CAPÍTULO 9.

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María Luisa estaba fuera sentada, y al ver como Romeo salia por la puerta fuera de la casa, lo detuvo.

Notó las lágrimas en sus ojos, y lo enterró en su pecho. Un cálido gesto maternal de su parte. Romeo sollozaba, mientras que María Luisa acariciaba la espalda del chico, como gesto para tranquilizarlo.

- Hay que meternos para adentro. Ya es noche, y estarás cansado, hoy fue un día largo para ti. Dormirás en el cuarto con Mario. Vamos ya.

Los dos entraron abrazados, viendo todavía la escena de lucha

- Dejen de pelear y vallan a dormir-. Ordenó la mujer a los hombres. Los cuales renegaron, pero se levantaron del suelo y caminaron-. Tú también Vicente.

La mujer señaló al hombre, que estaba en el sillón viendo un partido de fútbol. Apagó la pantalla, y se marchó.

La habitación de Mario era el común desastre de un adolescente. Ropa regada por doquier. Cajas vacías de pizza en los muebles. Postres de autos y mujeres en los muros.

María Luisa limpió la cama que estaba llena de ropa, cambiando de cobertores y sabanas.

- Descansa. Descansen los dos-. La mujer besó la frente de los chicos, saliendo de la sucia habitación-. Y tú Mario, haber cuando limpias éste cochinero.

La mujer salió, y Mario entró al baño. Para luego salir solo con una toalla en su cintura. El agua caía por su cabello y su hermoso cuerpo.

Romeo disfrutaba tanto ver aquella sensual escena. El Adonis sacudía el agua de su cabello de una manera de comercial de loción. Dejando ver sus bíceps enormes mientras lo secaba. Las gotas acariciaban esos perfectos pectorales, recorriendo cada milímetro de su húmedo y perfecto cuerpo.

Acariciaban esos perfectos y marcados abdominales, muriendo en el limite de la toalla. No dejaba de pensar en la gloria final del sensual chico que discretamente admiraba desde bajo de las cobijas. Mario volteó, dando la espalda ancha y musculosa a Romeo, soltando de su cuerpo la tela blanca que lo cubría. Dejando ver un perfecto y bien parado par de nalgas.

Volvió a darle la cara, dejando sorprendido al fisgón por el gran tamaño del compañero que le colgaba. Era una bestia de 32 centímetros, cabezona y llena de venas. Romeo comenzaba a excitarse con tan solo verla, ya hace tiempo que no tiene sexo, y realmente lo extraña.

Extraña los gemidos al penetrar a alguien. Sentir con su miembro el interior húmedo y caliente. Al igual, extraña tanto ser llenado por dentro. La duras embestidas que lo llevaban a tocar el cielo y la gloria del placer del sexo.

Y tener frente a ese hombre tan perfecto frente a él, deseaba probar una vez más el dulce sabor de las nubes.

Mario se sentó en su cama, tomando el calzoncillo y subiéndolo de una forma lenta y seductora por sus fuertes y musculosas piernas, ocultando la bestia que le colgaba de la ingle.

No soportaba ver más esa erótica escena, tomó la almohada de su cabeza y ocultó su rostro bajo. Sentía como su erección palpitaba bajo su bóxer, queriendo salir.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora