AVISO: Esto como siempre no tiene NADA que ver con la trama de la novela. Es algo completamente distinto, incluso más distinto que los especiales de siempre. Espero que os guste ♥
Me desperté con mucho frío, a mi lado estaba roncando alguien como un tractor.
-¡Tania, despierta! - Chillé.
-¿Qué-qué pasa? - Se despertó de golpe asustada.
-Hoy íbamos a ir de compras.
-Ah, era eso. Me has asustado idiota. - Me pegó un golpe con la almohada.
-Para, idiota.
-Imbécil.
Se levantó de mi cama y se lavó la cara.
-Aún no sé como no te pillan colándote en mi habitación.
-Soy rápida.
-Y enana, no te ven. - Me burlé de ella.
-Las bajitas molamos. Además, sólo mides cuatro centímetros más que yo. - Sonrió.
Me levanté de la cama y saqué ropa del armario. Unos pantalones cortos vaqueros, con algunos cortes en la zona de los bolsillos, una camiseta de tirantes azul oscura, con la palabra ''swag'' en medio y unas sandalias negras.
-Perfecta. - Soltó Tania al verme.
Cogió de MI armario, MI ropa y empezó a probársela.
-A pesar de tu timidez tienes ropa muy atrevida. - Me dijo mientras miraba un vestido mío.
-¡Dame eso! - Se lo quité de las manos.
Ambas nos vestimos. Me peiné un poco mi alborotado pelo, y ella el suyo, aunque a diferencia del mío el suyo parecía ''normal''. Desayunamos rápidamente.
-Iré a decirle a Mercedes que nos vamos, aún es un milagro que nos hayan dejado ir. - Solté.
-Un milagro... un orfanato de monjas... ¡Esto es cosa de Dios! - Chilló Tania.
Solté una carcajada. Me dirigí hacía Mercedes, una de las monjas.
-Mercedes, ya nos vamos.
-Vale. - Sonríe. - Me ha costado mucho conseguir que os deje salir, espero que no la montéis, que sé como es Tania.
-¡Eh, os he oído! - Refunfuñó Tania.
Mercedes y yo soltamos una carcajada, seguida por una leve risa.
-Adiós.
Tania y yo le dimos un beso en la mejilla. Era la única monja que no me daba miedo, las demás eran muy estrictas. Cogí mi ''ladrillo-móvil'' y miré la hora, aún era pronto.
-Tenemos todo el día por delante.
-Sí, y poco dinero. - Añadí.
-No seas aguafiestas.
-Soy realista.
Subimos al autobus y nos dirigimos al centro comercial.
-Estará lleno, y tú tardas mucho comprando. - Me quejé.
-¿Te he dicho alguna vez lo mucho que te odio?
-Hmm... solo... todos los días.
En apróximadamente diez minutos llegamos delante del centro comercial. Bajamos del autobus y nos dirigimos dentro. Aquello era enorme, y a nosotras nos parecía el doble de grande, ya que casi nunca íbamos. Entramos en la primera tienda que vimos.
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Será cosa del destino. | Rubius y tú |
Fanfiction______ Suárez, abandonada por sus padres nada más nacer. Es criada por las monjas en un orfanato de Madrid. No sabe muy bien que es ser independiente, pero tiene que abandonar el orfanato al cumplir sus dieciocho años. Fuera de aquella cárcel solame...