CAPÍTULO 45.

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Su cabeza daba vueltas, mientras despertaba al fin. Las muñecas le dolían por lo ajustadas que estaban las cuerdas.

Meneó un poco su cabeza para despertar, hecho una mirada a su alrededor,  notando la familiaridad de aquel lugar: la chosa de su secuestro .

La misma mesa de madera, la bañera de aluminio y algo mas, el camastro de tela, con la excepción de que ahora alguien más la ocupaba: Eduardo.

El pequeño parecía estar inconciente,  ya que no emitía ningún ruido ni se movía. Intentaba hablarle, pero la cinta de su boca se lo impedía. De igual manera, las manos y tobillos le hormigueaban por sus ataduras.

Fuera, una tormenta de arena causaba fuertes siseos al chocar contra las paredes de madera y el techo de lámina de la chosa. La temperatura era extenuante,  pero de cierta forma ya era acostumbrado al fuerte calor del ya familiar desierto donde ya estuvo y cruzó para sobrevivir.

La puerta de madera comenzó a sacudirse, y la cadena que cerraba cayó al suelo, entrando una chica por ella.

- Hola, mi amorcito. ¿ Como estas? -. Saludó animadamente la chica que de negro completamente vestía. Caminó hacía la mesa, y dejó allí unas bolsas verde de plástico.

- ¿ Cómo ha estado el amor de mi vida?-. Pasaba sus manos tras el cuello del chico mientras se sentaba sobre sus piernas, de frente. Intentó besarlo, pero la esquivó,  moviendo su cuello.  La chica lo volvió a tomar con las dos manos por sus mejillas, besándolo.

Romeo agradeció tanto traer aquel pedazo de adhesivo sobre sus labios, ya que solo pensarlo lo asqueaba. La chica se puso de pie, caminando hacia el camastro donde el niño, movió un poco al pequeño.

- Bueno, parece que ya no será necesario.  Es mejor que lo tire como a las otras a los animales -. Soltó una demencial carcajada,  asustando a romeo-. Por si no entiendes amor, éste engendro ya pasó.

Sus carcajadas eran de terror. Recordando el dia del funeral de Evelyn,  donde la loca esa ya se había presentado y asesinado tanto a Angel como a Salvador. Unas lágrimas le rodaron al recordarlos. A la vez que Doble "M" de igual manera llegaba a su cabeza.

- ¡Te estoy hablando!-. El grito de la mujer lo trajo a la realidad-. Te vas, amor. Te estoy hable y hable, y tú quien sabe donde.

Su aliento a extra mentolado le hacía arder los ojos.

Comenzó a sacar los objetos de las bolsas, metiendo unas cuantas a una pequeña hielera color azul y rojo que estaba bajo el camastro,  la cual nunca vio.

- ¡Te tengo una sorpesilla, amor!-. Chilló alegremente -. Te tengo sus jeringas favoritas.

El líquido amarillento de las jeringas le causaban escalofríos. Sedantes. De igual manera, metió el pequeño estuche metálico a la hielera.

- Ya es tarde, corazón. Es hora que duermas-. Destapó la aguja, clavandola con brusquedad en el cuello de Romeo.

Y de esa forma, la ya familiar sensación comenzó a rodar dentro de su cuerpo. El pesado sueño, la tontes y el hormigueo.

Con la vista borrosa y sus demás sentidos apagandose, lograba distinguir apenas ruidos y sombras. La inigualable figura esbelta de la mujer, figurilla d raras pintandose en las paredes y algo más. Otro cuerpo se formaba entre la niebla fe su adormecimiento,  la de alguien qur conocía y tenia tiempo sin verle.

- Pronto estaremos juntos de nuevo-. La sicofonía se escuchó más dentro de su cabeza. La voz, también muy familiar.

Eso lo extrañaba, pero desde hace tiempo que quería escucharla. La oscuridad y el profundo sueño le impedía aferrarse a la realidad, arrastrándolo lejos, muy lejos de su lugar.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora