Narrado por Dylan
Sentí una mano abrazarme. Me levante precipitado. ¿Dónde demonios? ¿Cómo demonios?
Mire la habitación oscura donde no había más que mucha ropa tirada, un escritorio con una computadora y la cama donde dormía una rubia. Restregué mis ojos y busque mi pantalón. Me sentía como la mierda y mi madre hoy iría a quimioterapia. Corrí, eran las 9 y habíamos quedado a las 11. Casa de Mike, Joe, ya se me ocurriría una excusa.
"Me acosté mientras estaba borracho con una rubia" no funcionaría.
Salí del cuarto solo con mi pantalón hasta que encontré a una chica de estatura baja y piel morena apoyándose en la pared con mi camiseta de cuadros.
-al fin despertaste, ¿tan rendido te dejamos ayer?- rió a lo bajo mientras meneaba una cuchara en una taza.
-¿y tú eres...?
-Verónica, Sara es la rubia y la castaña Danielle entiendo que nos confundas... Fueron muchos nombres y no te veías en el mejor estado.
-mira, me encantaría tener esta conversación en otra ocasión- la corté amarrando mi zapato sabiendo que lo que quería era correr -pero ahora, necesito mi camiseta.
-supongo que no te importa que quede... Sin nada, solo para ti.
Empezó a desabotonarse la camiseta poco a poco dejando su abdomen al descubierto
-no tienes que voltearte niño, puedes ver.
-no quiero ver.
Me tiró la camiseta y desapareció del salón. Baje por las escaleras de espiral y empecé a preguntarme con qué tipo de millonaria me había acostado. Suelo de mármol con más de ocho habitaciones, mi casa era una vergüenza comparándola con esta.
-¿te vas tan rápido?- me pregunto otra chica acostada en el sofá -ni siquiera has tomado tu desayuno...
-no gracias, fue un placer, no... bueno un, ¡fue bueno conocerlas!
Cerré la puerta y sentí la luz quemarme. Caí sobre mis rodillas y vomité en la entrada.
Narrado por Mía.
Volví a tocar el timbre. O no estaba en casa, o estaba igual de mal que yo, o simplemente no quiere abrir. No sé cuál me molestaba más.
Regresé a mi casa, sin respuestas y con más preocupación acumulada.
No tenía cara para despedirme de él, ni siquiera sabía que le diría en el restaurante.
Tomé mi auto y revisé que en mi billetera siguiera el permiso que usaba dos veces al año. Arranqué el carro de Jake con las cartas en mi bolso. Me sentía como en el examen de conducir, y si chocaba este auto, Jake era capaz de matarme.
Yo acompañé a que lo comprara. Fueron millones de agencias, millones de autos y colores y sin duda millones de dudas. Entendía su preocupación, llevaba trabajando como loco para ahorrar para su auto, pero para lo rápido y espontáneo que solía ser, eso fue un infierno.
Jake no tenía un padre que le regalara su primer auto... Ni una madre con poder económico. Así que ese dinero era su único recurso.
-no lo sé... ¿Y si lo encontramos más barato en la otra?-Jake, es la maldita duodécima agencia a la que venimos, solo te ahorrarás 20 dólares, es lo mismo que me estás haciendo gastar en gasolina.
-tienes razón, esta es.
-este...- lo corregí.
-no, esta nena es Roxanne- fue lo último que dijo al golpear el capó.
Llegue al condominio de Marisabel y dejé la carta con el guardia, no necesitaba verla para dejarle la carta.
-¡creo que es el día perfecto para un cambio de imagen!- decía cada vez que nos reuníamos.
-no necesito un cambio de imagen...
-no tiene que ser exactamente un cambio de imagen... Podemos simplemente cambiar el cabello y poner un poco de maqui...
-no lo necesito.
"Una buena apariencia es la clave para dominar cualquier chico" era su frase de siempre.
Cada llamada, cada salida, cada momento. Hasta aquí llegaba.
Conduje hasta la casa de Mike, la acogedora y con olor a vainilla -un tanto excesivo- hogar de Mike.
Deslice la carta por la puerta logrando leer las grandes letras de la alfombra delante de la puerta, extrañaría ver a Mike, extrañaría ver a Mike con Dylan; ya fuera viendo chicas, haciendo estupideces o simplemente hablando. Algo que hace tiempo no los veía hacer...
Volví al condominio y estacioné con mucho cuidado, nunca había sido buena en esa área... Me gustaban más los lugares donde podía simplemente parar en medio de la carretera, bajarme y volver a entrar.
Camine por la calle y llegue a la casa de él. Tenía el sobre en la mano, miré la puerta.
Los árboles se mecían fuertemente y el sol se había escondido. Amábamos los días así.
Recordé a la rubia, a nuestro encuentro con mi padre, cuando intente buscarlo. Él sólo estaba en búsqueda de su felicidad, yo iba en busca de la mía.
Tomé el sobre y lo partí a la mitad.
Adiós, Dylan.

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El chico de al lado
Fiksi PenggemarMundos diferentes. Objetivos diferentes. Sin duda puntos de vista diferentes. Y para ese chico de ojos oscuros, una chica diferente. Para esa chica baja de pelo oscuro, un chico como los otros.