Oye! Ni que fuera tu hermano!

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Narrado por Mía.

Sentía que cada minuto era eterno. Lo único que lograba ver era la cabellera dorada de Jake. Por más patadas, empujones y gritos, nunca podría siquiera moverlo! Mi celular estaba del otro lado, así que básicamente estaba incomunicada, sola y en resumen, siendo violada.


Estaba en Brassier y pantalón, prendas, que seguramente desaparecerían al igual que mi blusa. Oí como la puerta se abría de un solo golpe, oí como grandes saltos retumbaban en las escaleras, como si fueran saltando de dos en dos. Ahí fue cuando vi a Dylan, su boca mas abierta a mas no poder con sus puños cerrados, sus ojos color almendra se veían negros y lentamente un color rojo empezó a recorrer toda su cara. Pero no era el tono rojo que acostumbraba a ver cuando se sonrojaba, este era un rojo de furia, furia que sabía le dolería a Jake.



Narrado por Dylan.

Nunca había sentido mi corazón latir tan rápido, mi sangre palpitar tan fuerte y mis puños tan apretados. Sabía que si no me calmaba lo iba a matar, no importara cuanto Mía me lo suplicara, lo mataría. Me adentré mas a la habitación pisando la camisa que unos minutos antes, Mía traía puesta. El escenario era asqueroso, ese maldito muere hoy. Vi como a Mía le recorría una lágrima por su mejilla, eso fue lo que me hizo explotar.



Lo agarré del hombro para voltearlo, no soy el mas fuerte ni mucho menos el mas musculoso, pero una fuerza bruta salió de mí. Sin dificultad lo volteé y deposité un puñetazo en su maldita nariz, seguidamente, mi puño se dirigía a sus estúpidos dientes de mierda. Golpe tras golpe pero él no se defendía, ni siquiera ponía resistencia.



-Dylan! Para!- gritó Mía cubierta con la sábana de su cama en la que una noche anterior yo había dormido.



Seguí golpeándolo desenfrenadamente, ahora, recibiendo algunos golpes de regreso. No sé si era la furia o qué, pero sus golpes no me dolían, solo me daban mas fuerza. Sentí como Mía me jalaba de la clavícula para que parara pero era inútil.



-Dylan! Está borracho!- dijo con una voz quebrada.



Inmediatamente lo solté, admirando mis nudillos mas rojos a mas no poder y algunas gotas de sangre saliendo de su nariz. Jake parecía estar desmayado y Mía soltando pequeños sollozos. Recogí su blusa y se la extendí.



-oye, estás bien?- pregunté intentando sonar lo mas sereno posible.



No contestaba, solo veía lágrimas salir de sus ojos, cosa que me rompía cada vez mas el alma.



-oye, ya estoy aquí- le agarré las mejillas -no llores, ya pasó-




La abracé pero eso solo hizo que los sollozos pasaran a ser llanto. Lloraba por mí culpa? Por qué lo había golpeado?



-gr, gracias- dijo con el poco aire que le quedaba.




-shh, no hay de qué- dije hundiendo su cabeza en mi hombro.



Maldición! Todo es culpa del universitario de mierda! Viene aquí, me insulta, trata como la mierda a todos y encima se emborracha e intenta acostarse con mi chica?! Debes estarme jodiendo.



Ya un poco mas calmada, bajé con Mía a la cocina. Seguidamente, llamó a su madre. Le iba a contar?!



-ma, Jake está con sus amigos todavía!- dijo al teléfono intentando evadir que casi la viola... -si, sé que tenemos el almuerzo- continuó -y si mejor vamos a cenar? Creo que eso estaría mejor, a sí me das tiempo de estudiar, esta bien? Ok te amo-



El chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora