Capítulo 36. El árbol perfecto.

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Maratón 2/3

Rubén P.O.V.

Estaba comiendo cuando sonó el timbre. Me levanté de la silla y fui a abrir. Al otro lado de la puerta había una _____ sonríente.

-¿Qué pasa? - Pregunté.

-Me ibas a acompañar a por el árbol de navidad, ¿lo has olvidado? - Preguntó cambiando su cara.

Lo cierto es que si que lo olvidé, pero no se lo iba a decir.

-No, claro que no. Espera, iré a vestirme.

Dejé la comida encima de la mesa, la iba a recoger al volver de la tienda. Fui a mi habitación, me puse una camiseta limpia, unos vaqueros y unas zapatillas. Mi chaqueta de cuadros por encima y una gorra. Me reuní con ella.

-Como no, la gorra que no falte.- Soltó al verme.

-Claro que no. - Cerré la puerta detrás de mi.

Fuimos al centro comercial. Como vivíamos en el centro, el centro comercial estaba cerca, así que no hacía falta ir en coche. Entramos dentro. Comenzamos a caminar en busca de alguna tienda para buscar el árbol.

-¿Qué tal te ha ido con Marcos? - Comencé la conversación.

-Bien. Ha hecho que me replanteé ciertas cosas.

-¿Cosas? ¿qué cosas?

-Pues... mi futuro.

-¿Qué pasa con el futuro?

-Pues, por ejemplo quiero estudiar. Quiero ir a la universidad.

-Así que nos salió empollona.

-Además, quiero ir a la escuela de arte.

-Oh, encima de empollona sabes dibujar. ¿Algo más que no sepa de tí?

-Si, que creo que eres un idiota, pero creo que ya lo sabes.

Encontramos una tienda donde había cosas de navidad. Miramos como diez árboles. Me dijo que no quería uno verde. ¡Los árboles de navidad son verdes! pero no... ella lo quería blanco. Así que miramos otros cinco blancos. Uno era muy grande, el otro muy pequeño y el otro era demasiado grueso. ¿Por qué cojones me ofrecí a acompañarla?

Y cuando estaba a punto de irme a casa y dejarla sola en alguna de esas tiendas encontró el maldito árbol. Un árbol blanco, que medía como 1,5 metros. 

Esperamos en una cola interminable, cuando al fin era nuestro turno. Ella pagó, le dieron el árbol en una caja y salimos de la tienda. ¡Adivinen quien tuvo que cargar con el árbol hasta casa! ¡Exacto, yo!

-Esta cosa pesa mucho.

-Espera. Tengo que entrar en esta tienda también. No tengo con qué adornar el árbol.

-¿Me estás vacilando? llevamos en la tienda tres horas.

-Eh, te has ofrecido a acompañarme, ahora te aguantas.

-Sí, ya se para la próxima vez, estaré bañando al pez.

-Una escusa muy ingeniosa, ¿se te ha ocurrido a ti solito? - Siguió vacilando.

Respiré hondo y no seguí. No me apetecía dejarla sola en medio del centro comercial con una caja enorme a su lado, me acabaría dando pena. Esperé en un banco mientras ella entraba en una tienda a comprar adornos. Estuve allí como veinte minutos, estaba muy aburrido y ella no salía. Y finalmente salió. Con una bolsa en la mano bastante grande.

-¿Ya? - Pregunté.

-Sip.- Pronunció la p.

-¡Al fin! ¡Gracias Dios! - Chillé en medio de la tienda.

Cuando íbamos a salir de la tienda un grupo de chicos y chicas se acercó a nosotros.

-¿Podrías hacerte una foto con nosotros? - Preguntó una de ellos.

-Claro.- Sonreí.

Dejé la caja en el suelo y me acerqué a ellos.

-Perdona, ¿podrías hacernos una foto? - Le preguntó la misma chica a _____.

-Claro.- Sonrió.

Ella nos hizo la foto. Le devolvió el móvil a la chica. Y me quedé otro rato más firmando un cuaderno y hablando con ellos. Eran unas criaturitas del señor, no podía negarme a hablar con ellos. Además, darme la vuelta y ver a _____ suspirando y aburriendose era mi venganza.

-Bueno chicos, un placer. Me tengo que ir. - Sonreí.

-Adiós. Gracias por la foto. 

Volví con _____.

-¡Al fin! - Chilló.

-Ahh... osea, ¿ahora si? - Pregunté. - Me he paseado por cinco tiendas y he estado aquí cuatro horas por ti.

Ella frunció el ceño y cogió la bolsa del suelo. Cogí la caja y volvimos a casa. Llegamos delante de las puertas en poco tiempo.

-Bueno, muchas gracias por acompañarme. - Sonríe.

-De nada. 

-¿Quieres pasar? - Preguntó ella.

-No puedo. He quedado con Mangel a las ocho, son las seis y media. Tengo que ducharme y tal.

-Vale. Adiós.

-Adiós.

Volví a mi piso, me metí directamente a la ducha.

_____ P.O.V.

Metí la caja en el salón y la abrí. No me costó mucho sacarlo de allí, tampoco pesaba tanto, pero a Rubén le encantaba quejarse por todo. Lo puse en pie en una esquina de mi salón. Le coloqué bien las ramas ya que estaban dobladas en la caja.

Saqué de la bolsa los adornos que compré. Empecé a colocarlos en el árbol. 

Era el primer año en el que hacía el árbol sola. En el orfanato lo hacíamos todos los años. Desde los más pequeños hasta los mas mayores coloborábamos, nadie se podía aguantar. Además, el brillo de los ojos de los enanos era suficiente para mi. Tenía mejor relación con los pequeños que con los mayores, ya que los pequeños no me torturaban día a día. 

Ya estaba todo, faltaba la estrella en lo más alto del árbol. La coloqué con cuidado. Quedaba perfecta en la punta del árbol. Era perfecto. Al enchufarlo, sus ramas se iluminaron. Apagué las luces y me quedé mirándolo un buen rato. Y entonces me di cuenta de porque me gustaba la navidad, me traía demasiados recuerdos, y todos ellos buenos recuerdos. Por unos pocos que tenía, me gustaba recordarlos de la mejor manera, y esa era sin duda una buena manera.

Será cosa del destino. | Rubius y tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora