Especial San Valentín.

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AVISO: Este capítulo no tiene NADA que ver con la trama de la novela. Es algo especial que hice por San Valentín. Espero que os guste. Un beso :3

Despertarme en esa casa ya era una costumbre para mi, su cama era el sitio donde siempre quería despertar, día tras día hasta morirme. Tuve que abrir finalmente los ojos, un olor llegó hasta mi olfato, tardé un momento en incorporarme, y más al oír la risita de Rubén. Al abrirlos de golpe una fuerte luz me cegó, aunque hacía eso de despertarme a diario nunca me acostumbraba, creo que es imposible acostumbrarse a eso. Me levanté como pude, mi vista ya se había acostumbrado a los rayos de luz, ya no eran tan molestos.

-¿Desayuno en la cama? - Me preguntó al verme en la cama.

-Hmm... ¿has cocinado? - Pregunté frunciendo el ceño.

-Bueno... si hacer un café y poner un bollo al lado es cocinar, entonces sí. - Contestó, sentándose a mi lado.

-Pues dame ese desayuno cocinero. - Tras decir eso le doy un corto beso en la mejilla.

Ambos desayunamos en la cama. 

-¿A qué se debe esto? - Pregunté, aunque sabía la respuesta.

-¿Te has olvidado? - Contestó con otra pregunta.

-¿De qué? - Me hice la tonta.

-Pues de que hoy es... - Le interrumpí con un beso.

Él siguió mi beso, con eso ya lo habíamos dicho todo.

-Te quiero, y hoy es San Valentín. - Solté tras el beso.

Él sonríe satisfecho.

-¿Y qué quieres hacer hoy? 

-Pues... quedarme contigo en la cama todo el día. - Me mordí el labio.

-No me provoques... - Soltó divertido.

Suspiré y me levanté de la cama. Llevaba su camisa, solamente su camisa -y la ropa interior, claro-. Me dirigí al baño, mi pelo tenía vida propia, ocupaba más de la mitad de mi cara. Me peiné, en mi muñeca tenía una coleta, siempre llevaba una por si acaso, mi pelo era muy largo y siempre estaba muy despeinado, así que siempre llevaba algo para recogerlo. Me lo recogí en una trenza de lado. Al salir me vestí, me había dejado ropa mía con antelación en su casa, ya que solía ir a trabajar desde allí. Ese día no trabajaba, gracias a Dios. Salí del baño.

-¿Qué te apetece hacer? - Preguntó al verme.

-Hmm... un paseo mañanero.

-¿Mañanero? Son las dos de la tarde. - Tras oír eso abrí los ojos como platos.

Tampoco era tan extraño, solía dormir mucho, una de mis manías. En ocasiones eso era malo, como por ejemplo, perdí mi paseo mañanero.

-Pues... un paseo... ¿tardereño? - Tras decir eso me sentí estúpida.

-¡Pues un paseo tardereño se ha dicho! - Chilla, y me coge de la mano.

Salimos del piso, a diferencia de otros días, bajamos caminando por las escaleras. Tampoco vivíamos en un piso en el que hay unas escaleras infinitas, pero... si hay algo que pueda evitar el cansancio, ¡bienvenido sea!

Dimos una vuelta por las calles de Madrid. Pasamos por casi todos los parques, sin olvidarnos del parque en el que nos dimos nuestro primer beso. Incluso nos paramos en ese.

-Adoro este parque. - Fue lo primero que dije cuando nos sentamos en un banco.

-Yo también. - Se limita a contestarme eso y a respirar hondo.

Será cosa del destino. | Rubius y tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora