CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTO

REGLA 14: ENTRE FENOTIPOS PERFECTOS.

     Esta era la sexta pelea de mis padres que presenciaba hoy. Ellos discutían por todo. La tercera Guerra Mundial se desataba cuando intentábamos decidir si comeríamos carne o pollo, ni hablar sobre escoger el color de vestido que usaría mi pequeña hermana Shelly. Esta vez el tema abierto a debate era si yo estudiaría derecho o ingeniería.

- Mamá ya basta. – Dije intentando controlar las lágrimas que amenazaban con salir. - ¿Me han preguntado mi opinión alguna vez? ¡Es mi vida! Por favor ¡déjame decidir!

- Sara, por favor, no te metas en esto. – Pronunció Sheila Bried de Jackson, modelo de una reconocida marca de ropa, y mi madre.

- Solo escúchenme por un momento. Lo que ustedes hacen por "mi bienestar" solo me enferma. Debido a sus peleas se olvidaron de sus hijas, han llegado a tal punto que ni siquiera notaron que mi maleta está preparada desde hace una semana. Me voy de casa, y probablemente Shelly pronto lo haga también.

- ¿Qué estás diciendo Sara? No te atrevas a poner un pie fuera de esta casa, y si lo haces ni se te ocurra volver. – Sentenció mi padre, un ex boxeador y actual entrenador.

- Ese es el objetivo. – Las palabras salían de mi boca con rudeza y decepción. Tomé mi maleta y la arrastré hasta la puerta principal. Mamá ni se inmutó, sin embargo papá no paraba de maldecir.

- Una de sus hijas se va. – Agregué ya en la puerta mientras el conductor del auto guardaba mi equipaje. – Y la otra lo hará pronto si ustedes no logran entender que no necesitamos ropa costosa sino amor y apoyo.

      Se me partía el corazón al saber que abandonaría mi casa; a pesar de las peleas, ellos eran mis padres. No quería ni pensar en Shelly, la pobre lloró toda la noche cuando se enteró de mi carta de ingreso al colegio Dra. Elizabeth Geist. Ni recordar que aún le faltaban dos años antes de poder traerla conmigo. Aquel hermoso auto negro se detuvo al llegar al enorme lugar. El verde de la vegetación hacía contraste con el hermoso jardín repleto de flores, las cuales estaban organizadas de tal manera que formaban el escudo del colegio, acompañando las modernas edificaciones a la perfección.

      Luego de recibir las orientaciones, seguí a una persona de baja estatura, ojos achinados y un hermoso cabello largo y negro hasta el piso 14 de un edificio, todo con el fin de encontrar la habitación 140F, la cual, sería el lugar donde dormiríamos. Al ver aquel número sobre la puerta, ambas nos apresuramos y mi compañera la abrió, para encontrarnos un chico bastante alto de cabello castaño claro casi amarillo. Estaba de espalda a nosotras mientras se colocaba una camiseta. Algunas gotas de agua aún se deslizaban hasta la goma de su pantalón. Me quedé aturdida al ver sus músculos perfectamente definidos y su piel blanca y perfecta como si nunca hubiera estado en contacto con el sol. Al girarse, logré ver en su oblicuo, un tatuaje que decía "Sic Parvis Magna".

      Atónita, no podía dejar de imaginarme la sensación de tocar aquella escultura humana, y antes de darme cuenta, me encontraba encerrada en un baño junto a mi compañera. En ese momento, me di cuenta de lo que significaba un amor platónico, porque obviamente estoy consciente de que él jamás se fijaría en mí.

      Los días se convirtieron en meses y muchas cosas habían pasado, por lo que un sábado decidí acompañar a Stephany a un club que a ella le gustaba. Yo no soy una persona a la que le guste mucho el alcohol, pero si me encanta bailar, por lo que mi amiga me logró convencer muy pronto. Quería traer a Yue, pero ella se escapó con la excusa de visitar a su madre.

      La idea de venir fue la mejor, el lugar era como lo imaginaba, sin embargo, luego de sentarme a descansar la intensa jornada de baile, lo que temía no se hizo esperar.