Enferma de amor

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Narrado por Dylan.
Un rayo de luz fuerte se había fugado por debajo de mi persiana, un rayo algo intenso para la hora que era, o la hora que creí que era.

Me incorporé de un salto y tome la ropa que estaba en la silla de la ropa sucia -o al menos la silla sin uso que acumulaba ropa-. Ignore el hecho de que no me había bañado y bajé las escaleras de dos en dos.

Tuve que mojarme la cara en el lavaplatos por qué seguía atontado, era increíble que mientras más dormía, más cansado amanecía.

Me sentía bien, sabía que iba verla. Iba a ver a la chica de audífonos azules que estornudaba cada vez que deseaba besarla, y se sonrojaba cada vez que la veía a los ojos.

Había sido un beso, no le daba mayor importancia a solo un beso. Sabía que podía repetirlo, sabía que iba a repetirlo.

La bocina de payaso sonó y sabía que mi bus había llegado, me daba gracia que bocinaran cuando la gran estructura se escuchaba a metros de distancia. Entre en la guerra de papeles que llevaban unos niños de tercer grado y choque la mano con uno que me sonrió con los únicos dos dientes de leche que quedaban en su divertida sonrisa.

Me senté en el fondo y sabía que subiría en cualquier momento, me pregunte cuando esto se había vuelto una rutina para mí. Esperarla, guardarle su asiento, ver a la ventana y esperar a que la perilla girara.

Salió de casa y espere a que subiera, pero podía asegurar que por su expresión yo me alegraba de verla más a ella que ella a mí. O estaba molesta conmigo, o ese imbécil de cabello fosforescente la había cagado, para variar. Me estrenaba su sonrisa, de lado cuando creía tener la razón, me molestaban sus ojos rodando cuando me veía, me molestaba su estúpida voz, me molestaba el hecho de que respirara.

-él no es más que El Niño Bonito.

Pues un capitán de futbol americano con el sueño frustrado de tener a su mejor amiga debería de ir buscándose una vida.

-¿Dylan?- me pregunto como si hubiera estado desconectado.

-lo siento yo- yo estaba imaginando a tú estúpido mejor amigo -estaba un poco distraído.

Sentí como se recostaba en mi brazo y sabía que algo andaba mal.

-me siento terrible- se quejó sobándose las sienes, esto me recordaba tanto un día de cruda que no pude evitar sentir un deja vú.

-hay una manera rápida de quitar el dolor- añadí rodeándola con mi brazo.

-¿enserio? ¿De nuevo un motel?

-estaba sugiriendo un café, pero si tus deseos son llevarme a un motel y
Cogerme de una vez me sacrifico...

El codazo en la costilla me hizo sonreír.

-me veo terrible, me siento terrible y la escuela será aún más terrible.

Pensaba decirle que los profesores eran buenos, que la materia era interesante, que era divertido pero ninguna era cierta. Cada clase me sentía más idiota y menos interesado.

-tranquila, sé que me amas.

Esas palabras sonaron tan estúpidas que sonreí al aire orgulloso de lo estúpido que podía ser.

El chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora