CAPÍTULO 14.

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Lo veía, y solo pensaba en Sandra y el bebé. No podía dejar de pensar en ese problema que tanto acosaba y nublaba su mente.

Inclusive, hasta los gemelos estaban muy callados y quietos, algo muy extraño en los pequeños.

Mario veía un programa sobre unos mellizos que vivían con su tío cascarrabias en una cabaña en un bosque, donde pasaban cosas raras y mágicas. Notó que sus hermanos no miraban la caricatura, siendo que les encanta.

- Que pasa nanos, están muy serios-. Les comentó al observarlos quietos y en silencio.

Los minos se retiraron del sofá, y se fueron a su habitación. Mario apagó la pantalla, e hizo lo mismo. Vio a Romeo acostado, en plena oscuridad.

- Veo que hoy es día de andar raro y silencioso-. Comentó en voz alta.

Romeo tenía la mirada perdida en la nada. Solo pensaba en todo lo que ha vivido desde que se mudó a Monterrey con su madre hasta hoy en día.

Mario se inclinó frente a su cara. Sentía su cálida respiración golpeando su rostro. Lo tenía tan cerca, que casi se tocaban sus pestañas.

- Me vas a contar lo que está pasando en ésta casa, o tendré que averiguarlo yo mismo-. Romeo solo le respondió con una fingida sonrisa-. De acuerdo, lo entendí.

Se cansó de no tener respuestas por las raras actitudes de los chicos de la casa. Se puso de pie, y entró al baño. Saliendo completamente desnudo. Ahora no traía ni toalla, ni interiores. Literalmente en pelotas.

Romeo no dejaba de observarlo, verlo así le gustaba muchísimo. Mario notó que Romeo lo recorría completamente con la mirada.

Lentamente, recorría su cuerpo con su mano. Se sentó en su cama, y comenzó a tocar y acariciar su propia pierna. Se pasó a su otra pierna, haciendo lo mismo. Llegó a su entrepierna, tomó su miembro con su mano, comenzando a moverla de arriba a abajo. Gemía por sus movimientos, movía su mano mientras tocaba sus testículos con la otra mano.

Con una mano se masturbaba, mientras que la otra jugaba con sus bolas. De vez en cuando veía con el rabillo de sus ojos que Romeo lo seguía observando, lamiendo sus labios.

Romeo gozaba tanto ver como Mario flagelaba su gran miembro. Lo tenía al mil, demasiado excitado. Él también sobaba su ya crecido miembro sobre su bóxer. Tocaba sus propios pectorales y abdomen.

Mario se corrió en su mano, limpiando su mano con una camiseta del suelo. Quedó satisfecho con su paja antes de dormir. Pero más al saber y darse cuenta que Romeo no dejó de observarlo mientras lo hacía. Inclusive se tocaba él mismo al verlo.

El ver a Mario de esa manera le ha parecido tan excitante, tan vigorizante. Sus movimientos constantes, sus plañidos al hacerlo, el gran tamaño de la bestia cabezona, y la forma en que terminó sobre su pecho y su puño aún embistiendo su enorme miembro.

Algo que pensó que nunca vería, y esa noche tuvo la suerte de presenciarlo.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora