—El y yo si éramos amigos... Él te era infiel con mi novio...

Tremenda mentira, que por fortuna le creyó. Había caído muy bajo esta vez, pero quería que el castaño abriera los ojos y buscara alguien con quien ser feliz. Egoísta, envidiosa, sí, todo eso. Eso y más.

Su parte racional tachaba su "buena acción" como una excusa para seguir haciéndose daño a sí misma y a las demás personas. ¿No sería igual si Tsunayoshi un día descubría a Mochida con otra mujer? ¿No sería lo mismo si lo encontraba con ella? ¡No iba a ser diferente! Era ella o cualquier otra.

Pero ella, ya sabía lo que haría.

Si yo te amo, entonces ámame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora