CAPÍTULO 2.

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- Por favor, por favor, dejame ir. Te lo ruego-. Romeo comenzó a llorar cuando le arrancaron la mordaza de la boca.

- ¡Shhht! Silencio mi amor-. Lo callaba-. Sabes, que importa. Nadie te escuchará aquí. Aquí estamos seguros. Hora de comer.

Se puso de pie, y comenzó a sacar el contenido de las bolsas. Contenedores para comida (toppers), una jarra llena de agua fresca,  jabón de barra, algunas jeringas y una cajita de plástico gris.

Abrió un topper, dejando salir el olor a arroz, frijoles y un poco de carne.

- Ahora comerás como el rey que eres-. Metió una cucharada de arroz y frijoles a la boca.

Romeo comenzó a comer desesperado, moría de hambre. Desde el día anterior no comía ni bebía nada.

- Tranquilo, corazón. No quiero que te ahogues-. Dio un poco de agua de limón de la jarra.

El chico bebió el fresco jugo, hidratando su reseca boca. El agua bajaba por su garganta, refrescando su cuerpo desde el interior. Sentía un gran alivio dentro y fuera de su cuerpo. La chica dio un poco de carne, la cual devoró.

- Sí que estabas hambriento-. La chica habló sarcásticamente.

Llenó la tina de aliminio con agua fría, ese día le tocaba al fin un baño frío. Se acercó al chico, ayudándolo a ponerse de pie, le desató las manos, y comenzó a desvestirlo.

- Hoy te toca baño, ni se te ocurra hacer algo, por que tengo la jeringa lista-. Amenazó con la jeringa de tranquilizante.

Ayudó a que se sentara en la tina, y comenzó a mojarlo con un pequeño plato hondo. Romeo sentía tan bien el recorrer del agua sobre su piel desnuda.

Ella pasaba el jabón por todo su cuerpo, milímetro a milímetro, tocándolo por todas partes.

El agua fría calmaba el calor en su piel, pero le desagradaba que lo tocara. Le era tan incomodo, pero le tomaba mas importancia al agua fría que lo mojaba y refrescaba.

La mujer se distrajo, y Romeo aprovechó para arrancarse la venda de los ojos. Viendo al fin la inmundicie en la que estaba encerrado.

- Listo mi... oye, que estás haciendo-. La mujer notó la videncia del reo. Intentó tomar la jeringa, pero el chico fue mas rápido, ganando la jeringa de la mesa-. Ni se te ocurra hacer nada estúpido.

Tenía la manos hacia adelante, mientras caminaba lentamente hacia atrás.

- Como tú dices, ya es hora-. Tenía el artefacto puntiagudo hacia su secuestradora, decidido a cualquier cosa para su libertad.

Tomó la toalla de la mesa, y con una mano se la enredó en la cintura, cubriendo su desnudes.

La chica se abalanzó contra él, pero le clavó la punta del objeto en el cuello, inyectando el líquido en el cuerpo de la apresora.

- ¡Desgraciado malagradecido!-. Comenzó a chillar la mujer con el objeto aún en su piel-. Yo te di todo, y así me lo pagas.

Romeo estaba mudo por lo que acababa de hacer. La adrenalina recorría todo su cuerpo, que al ver como caía la chica al suelo,  él salió corriendo de la choza.

Corrió hasta que no pudo más, tirándose de rodillas en la caliente arena del desierto. Respiró profundo, tomando valor y fuerzas para seguir corriendo a su libertad.

Romeo.( Segunda Parte De Rommeo&Romeo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora