REGLA 8: LOS MOMENTOS DIFICILES SIRVEN DE APRENDIZAJE.

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     Después de mucho insistir, Ella me convenció para que apoyara su idea de jugar quemados, aunque en realidad, lo odiaba. Al llegar a la cancha me di cuenta que todos querían ese horrible juego, por lo que no hubiera servido de nada oponerme a ello. Me recogí el cabello en una coleta alta y me dispuse a jugar, sin embargo, no pasaron más de 5 minutos cuando vi un balón dirigirse a gran velocidad directamente hacia mí. No sabía que hacer, esto no es como el básquet, mi cuerpo estaba paralizado y lo último que pude sentir fue un fuerte golpe en la nariz antes de caer al suelo. ¡Cuánto dolor! Llevé mis manos hacia mi cara y podía intuir que la sustancia que caía sobre ellas era sangre, sin embargo no podía abrir los ojos, dolía demasiado. Estaba consiente, sin embargo no estaba al tanto de lo que sucedía a mí alrededor. Los sonidos eran fuertes, el aire poco, y como si no fuera suficiente, estaba aturdida y mareada. De pronto la tranquilidad me invadió y cuando logré abrir los ojos, pude ver el rostro amable de la enfermera Holly.

- Yue, querida, esta es la tercera vez que vienes en una semana. Debes cuidar mejor tu cuerpo, recuerda que estás estudiando medicina. – Me reprendió. Sin embargo no pude hacer más que asentir, ella tenía razón. Había venido por unas banditas para los dedos luego del partido de básquet y después por una pastilla para el dolor.

      La enfermera se fue al comedor a buscar hielo, no sin antes darme un calmante. Me disponía a recostarme cuando logré ver unos hermosos ojos. Una hermosa mezcla entre verde y azul, el color era indescriptible, o quizás la droga me estaba haciendo efecto y empezaba a alucinar. Cada vez veía esos ojos más de cerca, hasta que una voz grave me hizo despertar.

- No parece tan grave. Creo que no dejará marca, preciosa. – Sus manos apretaban mi rostro lo cual me causaba más dolor. Era Aleksander, el hermano gemelo malvado.

      Intenté recordar lo que había pasado y la razón para que él estuviera aquí. Al final, concluí que había sido mi transporte hasta la enfermería. No me di cuenta de lo que sucedía hasta que Alek agregó nuevamente.

- Profe, ¿Yo por qué? No hacía nada, lo juro. ¡No me puede castigar! ¡Hey tú! Enana, di algo.

- ¿Cómo que castigo? – Grité. El dolor me invadió nuevamente por lo que llevé apresuradas mis manos hacia mi rostro.

- Ya déjalo. Te harás más daño. De todos modos no hay manera de evitar un castigo de esa bruja.

      No podía creerlo. Mi primer castigo fue por culpa de esa persona.


*~~~~*


      Luego de que la enfermera me dejara salir, me dirigí junto al gemelo malvado hacia el aula Z4. Había escuchado hablar sobre las aulas Z, sin embargo nunca había tenido la necesidad de transitar por allí. Apenas llegamos al sótano, la profesora Beatriz Orbegoñez, la cual me dio la bienvenida al colegio y me ayudó con el ingreso, nos esperaba de brazos cruzados frente a una de las aulas. Al entrar, no tardé en darme cuenta de que el lugar parecía una cárcel de máxima seguridad en vez de un salón de clases. No había más que dos pequeñas ventanas que daban hacia el pasillo y unos escritorios viejos; carecía de aire acondicionado y de pizarra.

- El castigo dura 4 horas con 15 minutos según el reglamento. La tarea que deben hacer es cortar el papel para reciclaje con sus manos. – Mencionó antes de irse. La cantidad de papel era exagerada y no parecía que mi acompañante serviría de mucha ayuda.

- Aquí hace demasiado calor. – Dijo Alek mientras se quitaba el suéter del uniforme de deporte.

      Yo no contesté y pensé en quitarme el mío también, sin embargo, al intentar bajar el cierre, estaba atascado.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora