CAPÍTULO 34.

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Ambos recostados en la cama, Romeo recostado sobre el escultural cuerpo de Mario, besándose como sí el mundo fuera a terminar.

Recorría cada musculo y suave piel de Mario, sin dejar un centímetro recorrido. Mario volvió a buscar en el mismo cajón, sacando otro sobre del mismo color.

- Quiero que tú también lo pruebes. Éste es de vino tinto-. Le entregó el sobresito al menor, el cual no entendía que le entregaba.

Miraba extrañado el pequeño sobre metálico negro que tenía en los dedos, sabía que era un condón, pero no los conocía de esa manera.

Rasgó el sobre, sacando el anillo de látex morado. Mario levantó su barbilla, depositando un dulce y corto beso en los labios del menor.

Se puso de rodillas ante él mayor, desabrochando hábilmente sus pantalones, bajándolos con todo e interiores. La erección brincó ante su rostro, casi picando su ojo. Dio un par de lengüetasos a la glande, y desenrolló el látex en el mismo.

Un delicioso sabor inundaba su boca, un sabor que nunca había probado antes. Un delicado sabor a fermentado de uvas, o algo así. Pero lo disfrutaba y encantaba.

Sentía como el sabor y el plástico se fundían dentro de su boca. Con su lengua acariciaba y recorría todo el miembro del mayor, cual solo gemía por el contacto del menor. Sus piernas no soportaban estár más de pie.

Ágilmente levantó a Romeo del suelo, acostándose juntos nuevamente en la cama. Sus labios no dejaban de acariciarse mutuamente, mientras sus manos acariciaban sus cuerpos prendidos.

Mario giró su cuerpo, dando disposición a Romeo. Quien comenzó a besar y lamer la musculosa y ancha espalda del otro. Bajaba lentamente a besos y lengüetasos por la espalda, llegando a los glúteos redondos y firmes de Mario. Con su lengua hacia pequeños círculos en la cerrada entrada, tratando de abrirse paso hacía su interior.

Esa sensación nunca la había sentido, gustándole de inmediato. Su familia estaba en casa, por ello controlaba el nivel de sus plañidos de gozo.

- Ya estás listo, es hora, mi amor-. Lentamente sobaba su erección sobre la entrada dilatada de Mario. Cuidadosamente comenzó a introducir su cabeza dentro de la dilatación. Haciendo gruñir de dolor al otro, y gemir de placer a Romeo-. Tranquilo, te dolerá solo al principio, y después lo disfrutarás.

Romeo le habló al oído, pero el dolor en su esfínter era insoportable. Lentamente introducía el pene, poco a poco al interior de éste, hasta que finalmente entró todo completo. Sintió como su cuerpo era llenado por el intenso y confortable dolor, que a pesar, le gustó.

Esperó un par de segundos, para luego empezar con el rítmico vaivén que comenzaba a disfrutar. De sus bocas solo salían gemidos de puro placer y gozo.

Romeo salió de Mario, para cambiar posición, recostándose en la cama, y Mario de horcadas sobre él. Con sus piernas a los lados del delgado y frágil cuerpo de Romeo, mientras se sentaba sobre la erección que ahora gustaba y disfrutaba.

Lenta y cuidadosamente subía y bajaba sobre Romeo, mientras el placer de lo ahora conocido lo llenaba y llevaba a tocar las nubes y la gloria misma del placer del sexo con la persona que amas.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora