CAPÍTULO 3.

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Los pies le ardían por tanto correr en la arena caliente, sin alguna protección. Tenía horas con su carrera a su libertad. No le preocupaba nada más que encontrar alguien que lo salve, y lleve a la sociedad, y posible a un hospital.

Por momentos descansaba, y seguía corriendo.

A un par de kilómetros se escuchaba una carretera o algo así, ya que el eco de los motores de los autos corría por las dunas de arena.

Corrió mas prisa, llegando por fin a su oasis, a la carretera poblada por autos que iban y venían.

Comenzó a hacer señas a los vehículos para que se detuvieran y ayudaran. Muchos lo ignoraban, otros hacían ruidos ofensivos con los claxon.

Delante de él, un auto se detuvo, llamándolo con el claxon. Corrió al auto, subiéndose y viendo a una mujer que le abrió la puerta.

- Que onda, muchacho. Subete pa' arriba-. Le habló la mujer, con un todo norteño. La mujer era de piel morena oscura, cabello largo y un poco reseco, y con la sonrisa un poco amarillenta-. Y por que andas encuerado

Su acento le parecía un tanto cómico, pero por respeto trataba de no reírse.

- Acabo de escapar de una loca que me tenía secuestrado en una choza-. Explicó con la boca seca. La mujer le pasó una botella de agua, la cual devoró hasta la última gota-. Gracias por detenerse, señora

- De nada. Y que bueno, ira como te tenían, todo flacucho y devilucho.

Romeo le sonrió como agradecimiento, sentía como su sonrisa le partía la cara por el calor.

- Como te llamas, yo soy María Luisa.

- Romeo. Romeo Martinez.

- No eres de aquí, verda'

La mujer hablaba con faltas de gramática.

- No. Soy de Guadalajara-. Le contestó. La mujer es muy parlanchina.

- Utamadre. Estas re lejos de tu casa.

- ¿Que lugar es este?-. Pregunto con un cierto grado de preocupación.

- Pues, bienvenido a San Luis Río Colorado Sonora, morro.

Sus ojos se abrieron como platos al escucharla. No sabía muy bien donde era, pero si era Sonora significaba que estaba muy lejos de casa.

- No te vallas, chavo-. María Luisa lo sacó de sus pensamientos.

- Lo siento. Me perdí en mis pensamientos. Estoy exhausto-. Se excusó.

- No te entendí lo que dijistes, pero si quieres comer traigo para sándwiches atrás. Hazte unos para que comas-. Con la mano señaló el asiento trasero.

Romeo no dudó, y se movió al asiento trasero, donde una caja azul para hielo estaba. Dentro había los ingredientes, jamón, queso, tomate, mayonesa y demás. A un lado, una bolsa verde con un arcoiris contenía la bolsa de pan de un oso blanco.

La abrió, saco un par de pan y la untó de mayonesa, poniendo el jamón, el queso y los demás ingredientes, devorando en un segundo el alimento.

- Te voy a llevar al hospital, si quieres duermete. Falta mucho para llegar-. Le ordenó la mujer al volante.

Romeo le agradeció,mientras la mujer movía la caja al asiento delantero, para que el chico durmiera atrás.

Romeo cerró los ojos, pensando que por fin era libre.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora