Estábamos en el ombligo de la semana. Miércoles, días que aunque no me molestaban, no eran de mi total gusto. Sabía que estaba a mitad de una larga jornada de siete días, pero aún así me faltaba mucho para acabarla.
Había pasado muy mala noche, dormida plácidamente pero soñando de manera alocada.
Restregué mis ojos y vi mi cuarto un poco mas desordenado de lo normal, las estanterías clasificadas por orden alfabético de autor ya eran básicamente una mezcla de todo... como siempre que intentaba ordenar mi habitación. Deje sobre mi mesita el intento fallido de leerme una revista de chismes y me dirigí hacia el baño.
Me senté en el escalón de la entrada de mi casa y espere mi bus con la mochila entre las piernas. Estaba pensando mucho a pesar de mi cansancio. ¿Por qué Dylan y yo nos íbamos en buses diferentes? ¿Estará viéndome desde su ventana? ¿Podría hablarle hoy sin verme como una obsesionada?
Esta semana había sido agotadora. Un día los amigos de Dylan estaban sentados en una mesa de la cafetería -como siempre lo hacían-. Pero tenían un aspiraron diferente, como si estuvieran viéndome a mi. Llámenme loca pero tuve que revisar que mi cara no estuviera rayada y mi zíper estuviera arriba, ellos nunca me verían.
Subí a mi bus con los audífonos puestos, descubrí algunos instrumentos a lo lejos que no había distinguido en una canción. Con audífonos la vida era diferente. Me sentía en otro mundo mientras evitaba los aviones de papel que cruzaban frente a mis ojos, las bolas de plastiscina y uno que otro chicle. Mis bus no era exactamente: encantador. Más cuando veías los enanos chimuelos viéndote con una mueca o intentando comer cosas no tóxicas. Una que otra vez ya había tenido que arrebatar barras de goma y brillos labiales que estaban a medio comer.
Bajé y la vi en la entrada, tan desesperada como siempre a las 7:23 meciéndose de un lado a otro.
-Ahí esta la srta. O'Brien- fue su saludo. A veces me impresionaba lo rápido que sacaba un tema, más uno tan privado.
-¿enserio vas a empezar?- pregunté de ceja alzada -¿vas a empezar a molestar a las 7:24?
-sabes que no soy tan cruel, esperaré unos cinco minutos y me contarás todo.
Me alejé hacia mi casillero y sabía que por más que le explicara que no estaba con el, no me creería, mucho menos le importaría. En este momento yo solo soy la mejor amiga que salió al cine con el crush intenso de su mejor amiga. ¡Fantástico ombligo de semana, Mía!
Cerré mi casillero de un portazo intentando sostener mi mochila que se encontraba más pesada de lo habitual. Giré y vi un par de ojos oscuros con una sonrisa llamativa.
-Hola vecina.
-cuánto tiempo sin verte.- respondí sarcástica. Siempre fui sarcástica, y más lo soy en posiciones incómodas.
-Pues bien, con ganas de un beso- lamió sus labios.
Besos... algo tan normal para él, a veces me preguntaba a cuantas chicas había besado, cuando con costos yo había tenido un asqueroso y salivoso primer y único beso hasta ahora.
-¡que coincidencia!- exageré mientras si sonrisa se ampliaba aún más, pero no sería tan fácil para el -yo también ando antojo, pero no de un beso... tal vez una pizza caería mejor.
Bajó la mirada y sonrió al suelo.
No sería tan fácil para él, aún tenía un poco de poder entre mis manos, no podía perderlo tan fácil.
Sentí una pisada en nuestros talones y podía identificarlo sin verlo. Era Mike. Su colonia podía olerse a distancia, en sus audífonos, su chaqueta, me imaginaba rociando cada una de sus pertenencias. Era un chico de piel canela que sabía cómo encantar a una chica. No tenía anda serio, nadie lo quería con él, pero era atractivo a su manera.
-¡imbécil!- llamó nuestra atención -hoy, en mi casa.
-estoy muy bien, gracias- respondió Dylan saludándolo con un choque de manos -no lo sé, es Miércoles...
-¡vamos! Es el medio de la semana, cerveza, chicas, estará Mandy, Sally... todas las chicas que existan en esta escuela... las follables al menos.
Mandy y Sally... nombres de perras.
-ya, ya, calma tu pene. Que haya vodka, y mucha.
-habrá de todo hermano, de todo- dijo mientras simulaba algo que supongo era un trasero con sus manos -puedes traer a tu amiga.
-no sé si querrá ir.
Y hasta en ese momento entendí que esa amiga era yo.
-Dylan voy a ir a la clase, te veo después.- corte mientras me escabullía.
-No, ya terminé. - dijo mientras me jalaba de la muñeca.- después te aviso si vamos.
-auch- escuche a Mike quejarse -tranquilo hormona andante, ya me voy, los espero hoy, a las 8.
Con un guiño de ojo lo vi desaparecer por el pasillo.
-entonces ¿vas a acompañarme?
-no lo sé... no conozco a nadie de ahí, no me gusta tomar...
Y esa era mi excusa fácil para: mis papas no me dejarán, odio a tus amigos, nunca he ido a una fiesta con licor, no me gustan los embarazos en la adolescencia.
-si no quieres, no tomas, te lo prometo. ¡Vamos! Quiero que vengas conmigo.
-alguien se puso tierno hoy...
-no se por qué dices eso, siempre he sido un encanto...
-y volvimos a la versión presumida. Mira, me encantaría, pero mis padres no son tan permisivos...
-¿si tus padres me dejan llevarte vendrías conmigo?
Sentía que solo había una respuesta para esa pregunta, la que él quería escuchar.
-supongo que si.
-entonces hoy irás a una fiesta, mi Mía.
Sentí sus labios en mi mejilla y sentí el calor en mis mejillas.
Entre a la clase de mate y me acomodé en el pupitre, para cuando desperté ya era recreo. Había dormido un poco mas de los cinco minutos que me había propuesto.
Me estiré y vi una pequeña nota en mi pupitre que definitivamente no era mi letra (la mía si se entendía...)
Una rebanada de pizza y un post it verde
Ya sacié tu antojo de pizza, ahora falta mi antojo de beso. Disfruta -D.
Sonreí al aire como una chica de las que tanto criticaba. Enamorada, débil y atada a un chico que no correspondía con el mismo amor. Tome la notita y la metí en mi bolsillo.
Un beso, una fiesta, una noche.
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El chico de al lado
FanfictionMundos diferentes. Objetivos diferentes. Sin duda puntos de vista diferentes. Y para ese chico de ojos oscuros, una chica diferente. Para esa chica baja de pelo oscuro, un chico como los otros.