Romeo se dejó caer de rodillas contra el suelo, y él teléfono contra su pecho. Por fin había escuchado a su madre, después de tanto tiempo de estar encerrado. Sus ojos no dejaban de gotear, al igual que su mocosa nariz.
Con el aparato en su pecho, y su corazón roto, lloraba la ausencia de su madre. María Luisa lo tomaba por los hombros, tratando de calmarlo, pero sus intentos eran en completo vano, ya que no dejaba su sufrir.
Romeo comenzó a convulsionar, preocupando a la mujer que lo sostenía. La piel se le torno de un tono blanco papel, mientras su delgado cuerpo se agitaba estrepitosamente en el suelo.
- ¡ Mario! ¡ Vicente! ¡ Ayuda, ayúdenme, por favor!-. La mujer gritaba cual loca por ayuda, mientras levantaba la cabeza del menor para que no se la golpeara ante sus agitaciones.
Mario escuchó los gritos histéricos de su madre, acudiendo al lugar de inmediato, viendo a Romeo en el suelo, sacudiéndose de una manera brusca y violenta. La mujer lloraba al ver el cuerpo de Romeo no sabía ni que hacer para ayudarlo.
Mario corrió a su habitación por su móvil, llamando a la la ambulancia. Los cuales no atendían a la llamada, solo sonando el molesto tono musical de espera. Mario no dejaba de maldecir desesperado. Arrojó el aparato contra la cama, corriendo a la calle a pedir ayuda, ya que no había esperanzas con la ambulancia.
Gritaba por ayuda a media calle, siendo ignorado por aquel que lo mirara. En eso pasó un taxi, haciendo la para, y guiándolo a la casa. El hombre, Mario y María Luisa subieron el cuerpo al auto, saliendo a toda velocidad a la clínica más cercana.
El lugar estaba repleto de gente, mientras que la recepción estaba completamente desierta, y en una pequeña oficina las enfermeras y recepcionistas reían a carcajadas, y bebían café.
- Hijas de su pinche madre, que servicio están dando-. María Luisa estaba furiosa por la ineptitud y la negligencia de las mujeres en la oficina.
Furiosa entro a la oficina, viendo al grupo de mujeres con uniformes sentadas con sus tazas de café, riéndose escandalosamente.
- Usted no puede estar aquí-. Una mujer de cabello en bola, y un extraño gorro con el sello de águila en verde, le advirtió riendo.
- ¡¿ No piensan atender o que?!-. Le gritó furiosa.
- No es necesario que grite, y salga por favor-. La mujer no pensaba en ponerse de pie.
- ¡ Pinches viejas flojas! ¡ Hagan su trabajo!-. Gritó, saliendo de la oficina, azotando la puerta tras ella.
El taxista se había marchado ya, quedando Mario sólo con Romeo ya un poco mejor, pero inconsciente. Mario observó el gesto de la madre, y golpeó la pared con su puño, llamando la atención de uno que otro en sala de espera.
Levantaron el cuerpo de Romeo de la silla, y ambos pasaron sus brazos por el cuello de cada uno, saliendo de ese mar de enfermos en espera de ser atendidos por aquellas ineptas mujeres.
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Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).
RomanceLa segunda parte de @Rommeo&Romeo. Pero en esta ocasión Romeo después de ser raptado por una extraña y obsesionada mujer, logra escapar. Entrando a un mundo diferente al que está acostumbrado. Una nueva ciudad, nuevas personas que le ayudaran a sen...