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Hola amores. Miren les quiero pedir un favor. He inscrito esta novela y la nueva (Colors, la encuentran en mi perfil) en unos awards y necesito que porfa me apoyen con una leída y un like.

Voy a monitorear los likes y comments de colors y esas personas se llevarán la dedicación del último capítulo. Espero que me ayuden.

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Narrado por Mía

Jake me miraba desde la mesa de la esquina con la pierna medio cruzada y una sonrisa pícara, y la escena se sentía como un violador acosando a su víctima. Me miraba, miraba el reloj y después volvía a tirarme una mirada juzgona.

Rodé mis ojos con un pequeño deje de nerviosismo dentro de mi. Cabía la posibilidad de que no llegara, otro factor en mi lista de posibles errores del vuelo. Sentía la manilla del reloj palpitar en mi cerebro. Faltaban 5 minutos.

Jake miró la pantalla, donde pasaban un partido de basquetbol y luego dirijo su mirada al reloj.

—un caballero debería de llegar al menos cinco minutos antes a la cita —me gritó Jake terminando su mojito y clavando su mirada celeste en mi.

—un caballero no se acuesta en la primera cita —le respondí con una amable sonrisa. No estaba para juegos, tenía suficientes cosas en las que pensar. Podía amar a Jake, pero era un real imbécil con las mujeres, y todos lo teníamos claro.

—¿otra bebida? —preguntó el mesero juvenil pero con cara parecida a la de un hámster, pelo engelado y con una postura mala. Me negué y sonreí. También pedí que no le ofreciera nada más que contuviera alcohol a Jake.

A Jake no le gustaba viajar, y sabía que si le ofrecían más alcohol, se lo bebería felizmente. Suficiente insoportable era tenerlo sobrio, no lo quería ebrio.

—ya es hora, no llegó ¿podemos irnos?- preguntó levantándose de su silla y dejando un billete en la mesa.

Miré la pantalla de los vuelos, éramos JetBlue 416 y aún faltaban horas para nuestro vuelo. Podía esperarlo unos minutos, solo unos cuantos por si no había encontrado estacionamiento, por si había mucho tráfico o un choque en la carretera. Podía esperarlo solo unos minutos más.

Él sabía que yo amaba la puntualidad, sin embargo no sabía si ahora que ya no éramos nada se preocuparía por pensar en lo que me gustaba.

Y esperé un minuto, luego cinco, y luego diez y luego treinta...

Narrado por Dylan

Era suficientemente difícil cargar a una persona, cargar a alguien inconsciente era mil veces peor. Era un verdadero peso muerto. Sentía que mi corazón se saldría y no me había dado cuenta que estaba llorando.

Llamé a Mike. Estábamos en el maldito hospital de nuevo. Me temblaba el pie, me temblaba la mano, no podía quedarme quieto.

—está bien, el doctor dijo que podían ser efectos secundarios de la terapia —rompió Mike el silencio que inundaba la sala de estar con sillas incómodas y luz que me causaba más dolor de cabeza.

—efectos secundarios, ¡secundarios por Dios! —grité— ¿tener cáncer no es lo suficientemente malo? ¿También hay malditos efectos secundarios?, ¿que sigue, Mike? ¿Qué sigue?

—Dylan, te entiendo, pero estás gritando en un hospi...

—¿y qué? —miré a todos los que me miraban. Algunos podían estar por una maldita gripe, o un chequeo general, si quería gritar iba a gritar hasta que se me salieran los pulmones de mierda -¿viste la hora? No me voy a despedir de la una chica a la que amé, a la que amo, a la que no volveré a ver.

—ve.

—¿que dices?

—ve con Mía —añadió— tu madre estará con calmantes y no despertará hasta mañana, el doctor ya lo ha dicho. Ve.

No podía dejar a mi madre. Simplemente no podía.

No podía dejar a Mía plantada. Tomé mi teléfono y marqué su número, algo podía arreglar. Salí de la sala y hasta cuando estuve en el estacionamiento repuse que había gritado en un hospital y estaba abandonando a Mía.

Podía ir por ella, podía dejar a mi madre. Podía quedarme con mi madre que estaría dormida y dejar plantada a Mía.

En decisiones así siempre era una real mierda. Marqué el número de Mía que sorprendentemente seguía sabiendo de memoria y escuché la llamada conectarse, esperé a que contestara por unos segundos, luego cinco más, luego treinta más.

Narrado por Mía

Lo vi en mi pantalla, vi su nombre. Mi dedo se acercó al botón de contestar, tentado por contestarle a quien debía estar ignorando. 45 minutos tarde, y Jake y yo estábamos teniendo la cita y comida que él debió tener conmigo.

Acerqué mi teléfono y cuando estuve a punto de contestar la llamada, Jake había bloqueado el teléfono.

El chico de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora