CAPÍTULO 50.

16 1 5
                                    

- ¡Despierta, despierta! -. Las fuertes sacudidas lo sacaron de su somnolencia-. Es hora de irnos, corazón.

Iracebeth comenzó a desatar los pies de Romeo, liberando sus piernas de aquella dura e incomododa silla de madera sin cubierta.

Al ponerse de pie, cayó por la falta de movimiento en sus articulaciones y miembros inferiores, casi una semana entumeció su cuerpo entero.

Iracebeth lo ayudó a ponerse de pie, pasando su brazo por el cuello, saliendo de la casa. El midmo auto negro los aguardaba fuera, el día era caluroso, pero no tanto. Era un dia muy tranquilo y agradable.

Con un movimiento rápido, Romeo pellizcó un nervio del cuello de la mujer, debilitandola momentáneamente. Ahora él tenía el control de la situación.

Iracebeth chillaba, mientras Romeo la tenía por el cuello hincada sobre la arena.

- ¡Me lastimas! ¡Sueltame! ¡Surltame! ¡Me duele, por favor!

- Una prueba de lo que he sufrido yo-. Cada vez apretaba más fuerte con sus dedos el nervio de la loca obsesionada.

- ¡Romeo! ¡Romeo! -. Alguien gritó muy cerca de ellos.

- Ma...¿ Mario?-. Su corazón suspiró al escucharlo y verlo unos metros atrás de él.

El enamorado corrió hacia su chico y la loca, observando la insólita escena.

- Hijo, espera-. Habló agotada la madre, quedando petrificada al ver como la chica sacaba rápidamente un arma de su trasero, liberándose del agarre de Romeo, apuntando hacia ambos chicos.

Mario se interpuso entre romeo y la chica, haciendo un escudo con su cuerpo.

La chica retrocedía, aún con el cañón hacía los enamorados. Lentamente, camunaba hacia el auto.

- Romeo, sube al auto ¡ya!-. Ordenaba, con una mano comenzando abrir la puerta del auto-. Te lo digo. Hazlo por las buenas o por las malas. Cuando digo a las malas me refiero a esto..

Abrió la puerta, mostrando al bebé atado e inconciente sobre el asiento trasero del móvil. Los ojos de Mario se abrieron como platos al ver a su hermanito ahí dentro. Romeo abrazó por la cintura a su novio, besando el hombro de éste, dejando un mensaje en su oído, con los ojos inundados.

- Lo siento, mi vida. Tengo que hacerlo-. Se separó de su novio, caminando hacia ella. Mario lo tomó de la mano, tratando de evitar aquello-. Es por el bien de Eduardo.

- Mi... Mi vida, no lo hagas-. Mario sentía como su corazón se partía en mil, mientras su vida caminaba hacia él auto negro.

Muy cerca, un aereomovil se acercaba, en ayuda de un chico y por una obsesionada demente.

El pobre chico obedeció, comenzando a subir al móvil.

- Haz lo que te conviene -. Una gran sonrisa daba a conocer la alegría de la chica.

La arena comenzaba a levantarse, mientras las hélices de un helicóptero llenaban el lugar, ensordeciendo a todos.

- ¡Sube ya! ¡Sube ya!-. El temor llenó a la chica al ver que era un vehículo policíaco.

- ¡Que nadie se mueva!-. Se escuchó un altavoz desde el cielo.

- ¡Sube ya!-. Seguía gritando sobre el ruido.

- ¡Romeo!-. Una voz muy familiar lo hizo levantar la vista, viendo a un chico de su pasado sobre el vehículo -. ¡No lo hagas! ¡Soy yo!

Tanto Romeo como Iracebeth quedaron anonadados al ver aquella persona que les hablaba y comenzaba a bajar junto a una orda de policías del helicóptero.

- No...no...no puede ser. ¡Yo te maté! -. Gritó histérica al ver al chico frente a ella.

- Parece que no-. Contestó el otro. Ni más ni menos, Rommeo, doble "M". Con vida, enfrentándola.

- ¿Cómo es posible? -. La chica bajó de su auto, sacando de nuevo su arma.

De la nada, alguien golpeó a Iracebeth por la espalda, derribandola al suelo. Los policías de inmediato corrieron a la chica, esposandola. Doble "M" se acercó a intentar abrazar al chico de quien aún seguía enamorado, pero Mario le ganó al abrazarlo y besarlo frente a él.

Quedó en shock al verlos, ya que su amor, tenía otro amor.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora