Capítulo 50. ¡Aceptada!

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El día transcurrió como de costumbre, no hubo mucha gente aunque, tampoco poca, ese día fue más movidito que de costumbre. Me despedí de Patri y volví a mi piso. Fuera hacía mucho frío, en cuanto mi piel se puso en contacto con ese clima, no tardó en cambiar de color. ¡Odiaba eso de mi! ¡no quería enrojecerme! Me tapé con mi negra bufanda de lana la mitad de la cara, respiraba con dificultad ya que tenía la nariz taponada. No solía acatarrarme, pero cuando lo hacía, necesitaba un maldito exorcismo. Finalmente llegué al edificio en el que vivía, saqué mis llaves del bolsillo trasero de mis vaqueros y lo introducí en la cerradura del portal. Al pasar por delante del buzón, pensé en abrirlo, en su interior había una carta, la cogí. Subí en el ascensor y me metí a mi piso.

Al entrar el calor de mi piso recorrío mi cuerpo, suspiré aliviada y me quité la bufanda. Fui a mi habitación a quitarme la ropa y ponerme una más cómoda. Me puse una camiseta ancha y unos pantalones que me llegaban un poco por debajo de las rodillas, me quité los incómodos zapatos y me puse mis pantuflas. Me dirigí al salón, abrí la carta. Era de la escuela de arte que visité antes de las navidades. Me sorprendió recibir una carta, me habían dicho que me llamarían. Lo leí todo por encima, y me paré en lo que más me llamó la atenció. Lo leí varías veces para estar segura de que ponía eso. '' Ha sido usted aceptada en nuestra institución. Enhorabuena.'' Eso realmente me alegró. 

Corrí rápidamente al piso de Rubén. Llamé muchas veces a su puerta. ''¡Ahora voy!'' se escuchó desde dentro.

-¿Qué ocurre? - Me preguntó al verme. Salté en sus brazos. - Wow, podrías hacer esto más a menudo. - Sonrió él cuando lo solté.

-¡Me han aceptado, me han aceptado! - Chillé.

-¿Dónde?

-En las clases de arte. - Contesté.

-Enhorabuena. - Sonríe y me da otro abrazo.

-Gracias. - Sonrío.

Ambos nos sentamos. Le leo la carta entera sin saltarme ni una sola parte, él me escucha sin decir ni una sola palabra. Yo estaba bastante emocionada. Pensar en que al fin podía hacer lo que quería, al fin una buena noticia. Llevaba unos días tensa, y eso me alegró. Realmente me emocionaba la idea de hacer lo que me gustaba, lo que realmente me gustaba. El dibujo era algo muy importante en mi vida, era una de las pocas cosas que me gustaban de mi patética vida. 

-¿Y cuándo empiezas? - Preguntó él.

-La semana que viene, el lunes por la tarde. 

Hablamos un rato más sobre el tema y me levanté del sofá. 

-Bueno, yo ya me voy. -  Sonreí. 

-¡Adiós! - Me besa.

Salí del piso de Rubén y me metí al mío. Con la emoción se me había olvidado comer, así que me preparé algo rápido y me puse a comer.

Rubén P.O.V.

Después de que _____ se marchó de mi casa mi timbre sonó. Era Cristina, le abrí.

-Hola. - Sonríe. - ¿Para qué me has llamado? - Preguntó sentándose en el sofá.

-Bueno, mientras _____ dormía le llegó un mensaje de Marcos. Como ella dormía lo leí y...

-¿Has leído su mensaje? ¡Rubius! - Protestó ella.

-Lo sé, no esta bien pero espera... 

-Vale... ¿qué pasa?

-Era de Marcos. Decía que se están diviertiendo en las vacaciones y bla, bla, bla...

-¿Y para eso me llamas? - Frunce el ceño.

Será cosa del destino. | Rubius y tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora