Narrado por Mía
Uno, dos tres... Hmm... Cuatro.
Eso era lo único en lo que podía pensar mientras contaba los decorados sobres donde había metido las cartas de despedida. Todas con diseños personalizados y coloridos. Con letras, con alguna forma especial o con una simple frase que solo yo y esa persona éramos capaces de entender.
No tenía muchas personas a las cuales podía agradecer, no tenía muchos amigos, ni muchos familiares. Pero pensaba agradecerle a los que de verdad importaban, fueran mil, o fueran dos.
La primera era de color rojo, la de Jake. Había pensado que una tarjeta roja en forma de extintor era lo suficientemente graciosa para que el mensaje que llevaba adentro no fuera tan deprimente. No era una despedida, era un, te veo luego. Nunca pensé que un verano lleno de incendios en mi cocina, una particularmente incomoda mañana casi convertida en violación e idas al centro comercial me harían aún más cercana a ese rubio. Mi mejor amigo, el chico que había dejado todo para dármelo a mi, y que gasto sus ahorros en un pasaje de avión para acompañarme.
Recordaba que cuando éramos pequeños al principio nos odiábamos. Bueno, digamos la palabra odiar ante el hecho de que él era un diablo, un niñito rubio que tocaba algo y se desarmaba. Y así yo había perdido muñecas, peluches, lápices y crayones por montón... Y después nació una amistad, de esas que llegaban los fines de semana con bandejas de comida para almorzar en nuestra casa y terminaban yéndose a las dos de la mañana, con un poco mas de nivel de alcohol de lo debido, pero no excesivo. Aún podía escuchar las risas de nuestros padres.
Recordaba cuando nuestros padres cantaban mientras nosotros solo dormíamos, o incluso a veces nos quedábamos despiertos jugando, o el se dormía primero y yo me quedaba viéndolo. Ya que su hermana mayor no hablaba mucho, Hanna nunca fue muy sociable, no más que con alguno de sus muchos novios o alguno de sus amigos rebeldes. Ella y Jake nunca fueron cercanos, y fueron aún más lejanos con el divorcio de sus padres, cada uno tomo un bando y Jake tomo el de su padre, el cual había sido el que sufrió la traicion de su madre. Pero Hanna siempre apoyo a su madre, tal vez por qué ella le dejaba tomar todas las decisiones malas que quería.
Era una muchacha esbelta, alta y con los ojos azules. Era parecida a Jake pero no llegaba a ser tan bonita como el era. Tal vez por qué era algo desarreglada y simplemente era de contextura delgada, tal vez demasiado para mi gusto y no se veía con forma. Pero pudo haber tenido un futuro bueno, si se hubiera alejado del cigarro.
Eso era algo marcado en Jake. El podía tomar cada bebida con licor sobre la faz de la tierra -tal vez de vez en cuando más de lo debido- pero nunca lo mirarías con un cigarrillo en su mano, nunca. No le gustaba ese hábito en su madre, mucho menos le gusto en su hermana mayor, la cual tenía la obligación de ser su ejemplo y termino siendo una desgracia.
-no cometeré los mismos errores, si voy a cometer errores, que sean nuevos.- había dicho cuando tocamos el tema del cigarrillo. Era un olor asqueroso, más cuando me subía al auto de su madre, encerrada en esa jaula de humo.
-tal vez el vicio es lo que la hace sentir mejor, tal vez la está pasado mal.
-pues sea lo que sea, yo no merezco esto.- dijo antes de soltar una lagrima aquel diciembre.
Jake había sido mi soporte por mucho tiempo, y yo el suyo. Él no podía apoyarse en su familia, más después del divorcio de sus padres, cuando nuestras familias dejaron de ser unidas y solo nos unía nuestra amistad en el colegio.
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El chico de al lado
FanficMundos diferentes. Objetivos diferentes. Sin duda puntos de vista diferentes. Y para ese chico de ojos oscuros, una chica diferente. Para esa chica baja de pelo oscuro, un chico como los otros.