Estaban ahí, frente a frente en una cafetería muy ruidosa y de calurosos colores rojos en sus paredes de adobe. El hombre de traje y fedora lo miraba receloso, con saña en la mirada y furia en su cabeza. El otro, muy por el contrario, se encontraba tranquilo con una risa de burla y confianza.
Sawada Iemitsu no entendía la gravedad de hacer enojar a Reborn. Dino junto con Enma, Chrome y Romario; escuchaban a hurtadillas en la mesa de atrás.
—¿Cuánto tiempo estará en el hospital después de una paliza de Reborn? —preguntó Dino.
—Yo le apuesto a un mes... —respondió un pelirrojo.
—Dino-san nuestro deber es impedir que Reborn-sama lo lastime... —dijo con calma la pelimorada— al menos no por ahora.
Romario suspiró y trató de calmar a los otros tres para que no causaran alborotos, pero la verdad es que las mesas aledañas estaban vacías. Por la tensión que se sentía, nadie quería utilizarlas.
—Muy bien, Iemitsu —comenzó el azabache de fedora—. ¿Qué buscas?
—Ya lo dije, sólo quiero decirle a mi ángel lo mucho que lo quiero.
Iemitsu se incorporó más de su silla y acomodó sus codos en la mesa.
—¿Qué no puedo ver a mi ángel?
—No.
—¿Y eso por qué motivo? —dijo con sorna.
—Porque no quiero que te vea, ¿es tan difícil de entender? ¡Ni a Tsuna, ni a Giotto!
—Ah, mi querido nieto debe ser hermoso.
El "Hitman" estaba a punto de dejarle caer el café hirviendo en toda su maldita cara, por "accidente". Pero a lo lejos vio a Chrome negando con la cabeza y haciendo señas.
Es verdad, tenía que controlarse.
—Tsuna dijo que sí. Pero aún así yo no quiero que te vea.
—¿No puedes dejar de meterte en mi vida y la de mi hijo? ¡Es así de simple! Tú te vas, Tsuna se encariña conmigo y volvemos a ser la familia feliz de antes —respondió el rubio.
—¡Eres un maldito bastardo! Escúchame bien: Me importa un condenado pepino que seas el padre biológico de Tsuna, si derrama una sola lágrima por tú culpa, idiota, y te mato.
...
Era fin de semana y como siempre, Tsuna estaba descansando en el sofá viendo televisión y cepillando su cabello. Se había vestido muy informal y se abrigaba con un suéter grueso.
El timbre sonó y el castaño se levantó con pereza para abrir la puerta, tal vez era Giotto que venía de casa de Uni. Abrió la puerta cuando una mano lo tomó del brazo y lo sacó de la casa, sin siquiera darle tiempo de preguntar quién era.
—¡¿Hibari-san?! ¿A dónde me lleva? ¡Mire como estoy vestido! —reprimió el castaño avergonzado.
—Te vez bien, Tsunayoshi. Y es una sorpresa, vamos a mi casa.
—Pero Giotto podría llegar y no me encontraría ahí —trató de excusarse el menor.
—No, está en la casa de la herbívora peliazul.
Con esto el azabache dio a entender que no lo dejaría negarse de ninguna forma, pero ciertamente la curiosidad del castaño se disparó, no era malo ser curioso de vez en cuando.
Hibari lo llevó a rastras por las calles hasta que a lo lejos se pudo divisar la casa del azabache –grande, pero moderada- y el portal de su entrada. Hibari sacó las llaves y obligó al castaño a vendarse los ojos al entrar.
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Si yo te amo, entonces ámame.
FanfictionSawada Tsunayoshi solo tiene ojos para amar y adorar a su pequeño hijo, Giotto. Cree que no puede volver a enamorarse de nadie, pero un día se encontró con un azabache que formaría parte de su vida siendo más que un amigo. Después de disipar las du...