Recuerdas?

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Se acerca el final.
Dylan

No podía comprar ese pasaje, no podía. Estábamos mi madre y yo solos en esto. No nos íbamos a ganar la lotería, no nos iban a dar becas completas, nosotros estábamos juntos en esta mierda.

Caminé a mi auto y la llamé una vez más, no hubo respuesta. No podía mandarle un mensaje ahora porque ya no podía verla.

El teléfono vibró y mi corazón dio un vuelco. Contesté sin ver quién era y me lo pegué tanto a la oreja que sentía el calor del celular.

—¿hola?

—¡Dylan! ¿Cómo has estado? —escuché la voz de mi padre. Me sentía lo suficiente mal para lidiar con otro de los problemas en mi vida.— lamento mucho lo de tu madre. Saldrán de esto.

—¿te recuerdas de mi campeonato de futbol? —pregunté.

—¿qué?

—¿mi campeonato de fut, o el día de lleva a tu padre a la escuela, o cuando te conté lo que quería en la vida y te valió, o tal vez el día que te fuiste sin decir adiós? Estoy a punto de hacerle eso a la persona que amo. Así que más te vale esperar un cargo de 300 dólares en la tarjeta de emergencias.

Esta era una emergencia. No tenía que irme, pero si tenía que despedirme.

Saqué mi pasaporte del auto —que gracias a Dios había llevado para renovar mi licencia de conducir— y compré ese maldito tiquete.

Pasé migración y faltaban 49 puertas para poder encontrarla.

No podía irme de viaje, tenía que cuidar a mi madre, no tenía dónde quedarme y no tenía dinero ni para comer.

Me sentía como en el juego Donde esta Waldo. Habían demasiadas cabezas pero solo una era lo suficientemente amarilla para reconocerse a la distancia.

Mía

—¿donde diablos estabas? —pregunté a Jake que había desaparecido por veinte minutos.

—tenía que ir al baño, sabes que estos vuelos me ponen nervioso.

Se veía nervioso y yo me sentía como una completa estúpida. Me había plantado, ni siquiera pudo mandarme un mensaje. No entiendo por qué accedí a hacer esto.

Me acordaba de todo, me acordaba de cada palabra que había salido de su boca y aún no entendía como todo había acabado tan rápido.

"Quiero que te vayas". Quiero que te vayas.

—¿estás enojada con O'Brien?

—¡no puedo creer que me haya dejado aquí!

—tal vez tenga otras razones...

—¿cómo cual? No hay excusa para comportarse como un completo imbécil.

Hubo un silencio largo. No sabíamos que decir y el reflejo que entraba por la ventana grande de la puerta 38 me estaba cegando.

—¿por qué no entras al baño? —me dijo con una mano en su nuca y viendo al pasillo con mirada perdida.

—no quiero ir.

—¿alguna vez has ido al baño de un avión? Son horrendos, vete.

—¡nunca has viajado! —reí.

—pero he visto documentales.

Me empujó y entré al baño. Me sentía tan estúpida, tan inepta. ¿Por qué el podía restregarme en la cara que me había superado besando a rubias y yo no podía ni verlo a los ojos?

Nunca había tenido más ganas de subirme a ese avión y largarme de aquí.

Esta relación había sido un error desde un principio, y ya era hora de que él no fuera la única persona que había seguido con su vida.

—¿es así como se da respiración boca a boca?

puedo ser tu Dylan...

no llores.

Cuando salí del baño Jake me tomó de la mano y empezó a caminar extremadamente rápido.

Cuando salí del baño lo vi, lo vi a él, que aunque no me miraba me erizaba la piel. Que aunque no me hablaba, sus palabras parecían dirigirse a mí.

—no puede verte —seguía repitiendo Jake, como si fuera una decisión que él tomaría.

Cada lunar de su cuello seguía encantándome, pero si ya se había ido una vez, volvería a hacerlo.

Esta vez, tomando aire y mirando hacia arriba, sería yo la que me iría sin decir adiós.

El chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora