CAPÍTULO 28.

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- ¡ Buuú!-. Gritaron los niños descubriéndose de las cobijas.

Ambos quedaron sorprendidos al notarlos en la habitación. Los habían descubierto, y no sabían como lo tomarían los gemelos.

Los niños se vieron mutuamente por unos segundos. El sudor de los nervios corría por sus frentes.

Los niños salieron de las cobijas, y se lanzaron contra la pareja. Los besos y golpes suaves eran parte de los cuatro chicos en la cama.

- ¿ Se van a casar?-. Preguntó Eduardo.

- ¿ tienes un bebé en la panza?-. Gerardo sobaba el estomago de Romeo.

- Nanos, juren que no dirán nada a papás, o si no harán que Romeo se vaya muy lejos-. Aviso Mario a los pequeños.

Los niños hicieron la señal de candado en sus labios, haciendo el pacto de silencio.

- Yo quiero que se quede a jugar Romeo-. Dijo Lalito abrazando al mayor-. No quiero se se vaya lejos.

- Bueno, entonces no digan nada-. Los niños negaron-. Entonces dejemos solos.

Los niños obedecieron, y salieron corriendo de la habitación, dejándolos solos en su privacidad.

- Pongo segurito a la puerta-. Se regresó Lalito estirándose a alcanzar el seguro de la puerta. Seguido fue alcanzar a su hermano.

- Por fin solos, mi amor-. Mario comenzó a besar los labios y el cuello de Romeo. Sus hábiles y deseosas manos cubrían y recorrían el cuerpo ajeno.

- ¡ Chicos a cenar!-. Se escucho la voz de la madre desde la cocina.

Ambos chicos salieron de la habitación acomodándose la ropa, el agasajo los desarregló completamente.

Todos tomaron sus respectivos lugares en la mesa: al frente Vicente, a su izquierda María Luisa, seguido Mario y Gerardo. A la derecha de Vicente, y frente a Mario estaba Romeo, después el otro gemelo.

Todos disfrutaban la deliciosa pasta con crema de chile chipotle. Los niños tomaban con sus dedos las hebras de espagueti metiéndolos a su boca, manchándose la cara y la ropa. Mario limpiaba con servilletas de papel a su hermano, y Romeo al otro.

Lo que nadie veía, era que Mario y Romeo juntaban sus piernas bajo la mesa, acariciándose discretamente entre y bajo ellos. Se dedicaban discretas miradas, y pequeñas sonrisas.

Sintiéndose clandestinamente, viviendo un amor entre iguales, que de descubrirse podría terminar mal para los dos. O para el mayor de 21 años de Mario, que nadie sospecha, aparte de Romeo, sus intenciones y sentimientos hacia el aún menor de edad de Romeo.

- ¿ Y como esperas festejar tu cumpleaños,  Romeo?-. Interrumpió el padre, asombrando a Romeo por su conocimiento de su fecha.

- No lo sé -. Habló un poco tímido.

- Pá, ¿ y tú como sabes?-. Preguntó curioso Mario.

El hombre se atragantó con la comida, comenzando a toser, y dedicaba miradas a su mujer al lado suyo.

- Romeo comento hace un par de días -. Mintió, confundiendo a los chicos mayores.

- Sí,  comentó el día que hizo los pasteles que su cumpleaños era mañana-. Defendió la madre el argumento del padre.

Romeo tenía la mente confundida, no recordaba haberlo dicho, los mayores lo habían confundido. Y sospechaba por aquellas miradas y gestos que compartían, no sólo ese momento, sino que desde que llegó.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora