Narrado por Dylan
Escaneé con la mirada a los invitados mientras me inclinaba para atrapar mi camiseta. Mis tías, mi abuela, mi madre. Nadie se veía muy animado para ser una fiesta.
Mía se levantó con sus mejillas tan rojas como sus labios. No se podía disimular, no se podía mentir, simplemente no había escapatoria. Me tomó del antebrazo y se escabulló detrás de mi espalda, como si fuera posible esconderse de la vergüenza.
-ella, ella es Mía- rompí el silencio -mi novia- la introduje colocándola frente a mí, tomando sus hombros.
Se sentían las miradas intensas sobre nosotros. Había olvidado como se sentía la incomodidad total. Había olvidado como se sentía no tener te,a de conversación. -"¡ey! ¿Como estan? ¿Disfrutando de la fiesta de strippers?"
-¡bueno! ¿Quién quiere pastel?- escuché a mi madre romper el silencio soltando un pequeño aplauso de entusiasmo. Pero nadie demostraba querer pastel, o hambre, o si quiera señales de vida.
Golpeé mi entrepierna y empecé a saludar.
Simulé alegría, saludé a todos los invitados, todo hubiera sido mas fácil si al menos un cuarto de la fiesta fueran mis amigos. Sonrisas falsas y apretones de mano. Habían "familiares" que llevaba años sin ver, habían familiares que desearía ver cada varios años... Y luego quedaba un grupo pequeño de gente que me agradaba.
Ya había sido suficiente, suficiente saludos, suficientes sonrisas que guardaban vergüenza; suficiente familia por un día. Era agotador ser parte de esta familia, pero como ya sabía, estas fiestas eran mas para mi madre que para mí.
Miré sobre mi hombro y era la oportunidad perfecta para salir de ahí. Caminé hacia las escaleras intentando no hacer ningún ruido, o nunca saldría de ese infierno, de ese infierno de saludos y pastel.
-¿a dónde crees que vas?- me susurró Mía jalando la manga de mi camiseta.
Me tambaleé hacia atrás y la miré sonriendo. Mierda. Se me había olvidado una pequeña parte
-¡sabes que estas igual de harta que yo! Vamos, subamos a ver las películas.
-¡no podemos abandonar la fiesta! No podemos abandonar tu fiesta.
Nunca desde que tengo memoria recuerdo haberla pasado bien ni si quiera en una fiesta. Si no me pegaban con el palo de la piñata, terminaba siendo alérgico a algo de la comida o simplemente pasándola mal.
-tu no conoces a mi familia, no son lo que parecen- le expliqué jalándola hacia mí.
-no importa como sean, tu madre planeo esta fiesta a si que vas a venir, vas a tomar mi mano, y vas a sonreír como si fuera el mejor día de tu vida.
Sí; se habían tomado muchas molestias, pero mi familia era una molestia.
Caminamos sonriendo por el lugar, presentando a Mía, saludando amigos e ignorando el hecho de todo lo que había pasado. Habíamos hablado con todos y ella no soltaba mi mano. No estaba seguro si era por que estaba nerviosa o si temía que volviera a intentar huir.
-creo que no le agrado a tu prima...
-no te lo tomes personal, no le agrada nadie. Ahora que ya comimos, ya te presenté ¿podemos subir?- le rogué.
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El chico de al lado
Fiksi PenggemarMundos diferentes. Objetivos diferentes. Sin duda puntos de vista diferentes. Y para ese chico de ojos oscuros, una chica diferente. Para esa chica baja de pelo oscuro, un chico como los otros.