Agarré mi maleta con fuerza mientras caminaba con las monjas a la salida. Me despedí de ellas amablemente.
-Muchísima suerte _____. ¡Ven a visitarnos! - Me dijo Merche, mientras se secaba las lágrimas.
-Claro que vendré. - Sonreí y la abracé.
Abrí la puerta principal. Me di la vuelta y miré el orfanato, dieciocho años allí dentro, pero todo acabó. Al fin era libre.
Nada más salir lo vi. Mi mejor amigo me estaba esperando. Nada más verme se le dibujó una sonrisa en la cara. Le devolví contenta aquella sonrisa. Él era la persona más importante de mi vida. Estuvimos en el mismo orfanato, pero él era un año más mayor que yo, por lo tanto había salido de allí un año antes. Pero... me visitaba constantemente.
-¡Marcos! - Chillé, y me lancé a sus brazos.
-¡____! - Gritó, y me devolvió el abrazo.
Después de soltarlo cogí mi maleta. Nos dirigimos al que iba a ser mi piso. Él había pagado mi primer alquiler, y me había conseguido un puesto de trabajo. Por eso era tan importante para mi, me trataba como a una hermana pequeña, siempre se preocupaba por mi. Era prácticamente mi única familia.
Al cabo de unos diez minutos caminando llegamos delante de un edificio. Él abrió la puerta del portal. Abrimos las puertas del ascensor. Él pulsó el botón del tercero.
-Marcos, muchas gracias por todo. - Le volví a dar un abrazo.
-De nada. - Me soltó. - Venga, ya estamos.
Él me entregó las llaves. Abrí la puerta. Era un piso bastante grande para una persona. Estaba amueblado del todo, cosa que agradecí enormemente, no estaba para gastar el dinero, ya que aún no lo tenía.
-Bueno, te he hecho la compra. - Me comentó. - Mañana tienes que estar despierta a las diez, te tengo que llevar al bar donde trabajarás. - Me explicaba él.
-Vale. - Sonreí. - Adiós.
-¡Adiós! - Cerró la puerta.
Estaba un poco perdida, no sabía donde estaban las cosas. Di una vuelta por toda la casa, intentando memorizar donde estaba cada habitación. Luego, me dirigí a la cocina. Metí una pizza al horno. En apróximadamente diez minutos sonó el timbre que me avisaba de sacar la pizza.
Me tiré en el sofá, estaba bastante cansada. Lo comí todo rápidamente ya que también tenía hambre, y hacía siglos que no comía pizza. La comida del orfanato era asquerosa, y la mayoría del tiempo no me daba tiempo a comer ya que mis ''amables compañeros'' me la tiraban encima...
''_____, olvídalo, ya no te pueden hacer nada'' me dije a mi misma, pero fue inútil, las lágrimas comenzaron a salir. Respiré profundamente e hice un intento de sonrisa, aunque todo aquello me superaba.
Lo recogí todo y me fui a mi habitación. Pero al pasar por delante del baño, vi la bañera. Parecía que me estaba llamando. Necesitaba mi momento de descanso. Llené la bañera de agua, me quité la ropa y me metí dentro.
Pasó una media hora, decidí salir de la bañera. Envolví mi cuerpo en una toalla. Saqué de mi maleta el peine, comencé a peinar los nudos que tenía en mi larga melena. Lo sequé con el secador y me lo recogí en una trenza que caía sobre mi hombro derecho.
Después fui a mi habitación y me metí directamente bajo la manta. El sueño se estaba apoderando de mi, pero algo me hizo sobresaltar de la cama. Un grito que venía del piso que estaba al lado. Era una voz masculina aunque más bien parecía una mujer.
-¿¡Enserio!? - Chillé, después me percaté de que estaba sola en la habitación, solté una carcajada. - Oh, genial. Ahora hablo sola.
Me volví a meter en la cama deseando poder dormir al fin. Los chillidos volvieron a sonar. Di un golpe en la pared. Después de dos o tres chillidos más todo paró, volvía el silencio. Me dormí profundamente.
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Holaaa <3
Si alguien ha leído esto ya y se llamaba ''Mangel y tú'' , no estáis locos :D
Decidí hacerla de Rubius porque no quería hacer eso del acento de Mangel. Y bueno... porque Rubius es mi ídolo, y me apetecía hacer una novela de mi ídolo ^^
Y bueno, espero votos y comentarios <3
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Será cosa del destino. | Rubius y tú |
Fanfiction______ Suárez, abandonada por sus padres nada más nacer. Es criada por las monjas en un orfanato de Madrid. No sabe muy bien que es ser independiente, pero tiene que abandonar el orfanato al cumplir sus dieciocho años. Fuera de aquella cárcel solame...