CAPÍTULO 41.

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Miraba la película de Spirit, una película sobre un caballo salvaje y un águila. No dejaba de llorar, pero tampoco podía dejarla de ver, ya que amaba esa melancólica y musical película. La trama de la búsqueda de la afamada libertad y el amor, que lleva al camino cruzado de otras personas, que en el filme fueron el águila el indio y la yegua.

Miró la hora en el teléfono, ya era tarde y no había preparado la comida. En ese momento su teléfono comenzó a sonar, apareciendo el nombre de Mario en la pantalla.

<< hola, amor. Que pasa.

>> nada, solo para decirte que hoy los invito a comer a todos. Tengo reservado en un restaurante, ahora te envío la dirección. Póngase más guapos que los veo allá. Es a las ocho y media. Te amo.

<< ok, nos vemos allá, amor. Yo también te amo.

Sin más, la llamada se cortó. Volvió a ver la hora, faltaban tres horas para la hora. Como dijo, el mensaje con la dirección llegó.

Buscó a los niños para alistarlos antes que él. Los bañó y vistió, y mientras el se arreglaba les puso una película para entretenerlos. Prefería tomar por anticipado el tiempo para no llegar tarde a la cita.

Volvió a ver la hora, faltaban ya 50 minutos. Pensó que era preferible salir a buscar ya un taxi. En lo que buscaba uno, faltaban ya 36 minutos. Esperaba llegar a tiempo justo.

Llegaron finalmente al lugar, observando que era un restaurante tipo bufete chino. Entró viendo de inmediato a una joven de uniforme con chaleco negro y una blusa lisa blanca, se acercó a ella, y preguntó por la reservación de Mario.

El restaurante era muy grande y con tono elegante. Grandes cuadros de paisajes chinos adornaban las paredes blancas del lugar. Igualmente unas grandes ventanas que daban vista al estacionamiento.

La recepcionista guiaba a Romeo y los niños a un lugar apartado de los demás comensales. Era un lugar un tanto más pequeño, recién adornado con unas velas blancas y rojas ya encendidas. Los platos vacíos yacían sobre el mantel blanco de una mesa, donde María Luisa y Vicente ya estaban.

El apartado no tenía ventanas, solo dos puertas y otro gran cuadro de paisaje oriental de la gran Muralla china. Los niños corrieron con sus padres, y Romeo tomó asiento donde un papel doblado adornado igual de rojo y blanco escribía su nombre.

- Hasta que llegan. Mario no tarda en llegar-. Comentó la cansada madre que ya comía de su plato. Su plato estaba servido de arroz con verduras, pato cantones y fideos de soja*.

- ¿ Quieres que te sirva de una vez, o hasta que llegue Mario?-. Habló Vicente mientras jugaba con los niños.

- No se preocupe, hasta que llegue él-. Dió un sorbo a su vaso de té frío por la pajilla.

Al cabo de unos minutos entró Mario por la puerta. Viendo que ya estaba toda su familia sentada y comiendo, excepto Romeo, quien solo estaba sentado.

- Hola familia. Hola mi niño-. Saludó, besando a su novio en la frente.

Romeo solo le dedicó una sonrisa como respuesta a su saludo, mientras su pareja tomaba asiento a su lado.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora