Capítulo 42. Una visita inoportuna.

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Rubén P.O.V.

-¿Eso es un sí? - Pregunté tras el beso.

-¿Tú que crees? - Sonrió.

La abracé y la elevé del suelo. Fue un impulso, un simple impulso. Aunque me costaba aceptarlo Mangel tenía razón. No podía esperar más, solo fueron un par de besos pero fueron distintos a los demás, ella era distinta a las demás. Cada vez que la miraba a los ojos me perdía en ellos, no podía perder aquello, no podía perderla.

Llegamos delante de mi puerta, la cogí de la mano.

-No, ahora no te vas.- Le dije cuando la vi sacar las llaves.

-Pero tengo que... - La interrumpí.

-No, ahora no tienes nada que hacer. 

-Vale...

Entramos dentro. Todo estaba completamente limpio y Mangel ya se había marchado a su piso.

-Vaya... si está más limpio que antes.- Soltó ella.

-¿Estás diciendo que antes estaba mal?

-No, pero tienes que admitir que está mejor.

-Pues si... Pero ahora no pienso hablar de la limpieza de mi casa. - La cogí de la cintura y la miré fijamente.

No tardó en enrojecerse, era más mona, se ruborizaba por cualquier cosa. La volví a besar. Entonces es cuando me di cuenta de que la podía besar todas las veces que me de la gana, ya era mía. 

*****

-¿Qué? ¡No me puedes hacer esto! - Chillaba ella.

-Vamos, serán unos días. Se lo he prometido a mis padres.

-Si, tú, pero no yo.

-Por favor.- Puse cara de cachorro.

-Rubén, no les caeré bien. 

-Claro que les caerás bien.

-¡Joder, llevamos juntos menos de un día y ya quieres que conozca a tus padres! - Chilló de repente.

Miré hacía otro lado y suspiré.

-Lo siento... -  Dijo ella y me abrazó.

-Antes de estar juntos les dije que iba a ir en fin de año. 

-Ya... pero no es otra ciudad, es otro país. Es Noruega joder. 

-¿Y no podrías hacer esto por mi?

-Está bien. Pero solo porque me lo pides tú.

-¡Gracias! - La besé.

______ P.O.V.

¡Genial! llevamos menos de un día juntos y tengo que ir en fin de año a NORUEGA a conocer a sus padres. ¿Cómo coño tenía que comportarme delante de ellos? Con Rubén era distinto, era muy distinto. Con él podía ser yo misma pero delante de sus padres tenía que comportarme de una manera completamente distinta. Mentiría si diría que no tenía miedo. Tenía muchísimo miedo. 

-Bueno... cambiemos de tema... - Ambos nos tiramos en el sofá.

-¿Qué tem...?-  Me interrumpió con un beso.

Nos acercábamos más y más. Metió la mano bajo mi camisa, ''¡_____, reacciona!'' me dije a mi misma, pero no hacía nada. Le quité su camiseta y... ¡DING, DONG! el timbre.

Será cosa del destino. | Rubius y tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora