CAPÍTULO 1.

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Romeo.
Siento que la cabeza me va a estallar, y mi estomago se hace pedazos en mi interior.

Siento que mis extremidades me hormiguean y pican por las cuerdas que me mantienen inmóvil sobre éste duro camastro de tubos y tela.

La mandíbula me duele, debido a tener tanto tiempo la mordaza que me mantiene en silencio. Y sin hablar de los malos olores que mi cuerpo expide, y que hay veces que provoca que mi estomago se revuelva y quiera sacar lo poco que tiene dentro.

Siento que el extremo calor quema mi piel, al grado de casi fundirla entre las hebras de tela del camastro. Y éste lugar donde estoy, no tiene ningún medio de ventilación o aire acondicionado fresco. Sólo tengo el calor que casi, o mas bien me deshidrata cual plátano para botana mixta.

Y hablando de comida, muero de hambre.

La cruel dieta de solo arroz, frijoles y agua solo una vez al día me tiene en los huesos, o eso creo.

Ésta persona me está matando de una forma cruel y sin corazón.

Me ha tenido encerrado en este lugar desde no sé cuando, pero el tiempo me ha parecido milenios. Extraño tanto a mi mamá y a mis amigos y compañeros de escuela. Las locuras y tontadas de Alicia, los piropos y frases bonitas de Rommeo. Los chistes y bromas de mi mamá, Sofía. La peculiar forma de la maestra Luna Azul.

Extraño tanto a la sociedad en general, esta desolación está a punto de enloquecerme. Lo único que tengo del exterior es el calor, y la visita diaria de mi secuestradora. A la cual desconozco, y solo escucho su voz a diario, solo una vez al día. Y por cierto no ha de tardar en abrir esa puerta con llave.

Ella es la única compañía momentánea que tengo, aparte de mi mente y pensamientos. En todo este tiempo me ha servido para entender mas mi mente, y crear más pensamientos donde soy libre y feliz. Pero solo en mis pensamientos lo puedo ser.

El ruido de choques de cadenas distrae al reo de sus pensamientos, trayéndolo a la realidad cruel que lo condena.

Una silueta femenina aparece en la puerta de la choza, dejando entrar el fuerte calor del desierto. Y la luz que ilumina la inmundicia del pequeño lugar.

Donde se deja ver una pequeña mesa de madera sin sillas, una cubeta sucia para las necesidades fisiológicas del chico, una tina de aluminio donde lo baña, y en la esquina está un pequeño camastro de tela y tubos de color negro naranja y roja, con los tubos color plata. Encima del camastro está en forma fetal el chico, que luce muy delgado y sucio.

Tiene como vestimenta la misma que usaba el día que fue secuestrado; el uniforme escolar.

Las manchas negras  de suciedad cubren el lindo rostro del chico, dando a conocer que el tiempo de encierro ha sido muy largo.

- Hola de nuevo, corazón-. La chica puso unas bolsas de plástico en la mesa de madera-. Oh, cierto. Tienes la boquita cerrada.

La mujer se acercó al cuerpo del chico, arrancando el pañuelo de que lo mantiene en silencio.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora